"Capitulo tres"

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Me despido de Elena con un abrazo fuerte, antes de que se vaya junto con su familia. La cena fue de lo más divertida, nos preguntaron muchas cosas acerca del Katherine y de los campamentos de verano.
Pude presentar a Elena y Daniel, la verdad se llevaron bastante bien. Es prácticamente imposible que Daniel le caiga mal a alguien, es el encanto en persona. Y lo mismo pienso de Elena, es una chica muy divertida.

Luego de cerrar la puerta principal de casa, me dirijo al comedor para levantar la mesa, Daniel se me une y juntos llevamos los platos sucios a la cocina, la cual está en el cuarto de al lado.
Depositamos los servicios sobre la mesada y arremango las magas de mi camisa para no mojarlas.

—Tu lavas y yo seco.—afirma Daniel, acompañando su oración con un guiño de ojo.

—Como siempre.—le dedico una media sonrisa.

Aunque Bella, la mucama, es la encargada de la limpieza, yo insisti en que me deje limpiar a mi. Despues de todo, ella se la pasó cocinando mis platos favoritos para el dia de hoy, solo descansó a la hora de la cena junto a nosotros. Es basicamente parte de la familia, como una tercer abuela para mi. Deberia dejar de trabajar ya, pero se niega, por lo cual protestó cuando le dije que se vaya a su casa, que yo me encargaria de todo, pero terminó aceptando.

Luego de lavar el ultimo plato, se lo paso a Daniel y él se encarga de secarlo con un repasador. Hemos terminado.

—Te hiciste algo diferente, ¿Puede ser?—pregunta.

—Varias cosas desde que me exiliaron, oye, ¡Gracias por notarlo luego de unas cinco horas!.—digo sarcástica.

—Ya.—se apoya de costado en la mesada y cruza sus brazos.

Me quedo un poco inquieta, ya que no me gusta que me presten excesiva atención, todo debido al acné. Si no fuese porque mi piel es tan sensible todo sería genial, pero no. Debo usar treinta cremas y treinta ácidos para mantenerla sana, sin granos. Un problema que antes de los catorce años no tenía.

—Mmm tus pestañas...

—Si, son extensiones. La nueva moda... Ya sabes que mis pestañas por si solas no logran nada.

—Hacen que tus ojos resalten.—contesta mientras se acerca a mi, solo con dos pasos. Vuelve a inspeccionarme un poco más—Y... Supongo que el brillo en la punta de tu nariz y en los lagrimales es iluminador.

—¿Tú como sabes de eso? —cuestiono mientras coloco las manos en mis caderas de forma exagerada. —¿Tu nueva mejor amiga te lo dijo?—me gusta molestarlo con eso.

—¡Vamos! Todos los hombres lo saben.—dice mientras chista con la lengua.—Además, sabes que reemplazarte es imposible.

Eso me hace sonreír ampliamente.

—¿Incluso después de dos años lejos?

—Inlcuso después de dos años lejos.—afirma.

Ambos nos quedamos mirándonos fijamente. Todo está completamente en silencio y aunque él mida veintitantos centimentros mas que yo, siento su respiración en el rostro.
Siempre que nos quedamos hipnotizados uno de los dos hace un comentario estupido, luego reímos y seguimos con nuestra conversación, así ha sido siempre, pero esta vez ninguno de los dos dice nada.
Suspiro y corto la distancia para darle un abrazo, el cual tarda en responder durante unos segundos, pero cuando reacciona, me lo devuelve con una intensidad que hace que me cueste respirar. Es el momento en el que noto que se ha vuelto bastante fuerte.
Al separarnos le sonrío, y eso parece ser suficiente para que vuelva a su estado de confort, me sonríe de vuelta hasta que su telefono suena, y no una, sino tres veces.

Amor, Karma y otros problemas. ¿Es correcto amar, aun si lastimas al otro?Where stories live. Discover now