Capítulo 7

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El omega sabía que nada de esto era coherente, que la forma en que se aferraba a ese hombre no era para nada algo que haría en su estado regular pero no podía evitarlo, no podía siquiera intentar mover un músculo para alejarse de él. Se encontraba cálido, cómodo, se encontraba aferrado al cuello de ese alfa que desprendía un potente olor a posesividad, tan fuerte que lo mantenía aturdido pero Erick no podía quejarse, él se sentía bien, demasiado bien.

El mayor caminó unos pasos con el cuerpo perfecto del chico aferrado a él, ninguno de los dos era capaz de emitir sonido porque dejando de lado a sus lobos y la necesidad indiscutible de querer permanecer juntos, la parte racional de cada uno, sabía que esta situación era bastante extraña, el alfa sobre todo, no terminaba de entender el cambio radical en su comportamiento y mucho menos la forma en extremo posesiva en que trató al pequeño y lindo omega que ahora ronroneaba escondido en su cuello.

Nunca había sido de esos hombres que esperaban tener familia, jamás estuvo en sus planes marcar a ningún omega porque le importaba muy poco enlazarse a alguien, ni siquiera creía en esas historias de destinados, creía en la libertad, en la tranquilidad de no tener que dar explicaciones a nadie y que nadie tuviera que dárselas tampoco. El alfa de veintinueve años no estaba preocupado por conseguirse una pareja, no era su objetivo y siempre estuvo bien con ello, por eso trataba de encontrar una respuesta coherente a lo que había sentido desde la primera vez que vió al chico, el mismo chico que ahora se aferraba a él como si de eso dependiera su vida.

El mayor se había sentado en el sofá con el pequeño encima, el chico no estaba en celo, no olía a celo y eso hacía la situación bastante más extraña porque sería entendible que todo ese comportamiento se diera en etapa de calor sin embargo no era el caso. Recordó la primera vez que lo vió, aquellos ojos preciosos que lo miraron sin saber el caos que crearon en esa fracción de segundo, él lo supo, supo que ese cachorro que ni siquiera se detuvo, ni siquiera se tomó un segundo para observarlo, era suyo, era su cachorro y eso lo tenía vuelto loco, por decirlo de alguna manera, tenía que ser eso porque de lo contrario no habría pasado los siguientes días sin sacárselo de la cabeza.

Cuando lo vió en la fiesta la noche anterior, todo su cuerpo se puso en alerta, no tenía ni idea de que estaba haciendo ese pequeño allí pero agradeció internamente el motivo desconocido que lo llevó a ese lugar, fue como una señal, una señal del destino, aunque él no creía en esas cosas, tenía que serlo, debía serlo porque de lo contrario sería demasiada coincidencia. Lo que no esperó jamás fue la reacción del omega al verlo, eso no podrá salir jamás de su mente y no hay forma hunana en que se borre el momento en que corrió hacia él, corrió como si lo necesitara, como si fuera su mayor deseo, como si llegar a su encuentro hubiese sido lo que estaba esperando. El chico se desmayó justo antes de tocarlo y poco le importó al alfa que todos los presentes estuvieran mirando, le daba igual si quedaba esa imagen grabada en la memoria de los invitados, a fin de cuentas, todos y cada uno de ellos, trabajaban para él.

-¿Te sientes mejor? -Se atrevió a hablar al fin, era la primera vez que le dirigía la palabra y a decir verdad, no sabía como actuar.

-Si... gracias. -La voz sutil de ese pequeño ser se filtró por cada poro de su piel, suave, delicada, casi como un ronroneo y el alfa supo en ese momento que no lo dejaría escapar, no otra vez.

-Yo...creo que tenemos que hablar. -Dijo en tono serio pero comedido, realmente era una situación incómoda, su lobo reclamaba al del chico y él mismo se encontraba aturdido con la sensación de tenerlo encima y su olor...el olor lo tenía nublado.

-¿De...de qué? -Cuestionó en medio de un tartamudeo trémulo, estaba demasiado perdido en ese alfa como para hablar, además...¿Y si decidía irse? ¿Si le incomodaba estar con él? Erick no podía sufrir un rechazo, no estaba en condiciones.

-Bueno...para empezar, podemos presentarnos. -Y de repente fue como si toda la realidad se apareciera en su camino, como si se acabara de dar cuenta de que efectivamente no se conocían de nada.

-Yo...lo siento...lo siento. -Se disculpó de forma nerviosa, estaba totalmente encima de ese hombre, sintiendo una paz nunca antes alcanzada y de repente la vergüenza se apoderó de él.

-No tienes que disculparte, no hiciste nada mal.

-Pero...

-Se que esto es raro, que no sabes como llegamos a esto y para serte sincero, yo tampoco se pero no es tu culpa, fui yo quien vino a buscarte, fui yo quien te llevó a casa, no creo que eso sea culpa tuya. ¿No crees?

Erick no sabía que responder, tenía razón, nada de eso había sido planeado, no fue algo que premeditó, simplemente sucedió pero de todas maneras seguía nervioso, no se atrevió a mirar el rostro de ese alfa de nombre desconocido, no tenía valor para hacerlo y creyó que era mejor así por el momento. Sentado en su posición podía oler el rico aroma que lo había atrapado desde la primera vez que lo vió y esperó a que eso lo relajara antes de hablar, había algo que daba vueltas en su cabeza una y otra vez y tal vez este sería el único momento en que tendría la oportunidad de preguntar. Dió una respiración profunda para darse valor y entonces tomó la palabra.

-Yo...no se que pasó después de la cena, yo solo...solo se que desperté y...bueno...la ropa no estaba y...

-Te desmayaste antes de llegar a mí pero logré atraparte antes de caer. Te llevé a mi casa para que descansaras porque parecías no despertar.

-Pero...estaba...mi ropa... -Erick moría de vergüenza, recordar como despertó desnudo sobre aquella cama ajena, hacía que le entrara pánico.

-Estabas muy...húmedo...tu lubricante...era abundante y bueno... creí que la mejor forma sería quitar tu ropa. -La verdad era que estuvo a punto de tomarlo esa noche, el poderoso olor del lubricante del omega lo descontroló por completo, tanto que tuvo que encerrarse en la habitación más alejada para nasturbarse pero eso no lo diría jamás.

-¿Qué? -El ojiverde ahora si que lo miró con los ojos abiertos de par en par y en ese justo instante el alfa también lo miró. El tiempo pareció deterse en cuanto sus miradas se enlazaron y por lo que pareció una eternidad, se miraron.

-Yo no te toqué...lo prometo. -Aquel alfa se escuchaba sincero, demasiado sincero y Erick le creyó porque además, él mismo sabía que no había pasado nada.

-Lo se. -Susurró sintiéndose pequeño, aquellos ojos café lo miraban fijamente, de forma intensa, como si quisiera leer su mente y eso lo desequilibraba.

-Nunca te haría daño, no se que es esto que nos está pasando y no se que me pasó anoche pero si de algo estoy seguro es de que te quiero para mí, mi lobo reclama al tuyo y aunque he pasado la vida pensando que no necesito a nadie, desde ese momento en que chocaste conmigo al salir del ascensor...no he podido parar de pensar en tí.

no he podido parar de pensar en tí

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