—¡Vaya! Si que eres requerido.—digo en tono burlon.

Él rueda los ojos y procede a verificar quien le ha escrito.

—Hum, ya tengo que irme.—dice mirando a la pantalla de su teléfono, su expresión cambió totalmente. Pasó de un semblante suave y agradable a uno duro y serio.

—¿Ya? Pero, ¿No quieres ver una peli o algo?—ofrezco mientras me dirijo al refrigerador—Tenemos tarta de frutas—digo alegremente mientras abro la puerta de este. Se que es su favorita, jamás se resiste.

Él esboza una pequeña sonrisa de costado, pero su rostro sigue algo sombrío.

—Lo siento, de verdad debo irme.

—¿Estas rechazando a la tarda de frutas? Debe ser importante. ¿Que tienes que hacer? Y no me digas que te vas porque debes dormir porque bien que podrías hacerlo aquí.—cierro la puerta del refrigerador pero me quedo allí apoyada con una mano en la cintura.

—Solo es un compromiso tonto.—lo dice completamente despreocupado. Relajó su rostro y ahora solo tiene una expresión neutra.

—¿Un compromiso a estas horas de la noche? Hay algo que no me estoy enterando.

—No es nada, tonta,—se acerca hasta donde estoy y coloca sus manos sobre mis hombros—no necesitas enterarte de todo.

—Disculpa, ¿Quien eres tú? Me avisas cuando mi mejor amigo vuelva a la vida.

—¡Que dramática!—suelta una pequeña risa.

La curiosidad me invade, sé que debe ser algo no previsto. Daniel jamás me dejaría sola el día de mi llegada si no fuese por algo que le importa en serio, por eso no me convense la forma en la que le quita importancia.

—¿Es una chica?—me atrevo a preguntar.

—¿Desde cuando tan preguntona?—saca sus manos de mis hombros para cruzar sus brazos sobre su pecho. Me mira con una ceja levantada y un poco de gracia en su rostro.

—¿Es por eso que rechazaste el conocer a Elena?

—Ya.—el rueda sus ojos.

—¿Entonces lo es?—insisto, porque parece que no me dirá más.

—Sé que tienes que saberlo todo, Gwen, pero todo tiene un momento—no lo dice de forma ruda pero si algo impaciente.

Bufo, porque es muy extraño que Daniel me oculte algo, siempre que nos pasa algo el otro es el primero en enterarse. De repente me doy cuenta de que tal vez eso cambió, ya no tenemos catorce años, se supone que somos maduros, cada uno tiene su vida y sus asuntos, él no me debe ningún tipo de explicación. Yo solo soy su amiga, su mejor amiga, pero no su madre ni su policía personal, ser controladora está en mi sangre pero no puedo pedirle explicaciones sobre todo. Sin emgarbo no me trago el cuento de que es algo que no le importa, si llega a ser una chica, ¿Por que no comentarlo ahora? Sabe que no me molestaria.

—Oye yo...—comienzo a decir.

—Lo siento ya debo irme, pero mañana nos vemos de seguro—me interrumpe, mientras guarda su celular en el bolsillo trasero de sus jeans—Te lo compensaré—me toma de la parte trasera del cuello gentilmente, lo que me recuerda a aquella caricia que me dió en Año Nuevo, cuando a penas nos volvimos a ver después de un año y medio. Me estremezco.

—Si, está bien, yo solo...

—No te enojes por favor, es una estupidez. Prometo que mañana vendré y veremos todas las películas que quieras.—suena desesperado y hasta se aferra a mi mano con fuerza. Me mira suplicante.

Amor, Karma y otros problemas. ¿Es correcto amar, aun si lastimas al otro?Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα