capítulo 13

126 5 8
                                    

Jace y Simon jugueteaban entre sus piernas

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Jace y Simon jugueteaban entre sus piernas. Bela siguió mordisqueando el boli mientras ignoraba casi a propósito el documento Word que tenía abierto. «Lluvia de ideas, mis ovarios». Se había marchado de la librería con un abanico de excusas que ni Marga ni Daniel se habían creído en lo más mínimo, porque quería continuar con su investigación sin que cierto fantasmita de los huevos se diera cuenta de lo que estaba investigando en realidad. Quería ponerse con el encantamiento del libro blanco cuanto antes. No podía seguir dándole largas, porque «averigua tú cuando estaré capacitada», pero tampoco quería hacer el idiota y acabar en el suelo con una brecha en la cabeza, muchas gracias. Si eso ocurría, podría ir olvidándose de que Daniel quisiera ayudarla más adelante.

No obstante, por más vueltas que le diera al coco, y por más que mirara en los grimorios de su abuela o en las notas que había ido recopilando en esas últimas semanas, no daba con nada que la convenciera lo suficiente para probar suerte. Los potenciadores servían para canalizar el poder de la naturaleza y equilibrar la balanza, pero, sin embargo, tampoco había muchos que pudiera combinar sin que ocurriera una catástrofe. Este encantamiento, viendo su capacidad de aguante, necesitaría al menos un potenciador grande. Soltó el boli y abrió una pestaña en el navegador para ver qué eventos cósmicos había esa semana.

—Ninguno, qué sorpresa.

—¿Qué haces?

—¡AH!

Elisa, por encima de su hombro, se echó a reír. Jace y Simon salieron disparados. Bela prefirió no fijarse en los pocos clientes que había a su alrededor. Ya era bastante raro que hablara sola en voz baja como para que ahora la tomaran por una asustadiza de cuidado. Roja como un tomate, se las apañó para ocultar la pestaña y el Word.

Habría tardado menos en cambiar de escritorio.

Brazos cruzados y sonrisa pícara, Elisa tomó asiento justo a su lado.

—Para verte la cara, ceño fruncido y nariz para fuera. Adorable.

—Ja, ja, ja. Mira cómo me rio.

—¿Qué hacías?

—Nada. Tengo un bloqueo de narices.

—¿Con tu tesis?

Bela hizo una mueca.

—Sí, más o menos.

Elisa asintió despacio y se la quedó mirando. Hacía eso a menudo. Mirarla fijamente sin pestañear. Era extraño, pero al final, como todo lo demás, Bela lo asociaba a Elisa y no le daba más vueltas.

Así era su amiga.

—No soy una experta ni nada parecido, ya sabes, pero a veces una mirada ajena hace bastante... Si quieres, claro. No quiero estropear tu bloqueo.

Bela le echó un vistazo a su fondo de pantalla.

—Está bien, ¿por qué no? —dijo, unos segundos después—. Hipotéticamente hablando, por supuesto, si tuvieras que hacer un hechizo complicado, pero no tuvieras el poder o la capacidad para realizarlo, ¿qué harías? ¿Has visto The Vampire Diaries?

El fuego que consume nuestra almaWhere stories live. Discover now