CAPÍTULO 6

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Un sol intenso en la cara la hizo despertar. Se incorporó en la cama y sintió que la cabeza le iba a estallar.

- ¡Joder, Chiara!¿Cuánto bebiste anoche? - dijo mientras se retiraba el pelo de la cara.

- Te puedo asegurar que más de lo que debías.

¿Quién coño había hablado? Abrió los ojos de golpe y miró a su alrededor. Aquella no era su cama, no reconocía nada en esa habitación. Intentó poner en orden sus recuerdos, recomponer lo que había pasado la noche anterior: recordaba estar en una fiesta; recordaba (y mucho) haber estado bebiendo; también recordaba a Sandra yéndose con un guapo rubio y a sí misma bailando con... bueno, con mucha gente. Después ya no tenía nada claro qué había pasado.
Se levantó como pudo y lo vio ahí de pie, mirándola fijamente. Así que era él quien había hablado.

- Buenos días, preciosa damisela.

- ¿Ian, qué haces aquí? ¿Dónde estoy? ¿Dónde están mis cosas? - las preguntas salían atropelladamente de su boca; en ese momento se dio cuenta que solo llevaba puesta una camiseta - ¿Dónde está mi ropa? Y ¿qué demonios ha pasado esta noche?

Chiara estaba a punto de hiperventilar, no estaba acostumbrada a perder el control hasta el punto de no recordar absolutamente nada y odiaba no saber en qué situación la dejaba todo esto. Ian la miraba, claramente estaba disfrutando de la posición de poder que tenía ahora mismo y aquello la irritaba aún más.

- Vaya, la bella durmiente se ha despertado preguntona. A ver...
Uno, estoy aquí porque esta es mi casa lo que me lleva a dos, estás en mi casa. Tres, tus cosas están en aquel sillón; cuatro, tu ropa está ahí en el suelo, junto a la cama; y cinco ¿de verdad no te acuerdas de nada de lo que pasó anoche?

- Eh... Tengo... Tengo algunas lagunas - respondió Chiara mientras cogía el bolso para buscar su teléfono.

- Vale, pues diremos que este superhéroe volvió a sacar a la señorita de un apuro.

- ¿Un apuro? No recuerdo haber estado en ningún apuro - encontró el móvil, tenía un mensaje de Sandra. A juzgar por el jeroglífico que le había mandado su amiga, la noche para ella acabó muy bien y estaba en casa sana y salva.

- Por lo que veo recordar no recuerdas mucho pero te aseguro que si te hubiera dejado tomar un chupito de tequila más hubieras estado en un buen apuro.

- Bueno, pues gracias pero ya soy mayorcita para sacarme yo misma de mis propios apuros; es más, a lo mejor es que quería estar en ese apuro y... ¡Deja de decir apuros!

- Creo que la única que no para de decirlo eres tú - respondió Ian con una gran sonrisa.

Le dolía demasiado la cabeza como para empezar ahora una batalla dialéctica con él así que recogió su ropa del suelo con toda la dignidad de la que fue capaz y se quedó ahí de pie, mirando alrededor. Se olvidaba que aquella no era su casa y por tanto no tenía ni idea de donde estaba el baño para poder vestirse y largarse cuanto antes. Aquel pensamiento la llevó a una nueva pregunta.

- ¿Qué hago yo aquí?

- Bueno, cuando salimos...

- Me sacaste - matizó ella.

- Detalles... Cuando salimos de la fiesta te llevé a mi coche con intención de dejarte en casa, te pregunté por tu dirección pero fui incapaz de descifrar tus indicaciones. Así que tenía dos opciones: o encontraba un lugar seguro donde pudieras pasar la borrachera o te dejaba en un banco del primer parque que me encontrara. Y viendo que la mañana amenazaba lluvia, decidí que mi casa era la mejor opción de lugar seguro que conocía.

Déjame volar [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora