Capitulo Cinco. "Transtorno. "

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Navier se sentó en la ventana con nostalgia, recordando cuando Reina y su subordinado entraba por la ventana con cartas de parte de Heinrey.

— ¿Está esperando el ave del Rey Heinrey? — Preguntó la viscondeza al percatarse de cómo Navier miraba la ventana con tristeza.

Navier asintió sin pensarlo dos veces, aceptándo extrañar al ave dorada tan expresiva que solía visitarla.

« Supongo que estará enfadado, espero que entienda que nunca pensé que Sovieshu cambiaría de opinión al enterarse de qué me casaría con él en cuánto me divorciara...» Pensó.

— Después del aborto de Lady Rashta su majestad no la ha buscado, ¿Verdad?
— Su majestad debe estar devastado, él adoraba al bebé que iba a tener con Lady Rashta.
— No entiendo a su majestad, yo me alegraría. Probablemente el hijo de ésa roñosa ni siquiera llevaba la sangre de su majestad. — Dijo Laura con sinceridad.
— No diga tonterías, señorita Laura. — La reprendió la viscondeza.
— Se supone que al ser la madre del primogénito de su majestad iba a asegurar su lugar cómo la mujer del Emperador, y ella abortó a propósito. Es obvio que el bastardo que cargaba en su vientre era de otro hombre.

El marqués entró, hizo una reverencia y habló.

— Emperatriz, su majestad solicita de su presencia.

Navier se levantó y siguió al marqués hasta llegaron a la habitación de Sovieshu.

Navier se sorprendió al ver su retrato colgado en la habitación de Sovieshu, algo que la desconcertaba ya que se esperaba ver el retrato de Rashta.

— Emperatriz...
— ¿Qué necesita, su majestad? — Fingió no haberse percatado de la pintura.
— Me parece que eres increíble.
— ¿Disculpe?
— ¿Cómo puedes mantener tu postura cómo Emperatriz a pesar de ver la tempestad? Bueno, no debe importarte. Después de todo, tú odias a Rashta. Su aborto es una buena noticia para tí...
— Es verdad, Rashta no me agrada en lo absoluto. Pero no soy un mounstro cómo para alegrarme de algo tan doloroso cómo la pérdida de un hijo.
— Veo que cómo siempre, te tengo en un mal concepto y que estoy equivocado.

Navier suspiró exhausta.

— ¿Qué necesita, su majestad?
— ¡Necesito que dejes de actuar así! ¡Deja de forzarte! ¿Alguna vez serás capaz de hablarme con sinceridad?
— ¿Cómo quieres que te hable con sinceridad si no te tengo confianza?
— ¿Lo ves? No es cuestión de tener confianza para que seas sincera.
— Su majestad, ¿Para qué quería que viniera?
— Nada en especial, sólo quería hablar contigo... Necesito decirte la verdad antes de que te enteres por alguien más...

Navier dirigió su mirada hacía Sovieshu.

**

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Heinrey cayó en el césped mientras observaba la silueta de Navier, ésta traía un vestido azúl y vió cómo sus labios decían “Ven”.

— ¡Navier, Navier! — Sonrió mientras trataba de levantarse.

Ella sonrió y abrió sus brazos.

— ¡Mi reina! — Gritó con todas sus fuerzas intentando acercarse.
— ¡Mamá, mamá! Papá me enseñó a montar caballo. Es más complicado de lo qué creía. — Dijo un niño de aproximadamente cuatro años de cabello castaño y abrazó a Navier.
— Verás que con la práctica serás todo un experto, ahora eres principiante. Su majestad también aprendió a montar caballo a tú edad  — Navier cargó al pequeño.
— Cuando crezca quiero ser cómo papá, ¡Seré un gran Emperador para el imperio oriente!

El brillo de los ojos de Heinrey se desvaneció.

— ¡Navier! ¡¿Tienes un hijo?! — Volvió a gritar tratando de ser escuchando. Ella solo sonrió y se alejó con el pequeño en brazos.

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Heinrey se levantó de su cama aterrado, mientras Christa, el médico del palacio y varios sirvientes lo veían desde lejos asustados.

— ¿Su majestad? ¿Se encuentra bien? — Preguntó una de las sirvientas.
— Sí. — Se frotó los párpados. — Doctor, ¿Por qué está aquí?
— Christa me llamó, su majestad. Ella estaba muy preocupada por usted.

Heinrey se frotó la sien.

— Les agradezco, pero no era necesario.
— Los sirvientes me dijeron que su majestad llevaba varias horas inconsciente, usted estaba quejándose demasiado... — Confesó Christa con una voz temblorosa. — Me alegra saber que está bien. — Sonrió.
— Sí, cuñada. — Heinrey sonrió e hizo que Christa borrara su sonrisa lentamente de su rostro. — Estoy bien, tuve un mal sueño. Eso es todo. ¿Podrían retirarse? Necesito estar sólo.

Todos asintieron y salieron de la habitación de Heinrey.

Éste se levantó y observó su reflejo en el gran espejo que tenía al lado de su guardaropa.

— ¿Fué una pesadilla...? ¿Navier tuvo un hijo con ése bastardo...? — Los ojos de Heinrey empezaron a lagrimear pero éste limpió sus lágrimas y golpeó el espejo destrozándolo.

« ¿Qué me pasa? ¿Estoy llorando por algo que no siquiera pasó? ¿Confundí mi imaginación con la realidad? » Pensó mientras veía su puño ensangrentado.

Heinrey desvió su mirada hacía el piso, estaban varios trozos de cristal en dónde no se veía el reflejo de Heinrey, sino la imagen de Navier cargando al pequeño con una sonrisa natural que expresaba felicidad.

— ¡No, tú no puedes ser feliz después de lo qué me hiciste! — Se arrodilló y observó a detalle. — ¡Tienes que estar conmigo, me dijiste que te divorciarías y nos casaríamos! ¡Mentirosa, eres una mentirosa! — Sollozó mientras apretaba la alfombra del piso.

El sabía que a pesar de que ella jugó con sus ilusiones no podía dejar de amarla.

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Una Última Oportunidad... (Sovieshu X Navier)Where stories live. Discover now