|80|

3.1K 227 17
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





— Mati, Mati. –me sacude.

Me removi en la cama sin entender nada, quise seguir durmiendo...pero volvieron a sacudirme.

— ¡Matías! Te estoy hablando. –me tira de la cama.

Me debato asustado, miro a Amira, estaba acostada tocándose la panza.

— ¿qué pasó, qué pasó? ¿¡ya rompiste bolsa!?.

— no, tu hijo está pidiendo comida, quiero frutillas bañadas con nutella.

— son las cinco de la mañana, estas enferma. –me volví acostar.

— Matías no voy a poder dormir boludo. –me sacude. Dale.

— pero ya es tarde amor, en unas horas más si, te compro todo lo que quieras.

— pero yo lo quiero ahora, no en unas horas más. –se cruza de brazos. Tu hijo lo está pidiendo.

Me levanté estresado, me cambié. Caminé hasta el auto, no había nadie en la calle, no se de donde quiere que saqué justamente frutillas con nutella.

Decidí llamar a Ornella, me va a odiar con la hora que es, pero no pasa nada supongo.

— pendejo de mierda ¿vos viste la hora qué es?. –me atiende enojada.

— culpa de tu cuñada es. –suspire. ¿Por casuliadad en la cabaña qué alquilaron no tienen frutillas?.

— ¿qué tiene antojos?. –se ríe. Si, compramos ayer a la tarde.

— porfavor, me va a volver loco si no.

— pasa a buscar, ahora mando a Julián a que te esperé.

No me dejó ni terminar de hablar que cortó. Manejé hasta las cabañas donde se estaban quedando.

Julián me estaba esperando con una bolsita de frutillas, al bajar del auto me acercó rápidamente hacía él.

— decile de mi parte que sus antojos le agarren de día. –me sonríe.

— le quisiera decir lo mismo, te juro.

— cuídate, nos vemos.

Manejé hasta casa, faltaba la nutella pero que se manejé, ya hice mucho.

¿Pueden creer qué cuando llegué estaba en el quinto sueño? No había nadie que la despierte, estoy que mando a la mierda algo, en pocos minutos. La concha de la lora.


(...)


Me volví a despertar eso de las doce y media, está vez por Bianca estaba pesada.

— dale papi, tenemos que irnos.

— ¿donde tenemos que irnos? ¡déjenme dormir!.

— a almorzar con el tío el Shulian y los demás. –me pega con la almohada. Mi mamá ya está, dale.

Me levanté tratando de no tratar mal a nadie, pero no estaba de un buen humor que digamos.
Pienso hacer todo tranquilo, no tengo apuro de nada, me bañe.

Al salir estaba Amira teniendo la cama, no vamos a negar que se veía hermosa con su panza, enserio estaba hermosa, demasiado.

— ¿terminaste?. –me mira. Nos están esperando.

— me terminó de cambiar y vamos.

Asiente, me cambio.
Bianca ya estaba con cara de culo, todo porque quiere ver a su tío Shulian, pero mi amor, se disimula aunque sea, no demuestres que es tu favorito.

Al llegar donde estaban todos saludamos, Luca estaba gateando por ahí y casi me lo llevó puesto.

— casi te choco campeón. –lo alcé. Vos querías tener un accidente.

Empecé hacerle cosquillas en su panza, Luca se estaba riendo, Ornella y Amira me estaban mirando.

Me quedé con Luca en brazos todo el rato, no quería ir con otra persona, tampoco con Ornella.

— ¿alguien trajo las cartas?. –pregunta Santino.

— yo traje, siempre preparada. –dice mi suegra.

Nos pusimos a jugar a las cartas, Amira estaba con Bianca sobre sus piernas, ella jugaba también, Benja estaba exactamente igual pero con Sofía m

— tu panza no deja acordarme mami.

— te entiendo Bian, me está pasando lo mismo. –habla mi hermano menor.

— pero tengan cuidado ambos. –habla papá.

Nos reímos. Ver a todos juntos reunidos, era algo que se extrañaba, pasar éstas tardes en familia, hermoso.

Mientras los chicos jugaban, estábamos organizando las cosas para el cumpleaños de Bianca.

— ¡podes dejar de comerte los caramelos!. –habla Ornella. ¡Agustín!.

— ¿por qué los hombre no se van?. –dice Sofía.

— ¿me estás echando a mi también? Que feo. –habla mi papá.

— ay Marcelo deja de joder y váyanse para otro lado. –lo mira mi mamá.

Papá se dio vuelta y se fue, me empecé a reír. No pueden tenerlo tan de la correa a ese chabon.

Amira me dio un beso, entendí que con eso tenía que irme. Agarré a mi hermano y me lo llevé conmigo.

— para, para, robe esto.

De su bolsillo saca caramelos, me reí.

— sos tonto eh.

— ¿qué tonto? La re pensó el pendejo, por eso sos el favorito de Ornella. –se ríe Julián.

— me siento importante cuando dicen que soy el favorito, basta.

𝚃𝚘𝚍𝚘 𝙲𝚊𝚖𝚋𝚒𝚘; 𝙼𝚊𝚝𝚒́𝚊𝚜 𝙶𝚊𝚕𝚕𝚊𝚛𝚍𝚘 [𝚝𝚎𝚛𝚖𝚒𝚗𝚊𝚍𝚊]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora