Harry Potter era un niño que vivía con sus tíos y su primo en el número 4 de Privet Drive, este nunca fue querido por esa parte de su familia quienes no desaprovechaban una oportunidad para hacerle sufrir.
Pero... ¿Qué pasaría si un día esos maltrat...
El grupo no perdió el tiempo y pasaron por un pasadizo que había debajo del sauce boxeador, en el pasadizo se podía observar un pasillo y unas escaleras que bajaban al principio para después de unos minutos subir hasta lo que parecía una salida. Durante todo el trayecto de aquel lugar, Ginny, Fred y George no podían hacer otra cosa que no fuese preocuparse por su hermano y qué le podría estar haciendo Kuromaru a donde sea que le hubiese llevado.
- Ron... - dijo Ginny muy preocupada. - Espera un poco, ya vamos a por ti...
- No te preocupes, Ginny. - dijeron sus hermanos mayores quienes trataban de tranquilizar la al igual que Harry. - Puede que no lo parezca, pero Ron es más duro y valiente de lo que suele mostrar. Estamos seguros de que no le va a pasar nada... Pero como ese perro le haya hecho daño... - dijeron los gemelos enfadados.
El grupo continuó hasta alcanzar la salida del lugar llevándoles hasta una casa que parecía antigua y abandonada, una casa que Hermione, Delphi y Daphne reconocieron prácticamente al instante nada más ver la pintura y la madera de las paredes, a igual que los cristales rotos de los ventanales que se podían observar de inmediato. El grupo se encontraba en aquella casa encantada de Hogsmeade, la Casa de los Gritos.
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- ¿Por qué hay un camino que lleva hasta la Casa de los Gritos desde el colegio? - preguntó Luna. - No tiene sentido.
- No hagáis ningún ruido. - dijo Harry casi susurrando. - No hemos venido a investigar esta ruina de casa, hemos venido a buscar a Ron y a largarnos de aquí cuanto antes.
- ¡AAAAAHHHH! - el grupo escuchó un grito que procedía del piso superior, nada más sobreponerse del susto, todo el mundo salió disparado hacia arriba subiendo las escaleras hasta llegar a una habitación prácticamente destruida. En el interior se podían observar muebles rotos y viejos, pero lo que más le preocupaba al grupo era que allí estaba Ron sujetando a Scabbers y con cara de miedo.
- ¡Harry, ten cuidado! - dijo Ron señalando a una de las esquinas. - ¡Él es Kuromaru! ¡Es un animago!
Nada más girarse y con la varita en la mano, todos vieron a un hombre de unos 30 años con el pelo largo y negro, vestido con ropa de preso y como si este hubiese visto tiempos mejores. Delante de todos ellos se encontraba el fugitivo de Azkaban y aquel que era considerado en la actualidad como el enemigo número 1 del mundo mágico británico, Sirius Orion Black.
