CAPÍTULO 20

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Verano 2006

     Hace ya casi un mes que Chiara y Raúl quedan casi a diario para pasar la tarde en la piscina del barrio. Se la pasan jugando cartas, dándose baños y charlando, sobre todo charlando, parece increíble que a pesar de conocerse prácticamente de toda la vida, jamás se han parado a hablar de nada, casi no saben nada la una del otro y, sin embargo, están descubriendo que tienen en común más de lo que imaginaban.
     En estos días no es que haya pasado nada entre ellos, no son más que dos compañeros de clase que se han visto solos y tratan de hacer más amenas sus vacaciones de verano compartiendo tardes de baño y sol.

     Ayer los padres de Raúl le han dicho que van a ir a visitar a unos viejos amigos que han venido a pasar unos días y le ofrecen ir con ellos. La verdad es que le apetece entre poco y nada pasarse el día escuchando hablar a cuatro adultos de lo mal que está todo o contando batallitas de juventud.

     Pero entonces se le ocurre algo que puede hacer el plan más divertido. Le pregunta a sus padres si puede invitar a una amiga a ir con ellos y no ponen ninguna pega. ¡Perfecto! Esta tarde mismo le preguntará a Chiara si le apetece acompañarle y así cambiar la piscina (que tienen ya muy vista) por un día en la playa ya que los amigos de sus padres tienen una casa muy cerca de Cala Morisca y es allí donde se reunirán.

     A Chiara le entusiasma la idea, no solo por cambiar un poco de aires y hacer algo diferente sino también porque la playa es uno de sus lugares favoritos del mundo y este año aún no la ha pisado. Después de que los padres de Raúl se pongan en contacto con los suyos, condición indispensable para que el estricto doctor Costa permita a su hija pasar el día fuera de casa "sin vigilancia", recibe su aprobación y ponen rumbo a su destino. Una vez allí, pasan a saludar a los amigos de la familia de Raúl (más que nada por educación, ya que no tienen intención de quedarse demasiado tiempo en su compañía) e inmediatamente se marchan por el sendero que conduce hacia la playa.

     A pesar de estar en pleno verano la cala no está demasiado concurrida y ambos amigos pueden pasarse el rato jugando a las palas, a la pelota o nadando bastante tranquilos. Los padres del chico insistieron en cenar todos juntos en casa de sus amigos así que los chicos deciden quedarse en la playa hasta la hora de la cena y así aprovechar para ver el atardecer en la cala.
Allí están los dos solos, sentados jugando otra partida de cartas, cuando de pronto Raúl se la queda mirando fijamente.

     - Estabas mucho mejor con el pelo largo - le soltó sin venir a cuento - todavía recuerdo el primer día que llegaste al colegio con el pelo corto.

     ¿Cómo podía acordarse de eso? Aquello fue en el último trimestre de segundo de la ESO, el último curso que pasarían en el colegio ya que para cursar tercer ya tenían que pasar al instituto

     Había tenido una de sus últimamente muy habituales peleas con doña Fabiola Márquez, también conocida como su siempre perfecta madre. En pleno acto de rebeldía decidió hacer algo que su madre nunca le había permitido: cortarse su larga melena. Tan pronto como la peluquera dio el primer tijeretazo ya se estaba arrepintiendo porque ella amaba su pelo largo pero todo quedó compensado por la pequeña victoria que supuso ver cómo a la señora Fabiola le cambiaba la cara cuando la vio aparecer con aquel corte tipo bob; su rostro pasó por todos los colores del arcoíris y le costó una semana de castigo (sí, hasta el punto de no poder elegir su propio corte de pelo llega el control de sus padres sobre ella) pero había merecido la pena.

     Y ahora Raúl le sale con que se acuerda de aquel día ¿En qué realidad alternativa él sabía de su presencia en aquella época? Por aquel entonces no compartían ni aula y hubiese jurado que ni sabía de su existencia.

Déjame volar [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora