Capítulo 12

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"Viendo las estrellas"

Dos días habían pasado desde que habíamos llegado y en ese momento ya había amanecido, la cálida luz del sol se reflejaba desde la ventana y un rayo de este iluminaba un ropero que se veía muy antiguo. En estos días la hemos pasado genial haciendo recorridos reconfortantes por la ciudad del amor como muchos le suelen decir. Ya estaba despierta a excepción de Sirius que aún seguía en la cama dormido, agarré un vaso de agua dispuesta a tirársela y así lo hice.

—¡Ah! —exclamó el chico levantándose torpemente de la cama y mirándome mal a lo cual reía.

Él se abalanzó hacia mi empujándome a la cama quedando arriba mío sin aplastarme ya que sostenía su peso con sus brazos.

—¡¿Por qué hiciste eso?! —preguntó exclamando, mirándome con el ceño fruncido aún arriba mío.

—Una pequeña broma —justifique.

Sirius aún seguía encima de mi mirándome al igual que yo a él sintiendo esa conexión entre nosotros al igual que otras veces. Regresamos a la realidad parándonos de donde estábamos para continuar con nuestro día.

Mucho rato después ambos caminamos hacia un restaurante que había cercas de la zona. Admiraba como Sirius hablaba francés perfectamente, era algo que nunca voy a superar.

—No entendí nada de lo que dijiste, pero amo escuchar tu voz —confesé y el solo sonrió algo sonrojado desviando la mirada para que no lo notara.

—Gracias —dijo con una sonrisa.

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Después de comer seguimos caminando sin rumbo alguno hablando de cosas sin sentido hasta llegar a un árbol y nos quedamos a ver la vista ya nocturna de París. Como ya se sabe, una de mis cosas favoritas era que el me llevara a ver las estrellas.
Lo sé, es algo cliché, pero este caso era diferente, estaba en otra parte del mundo y me encantaba como se veía el cielo nocturno. Era como si estuviera soñando.

—Desearía poder vivir en las estrellas —suspiré.

—Se ve tan mágico.

Sirius, que estaba acostado en el pasto a lado mío riendo. Podría decir que era una de las mejores noches que había tenido en mi vida. No podía decidir si prefiriese ver el cielo, o pasar el rato con él.

—Me encanta —el castaño suspiro, volteándome a ver—esta... tranquilidad.

—Dilo por ti mismo —comenté.

—Lo digo por mí mismo, torpe —dijo Sirius.

—¿Me acabas de decir torpe? —pregunté.

—Es mejor que llamarte por tu apellido.

Solté una risa, pero no dándole la satisfacción de saber que lo encontré gracioso. Lo nuestro a veces era extraño. Sentía como si tuviéramos una conexión especial, no podía aguantar el sentimiento que me ha traído desde hace semanas. ¿Lo merecía? No podía responder eso.

—¿Qué es lo que ves en mí? —suspiré—. A veces siento que todo esto no fuera real, tú sabes.

Sirius se sentó, se veía incredulidad en todo su rostro.

—¿Es enserio?

—¿A qué te refieres? —le pregunté.

—Me acabas de preguntar qué es lo que veo en ti, creo que es lo más ridículo que he escuchado. Eres mi mejor amiga.

Sirius soltó una risa, acomodándose en su posición en la que estaba mirando y después el tomo mis manos acercándome a él con un destello en sus ojos.

—Intenta ver las cosas desde mis ojos —susurró—, creo que lo encontrarás mucho más brillante.

Mirarlo a él, el cielo lleno de estrellas brillando bajo su piel, sentía comodidad. Algo en mi sabía que él era la respuesta. Lo quería, quería que el fuera mío, llamarlo mío. Había estado pensando en eso por mucho y nunca me di cuenta de ello.

Cuando él puso un mechón de cabello detrás de mi oreja, sentí como si mil mariposas volaran hacia mi piel y Sirius lo noto, porque su cuerpo estaba cerca del mío, sus ojos parpadeaban inocentemente.

—¿Puedo besarte? —preguntó susurrando.

Apenas puede sondear un asentimiento, mis ojos seguían mirando a los suyos. Sus ojos color café como el té. Los ojos que nunca me cansaré de mirar porque nunca perdí el contacto con Sirius.

De repente sentí sus labios conectados con los míos, enviándome a perderme en mis propios pensamientos. Era un beso perfecto, era como juntar las piezas de un rompecabezas que quedaba a la perfección. Y en ese momento me di cuenta de que él estaba enamorado y yo también estaba enamorada.
Para mi decepción, Sirius se detuvo por un momento por falta de aire, abrió sus ojos y me miró con orgullo en sus ojos.

—Respira —susurró el chico.

—Estoy respirando —dije sintiendo mis mejillas sonrojadas.

—No me mientas.

—Eres el peor, Sirius Deloughrey —dije sonriendo.

—Lo se Elizabeth Berkshire —respondió riendo.

Sirius y yo caminábamos de regreso al lugar donde nos quedábamos, estamos en silencio, pero no en uno incómodo, sino en uno en el cual con solo la presencia de esa persona te hacía sentir comodidad. Mientras caminábamos pensaba en lo que había sucedido hace unos instantes. Seguía sin creer que nos habíamos besado, jamás pensé que sucedería eso, pero sucedió y aún sentía mis mejillas calientes.

—Te quiero Elizabeth —habló el chico y lo miré algo curiosa.

—También te quiero.

Decir un "te quiero" a la persona que amas es muy importante, pero es más importante todavía demostrarlo con gestos. Las palabras se las lleva el viento, pero los actos no.
Y Sirius lo tenía en mente, no quería ser un romántico, solo quería ser lo mejor para mí, aunque si lo pensara bien sacarme de mi casa sin permiso de mi padre no daba una buena impresión a pesar de ya conocerlo por mucho tiempo.

—¿Crees que nos castiguen? —preguntó el chico.

—Definitivamente —confirme—, pero sé que valdrá la pena el castigo.

Sirius sonrió ante eso. Seguimos caminando en silencio, las calles estaban casi solas y algo frescas, por lo tanto el único ruido que se escuchaba era el del viento como si estuviéramos en una ciudad fantasma y fuéramos los únicos que estaban ahí.

—¿Por qué decidiste venir conmigo a pesar de haber dicho antes que aún no fuera el momento? —preguntó Sirius con curiosidad.

—No lo sé, en el momento que pensé en reclamarteya tenía pensado aceptar irme contigo, en un momento lo llegué a pensar soloporque me sentía vacía con mi arte y lograba encontrar inspiración, mi punto esque simplemente acepté solo por ti.

El Recuerdo De Elizabeth BerkshireWhere stories live. Discover now