Capítulo 2

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Mirando en retrospectiva, Erick siente que había visto antes a aquel alfa, no sabe donde pero por alguna razón su rostro se le hace familiar. Es sábado en la tarde y después de despertarse casi a medio día, el pequeño omega no ha hecho más que yacer en la cama, está cansado, su trabajo no es precisamente el más relajado y dado el hecho de que despierta siempre a las cuatro de la mañana para poder tomar el bus y llegar a tiempo al edificio, sus horas de sueño son un desastre, por eso aprovecha los fines de semana para descansar. Su subconsciente lo traiciona volviendo a traer a su mente a aquel alfa y su extraño encuentro, Erick no ha podido dejar de pensar en él, en aquellos ojos oscuros que lo miraron de forma intensa por una fracción de segundo, no supo identificar la expresión que tenía en la mirada y tampoco es que le hubiese dado tiempo, todo pasó demasiado rápido, demasiado extraño, así que sacude su cabeza para alejar esos pensamientos.

Afuera llueve, lo sabe por el ruido que hacen las gotas al chocar con los cristales de la ventana y aunque años atrás era un fiel amante de la lluvia, desde que su familia se fue, ya no siente lo mismo, realmente nada logra emocionarlo y eso es triste porque siempre fue un lobito feliz, lleno de vida, Erick siempre fue el alma del lugar y ahora ya no más, no más alma. Sintió su pecho contraerse de manera abrupta, pronto se cumplirían dos años de aquel día, dos años desde que lo más sagrado le fue arrebatado de forma injusta y cruel. Sabe que es inevitable que el tiempo corra y se acerque la fecha, sabe que tendrá que viajar tres horas en su auto, esa chatarra vieja que solo utiliza cuando es estrictamente necesario porque no le alcanza la plata para mantener el tanque lleno con gasolina, por eso va en bus a trabajar, porque es más barato. Erick no quiere pensar en eso, no le hace bien, no quiere sufrir más de lo que ha hecho y está agotado.

Con mucho esfuerzo se levanta al fin de la cama, sabe que aunque no quiera, tiene que hacerlo, después de todo, su familia, donde quiera que se encuentre, no estaría contenta de verlo así y aunque realmente no tiene ganas de hacer nada, aunque no se siente apto para fingir que es feliz, hace su mejor esfuerzo, por eso camina a la ducha y permanece por varios minutos debajo de la regdera para aliviar su pereza. Le gusta el agua caliente, casi al punto de quemarlo pero no lo pueden juzgar, desde que era cachorro, sus padres lo acostumbraron a eso y aunque ya es casi un adulto, mantiene las mismas costumbres.

Casi a punto de terminar su ducha, siente el sonido de su celular anunciando una llamada, no tiene que apurarse para leer en la pantalla quien es el responsable, sabe perfectamente quien es porque no hay nadie más que lo llame. Christopher es su único amigo, es esa persona que ha estado con él en los momentos que más falta le ha hecho un apoyo y lo quiere mucho, demasiado, ese omega de risa escandalosa, vendría siendo como su ancla cuando siente que va a la deriva sin rumbo fijo, Chris, como él le llama de forma cariñosa, es quien lo ha sostenido cada vez que cae y a pesar de ya tener un alfa, un lazo y una vida ocupada, nunca ha permitido que la oscuridad lo consuma.

-Hola pequeño. -Habla a través de la línea inclusive antes de que Erick pueda saludar, siempre con esas energías recargadas, el ojiverde se pregunta si alguna vez se cansa.

-Hola Chris. -Susurra dejándose caer otra vez en la cama, se ha envuelto en la toalla para terminar de secarse con el poco aire del ambiente, le gusta esa sensación, el como las pequeñas gotas escurren por su piel, siempre le ha parecido un placer necesario.

-Voy a decirte algo y no aceptaré una respuesta negativa, así que no intentes evadirme porque sabes que soy muy persistente y aunque tenga que ir en persona y arrastrar tu culo flaco para sacarte de esa cueva a la que llamas casa, no voy a detenerme, así que se un buen lobito y ponte bonito porque vas a venir conmigo y con Zabdiel a una cena de trabajo. No...no me importa si vas a decir que no te gustan esas salidas de gente aburrida con dinero de sobra, a mí tampoco me gusta pero igual voy porque Zab merece que lo acompañe y además, sirven una comida deliciosa, así que procura arreglarte con tu mejor conjunto porque pasaremos por tí a las seis. Cuídate, te quiero.

Decir que se había quedado con la boca abierta, era poco, Erick literalmente no pudo ni siquiera pronunciar una palabra. Su amigo era realmente pesado, insistente y terriblemente conversador, sabía que no le gustaba salir, no le gustaba socializar, no le gustaba participar en cenas aburridas con personas aún más aburidas que no hacían más que lucir sus riquezas monetarias convertidas en joyas caras y ropas de marcas que una persona como él jamás podría obtener. Resopló sabiendo que no tenía escapatoria, de nada valía intentar llamar de vuelta al omega para decirle que no iría, cuando ese castaño escandaloso se ponía en plan intenso, no había nada ni nadie que le quitara la idea y ahí estaba él, aún húmedo por la ducha y pensando en que tendría que ponerse a buscar sus mejores galas para asistir a un evento que no le apetecía.

Decidió no alargar más su castigo, si Chris dijo que lo buscarían a las seis, significaba que realmente llegarían a las cinco y media, el castaño era bastante...impaciente, por decirlo de alguna forma. Erick no es el tipo de chico que sale frecuentemente, nunca lo fue, ni siquiera cuando su familia estaba con él pero aunque no tenía mucho de donde escoger, su closet guardaba un par de conjuntos muy bonitos, apropiados para asistir a eventos como el que Chris le había comentado, así que los sacó para dejarlos sobre la cama. Se quitó la toalla para colocarse unos boxer, al mirar por la vetana notó que la lluvia seguía cayendo, tal vez un poco más suave que antes pero de todas maneras estaba ahí. Suspiró, la noche estaría fría al parecer, así que volviendo a fijarse en la ropa que descansaba sobre las sábanas, decidió no darle más vueltas al asunto, la mejor opción era el traje rojo, era atrevido, demasiado para su gusto pero el color contrarrestaba con la frialdad que presagiaba una noche lluviosa y aunque su ánimo no fuera el mejor, no estaba dispuesto a amargarse más de lo necesario, asistiría a un lugar que no quería pero lo haría con al menos la mínima idea de no sentirse mal, llevaba demasiado tiempo siendo infeliz y un poquito de diversión no le vendría mal.

 Suspiró, la noche estaría fría al parecer, así que volviendo a fijarse en la ropa que descansaba sobre las sábanas, decidió no darle más vueltas al asunto, la mejor opción era el traje rojo, era atrevido, demasiado para su gusto pero el color con...

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