Apariencias 2.
👓 Todos creen que es un nerd. Solo ella podrá ver qué esconde bajo esa ropa insulsa. 👓
Desde pequeño Logan siempre ha sido un chico callado, tranquilo y tímido. Le da miedo hablar en público y, por eso, le cuesta relacionarse con lo...
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Mr. Encantador no solo era un buen escritor. Me daba la sensación que tras la pantalla se escondía un chico de buen corazón, alguien por quien podría llegar a enamorarme si lo conociera en la vida real. Me gustó su manera de interesarse por mí aunque no tuviera que hacerlo.
Por eso, me sacaba tanto de quicio los comentarios haters que recibía. Hubo uno en concreto que pudo conmigo.
@BamBamParty: Cómo se nota que es solo un niño puberto. Menudo asco de trama y de personajes. Me perdiste. Bye.
Resoplé. Miré alrededor y, como no había nadie a la vista —me daba un poco de vergüenza que la gente supiera que leía en Wattpad porque tenía muy mala fama. Había gente que decía que lo que allí había no era literatura de verdad. Si ellos supieran la de joyas ocultas que había—, escribí con todo el cabreo del mundo:
@AmazingGirl: Si no te gusta, ¿para qué lo lees? Haznos un favor y cómprate una vida, que Mr. Encantador no debería tener que aguantarte. De verdad, qué pereza que me dais los niños ratas que se creen unos literatos.
Guardé el teléfono justo cuando vi a Sky salir de su facultad. Llevaba una mochila a la espalda que no le pegaba con la ropa bonita y brillante que usaba. Sonreí al ver que se había puesto una de mis chaquetas que, de seguro, me habría dejado en su casa una de las noches que Adam y ella me habían invitado.
—Mira quién tenía mi chaqueta —la acusé en cuanto hubo llegado a mi altura.
Esbozó una sonrisa malvada.
—No habértela dejado, zopenca.
Le saqué el dedo medio.
—Payasa.
—Yo al menos no me he escapado del circo.
Le hice una mueca. Ella hizo lo mismo. Acto seguido, nos empezamos a reír. Sky me dio un empujón juguetón. ¿Os pensabais que discutiríamos? Hacía ya casi tres años que habíamos decidido llevarnos bien y con lo que nos había costado valorábamos aún más nuestra relación.
—¿Qué tal está mi hermanita favorita?
Ya no usaba el tono despectivo de antaño ni recalcaba el término «hermanastra» para decirles a los demás que no estábamos emparentadas.
—Primero, soy mayor que tú.
Chasqueó la lengua.
—Por unos meses de mierda.
—Segundo, soy tu única hermana.
Me guiñó un ojo.
—Mejor para ti, Liz. Así es mucho más fácil que te elija.
Le di una toba en la cabeza.
—Serás cabrona.
Se rió, la carcajada le brotó desde lo más profundo de la garganta.
