CAPÍTULO 37

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CAPÍTULO 37

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CAPÍTULO 37

     "Wake me up" de Avicii inunda la habitación. Chiara se restriega los ojos perezosamente; tiene entre cero y nada de ganas de empezar este día a pesar de ser viernes, su último viernes de vacaciones, y la razón no es otra que el encuentro que le espera en un par de horas.

     La perspectiva de esa conversación con Fabiola borra de inmediato cualquier atisbo de felicidad que asome a su rostro pero es consciente de que no puede seguir posponiendo el momento. Esa conversación debe producirse y debe hacerlo ya si no quiere tener que vivir permanentemente esquivando a su madre y sin poder mirar a su padre a la cara.

     Porque esa es otra: su padre. Desde que pasó aquello no había tenido contacto con él, básicamente porque no quiere hacerlo antes de haber hablado con su madre, no confía en estar frente a él o hablarle y poder evitar las ganas de escupirle todo lo que sabía a la cara; pero luego piensa en qué ganaría con aquello y se da cuenta que lo mejor es no verlo hasta escuchar lo que su madre quiera decir.

     Sentada al borde de la cama, se debate entre salir de ella o volver a acostarse, taparse la cara con la almohada y no volver a salir de allí hasta despertar y ver que todo fue un sueño, un extraño y cruel sueño. Pero no, el incesante sonar de la alarma le recuerda que no es un sueño, más bien se asemeja a una pesadilla de la que ni despertar es escapatoria y el miedo es tan real...

     Tiene miedo a no poder mirar a su padre sin sentir culpa por el secreto que guarda; miedo a no poder ver a su madre de nuevo sin que las arcadas de la rabia le acechen; miedo a descubrir que todo en torno a ella y su familia no es más que un decorado de fantasía creado para que el mundo crea que la vida en la familia Costa es perfecta.

     Y es que para Chiara descubrir a su madre en flagrante "delito" no le duele tanto por el hecho en sí de la infidelidad como por sentir que la han traicionado a ella misma, siente que es a ella a quien engañaron: toda una vida viviendo bajo la lupa del qué dirán, bajo el yugo de una moral impuesta, expuesta en un escaparate tan perfecto que daba asco verlos. Toda una vida sintiéndose culpable de no ser lo que esperaban sus padres, culpándose de no ser la perfecta hija que su madre añoraba.

     Y todo ¿para qué? Todo para nada; todo aquel escenario hecho añicos en una mañana, la mañana que descubrió que su madre era tan "imperfecta" como ella.

     Se dio una ducha rápida, se vistió con lo primero que pilló del armario y bajó al garaje a por la moto sin ni siquiera desayunar, tenía el estómago cerrado por los nervios.

     Mientras conducía, en su cabeza se iban reproduciendo diferentes conversaciones y decenas de escenas que nunca terminaban bien y eso no hacía más que aumentar su nerviosismo.

     Nunca el camino hasta la casa de sus padres le había parecido tan largo como hoy. Cuando al fin se encontró parada frente al señorial edificio, estuvo tan tentada a darse la vuelta e irse por donde vino que tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no hacer caso a su primera intención de huir.

Déjame volar [+18] ©Onde histórias criam vida. Descubra agora