Dijo a sus espaldas, haciéndolo saltar un poco.

–Hey Tom.

Se puso de pie y se dieron un pequeño abrazo.

–¿Cómo va todo? Esperaba encontrarte en la parte de afuera.

Benedict negó con la cabeza y una sonrisa apareció en su rostro.

–Yo ya... ya no fumo, lo deje.

–¿De verdad? ¿Por qué?

Benedict se rascó la parte trasera de la cabeza sin poder dejar de sonreír.

–¿Conociste a alguien? Te ves diferente, luces muy diferente de cuando estabas con Med.

La sonrisa de Benedict desapareció de su rostro y antes de que pudiese responder la mesera se acercó para tomar su orden. Esperaron hasta que ella se fuera para seguir hablando.

–Tom, dijiste que tenías algo importante que decirme.

Dijo Benedict intentando cambiar el tema, Tom asintió y agacho la cabeza.

–Norah y yo terminamos.

Tom se llevó las manos al rostro intentando evitar que su amigo pudiese notar toda la tristeza que le evocaba el saber que Norah ya no estaría a su lado.

–¿Qué- qué fue lo que paso?

–No lo sé, aún no logro comprenderlo, todo iba bien. Muy bien de hecho.

–¿Ella te dio alguna explicación?

Tom negó con fuerza.

–Pero creo que... hay alguien más.

–¿Alguien más? ¿Alguien más para ti? O... ¿para ella?

Tom no pudo evitar mirar sorprendido a Benedict, aquellas preguntas demostraban mucho interés lo cual era muy extraño, por lo normal Benedict se limitaba a escuchar y cuando él terminaba de hablar le aconsejaba sobre lo que él creía que era lo correcto.

–Para ella, ella creo... no lo sé. No quiero creerlo, Norah no es una mujer así.

Benedict asintió sin decir nada.

La mesera volvió con su té y la comida de cada uno.

–¿Y entonces qué piensas hacer?

Preguntó Benedict, aunque su voz sonaba lenta como si no quisiera pronunciar aquellas palabras.

–No lo sé, por eso te llame. No sé cómo recuperarla Benedict, no sé qué hacer. La he llamado e ido a su nueva casa pero ella nunca contesta o nunca está, incluso he ido a la galería pero tampoco la he visto, siento que voy a volverme loco.

Benedict tragó en seco.

Debía de decirle la verdad, dejar de hacer que se sintiese tan mal y confundido de cualquier manera ya sospechaba que Norah se había fijado en alguien más y tal vez ya era hora de abrirle los ojos y así ayudarle para que él también pudiese superarlo.

Benedict quería decirle todas aquellas cosas pero ninguna palabra salió de su boca, no tenía el valor de perder la amistad del hombre que él consideraba su hermano.

Tom le dio un sorbo a su té pero hizo mala cara.

–Necesito algo más fuerte, ¿podemos salir de aquí?

Benedict asintió limpiándose la boca de lo poco que había alcanzado a comer, buscando dinero dentro del bolsillo de su chaqueta pero Tom lo detuvo.

–Yo invito.

–No... no puedo dejar que tú pagues todo...

–Vamos, te veo allá afuera, yo invito.

La novia de mi mejor amigo. Where stories live. Discover now