XIV

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Luces parpadeantes iluminaban las calles de ese color rojizo y azul tan característico de problemas, era capaz de verlas desde el balcón donde se juntaban las puertas de entrada a todas las personas que vivían en el mismo recinto que yo. Se había armado un escandalo sin razón

Me recibieron miradas juzgantes y uno que otro murmullo de parte de los vecinos, no era demasiada gente pero no podían faltar las mujeres que siempre se meten en lo que no les incumbe y ver llegar a una patrulla a altas hora de la noche era un claro motivo de su interés

Mi madre también se encontraba con una mirada expectante junto a la patrulla y varios sujetos uniformados, entre ellos pude ver un rostro conocido y que me producía un poco mas de alivio; Karasuma sensei también estaba ahí

Después de pasar entre la muchedumbre mi madre me dirigió una mirada que me causó escalofríos y sin oportunidad de emitir balbuceo alguno me tomó con fuerza del brazo y me adentró al frio y apagado departamento que llamaba hogar, seguido de dos oficiales y mi ex profesor de educación física

La puerta se cerró de golpe 

—¡¿Dónde demonios estabas Nagisa?!— mi madre me gritó, importándole poco que estuviéramos bajo la penetrante mirada de varias personas

Mi padre finalmente apareció desde la cocina, mirándome con lástima en sus ojos, pero permaneció ahí. Solo siendo un espectador del show que mi madre realizaba

Nada había cambiado y parece que nada lo hará

Un liquido carmesí comenzó a deslizarse por mi frente dándome un respingo, pensé que la sangre ya no brotaría

Karasuma se percató de esto y me tomó con gentileza del hombro

—¡¿Ahora también te metes en peleas?!— Ese fastidioso tono de voz continuaba tumbándome los tímpanos —¡Responde Nagisa! ¿O acaso estabas con ese delincuente?

 La elevada voz de mi madre retumbaba entre las cuatro débiles paredes, su enrojecido rostro y las venas saltantes de su sien la delataban, no era necesario medir su frecuencia para darme cuenta de su estado de animo; estaba furiosa.

Al no obtener respuesta de mi parte se encaminó rápidamente hacia mi y elevando su mano con firmeza, estaba seguro de su siguiente movimiento, pero gracias a un ser divido, el hombre pelinegro logró detenerla a tiempo. Una fría mirada conectó con los orbes azules de mi madre

—No vuelva ni siquiera a pensar en hacerlo porque la arrestaré por maltrato. 

Ella arrebató su mano del agarre del mayor y dio media vuelta enfadada por no cumplir su cometido. Karasuma se agachó preguntándome por el baño, le indique que estaba en la parte superior y sin esperar mas tiempo me empujó escaleras arriba

Entramos a la grisácea habitación de mosaicos y cerró la puerta tras de si

—Siéntate— señaló el inodoro que ya tenía la tapa abajo tal cual un asiento y obedecí sin protestar

Yo continuaba en silencio, solo siguiendo con la mirada sus movimientos en la estantería arriba del lavabo, buscaba algo con rapidez. Sacó de ahí un botecito de agua oxigenada, algodón, gasas y tijeras.
Y con todo eso en mano se acuclillo a mi altura observando mi herida

Sin decir mas abrió el contenedor de agua oxigenada y vertió un poco del liquido en un trozo de algodón. Y con la mayor delicadeza dio toquecitos en mi sien para quitar todo rastro carmesí y evitar alguna infección 

No podía decir si me dolía o sentía la acidez del liquido tocando mi piel abierta, ya que estaba perdido analizando su oscura mirada. Mi superior estaba limpiando mi herida muy concentrado y podía verlo a través de sus ojos

Amantes del crimen [KARMAGISA]Where stories live. Discover now