Parte 1

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Todo alfa, al menos una vez en su vida, pensó en ello. Su pareja destinada. ¿Pero un humano? 

Cuando la noticia de los primeros humanos que podían quedar embarazados de un hombre lobo se esparcieron, creó cierto pánico y negación en muchos lugares. Pero con el pasar del tiempo esto fue aceptado, y las parejas dejaron de verlo como un tabú.

Stiles y su grupo de amigos conocieron a Derek y su manada en el cumpleaños veintidos del castaño, bailes, alcohol y muchos pero muchos besos. 

Eso eran ellos. Vivían de fiestas y noches llenas de bebidas y sexo. ¿De eso se trataba ser joven, no? Y en esos momentos donde sus corazones latían al ritmo de la música, donde sus miradas se unían con un brillo único y no podían dejar de sonreír, era en esos momentos, sin duda alguna, en que Stiles creía en el destino.


Pero fue en una luna llena en que Derek le pidió verse en la antigua mansión remodelada. Era extraño, normalmente evitaban las lunas llenas por obvias razones, así que dudó, pero acabó yendo a encontrarse con él. 

Al principio fue extraño, actuaba extraño, no le había besado cuando le vio, evitaba su mirada y hablaba cosas sin sentido. Pero al poco tiempo lo tuvo entre sus piernas de nuevo, besándole como siempre y quitándole la ropa un poco más apurado que de costumbre. Así que creyó que todo estaba bien, que era simple efecto de la luna.

Él sabía lo que decían de los hombre lobo, pero creía que se trataba de simple superstición, leyendas, inventos de la gente, porque cuando conoció a Derek era todo lo contrario, pero en algún lugar de su corazón esas leyendas lo mantenían alerta, aun así no quería darse por vencido. No importara cuán minúscula fuera la posibilidad, quería creer que era la pareja destinada del Alfa, esa por la cual su alma viviera. 

Así que cuando el celo acabó y le escuchó decir que no quería volver a verle, el pecho le dolió un poco. 

—No necesito este tipo de dependencia — fueron sus palabras mientras se vestía de espaldas a él —Eres un niño que no sabe nada de la vida y pretende vivir un cuento de hadas. No me interesa seguir jugando a la casita contigo. Ahora, vístete y piérdete de mi vista —

Había algo que su padre decía siempre y sonaba como: "Si hay algo que amas en la vida, no lo dejes ir tan fácilmente, pero si comienza a ahogarte profundo es hora de dejarlo ir, porque eso que es para uno no duele" 

Y semanas después cuando Stiles comenzó con los malestares, y soportarlo se hacía cada vez más difícil, entendió lo que esa frase quería decir. Dejar ir. ¿Por qué decirlo era mucho más fácil que hacerlo?



NUESTRA REALIDAD © M-PREGWhere stories live. Discover now