—¿Esta soy yo? –pregunté, dejando escapar una suave carcajada y dándome la vuelta para encarar a la señora Amelia, la cual me miraba con orgullo. Ella estaba vestida con un largo vestido color crema de una sola manga.

—La misma de siempre. –contestó ella, sosteniendo ambas de mis manos y acercándose para plantar un beso en mi mejilla. – Eres una novia hermosa, mi niña. –dijo y noté cómo sus ojos empezaron a aguarse. – No, no voy a llorar. –dijo, dejando ir mis manos y echándose aire con las suyas en los ojos para apartar las lágrimas que amenazaban con salir.

—Si no logra contenerse, la que estará llorando será otra. –contesté, también sintiendo un leve ardor en mis ojos. Ambas reímos ante mi comentario mientras nos abrazábamos, le debía tanto a aquella amorosa mujer. La señora Amelia miró el reloj una vez que nos separamos.

—Casi es hora. –anunció. – Iré a ver cómo va todo y luego regreso a buscarla, ¿Bien? –Asentí como respuesta ante sus palabras y segundos más tarde la señora Amelia salió de la habitación. Me acerqué a la ventana y me metí entre las cortinas para mirar hacia afuera. Desde allí se podía ver el patio trasero, decorado maravillosamente. Todo estaba listo, muchos invitados ya habían llegado y se encontraban charlando, bebiendo o sentados en sus respectivos lugares. Tenía una sensación de malestar en el estómago a causa de los nervios, me preguntaba cómo se sentía Derek. En aquel momento unos toques a la puerta me sacaron de mis pensamientos, provocando que volteara a mirar, debía ser él.

—¡Adelante! –dije, dando algunos pasos hacia la puerta con emoción, pero quedé pasmada al ver de quien se trataba cuando entró a la alcoba y cerró la puerta tras él. – ¿Señor Birdwhistle? –pregunté incrédula aún. Él me brindó una sonrisa un tanto tímida, mientras inclinaba su cabeza hacia mí en forma de saludo. – ¿Cómo...

—Perdone que me presente sin aviso, la señora Amelia fue tan gentil de dejarme pasar. Pero no la culpe, fui yo el que insistió. –explicó, acercándose a mí, aún no podía creerlo. Me acerqué con paso lento hacia él y extendí mi mano hasta su pecho, tocándolo con mis dedos, como si comprobara que era real y no una alucinación. – No se está volviendo loca. –dijo en tono divertido.

—¿Qué hace aquí, Phillip? –pregunté con genuino asombro. Tenía conocimiento de que su familia había sido invitada, pero no pensé que él asistiría.

—No me perdería la boda de una querida amiga. –contestó, provocando que sonriera y acortara la distancia entre nosotros con un abrazo. Su cuerpo se tensó ante mi repentina acción, pero no tardó mucho en rodear mis hombros con sus brazos. Me sentía tan aliviada de que no me detestara, había pasado un buen tiempo desde la última vez que nos vimos y debo admitir que nuestra despedida no fue la más agradable.

—Me alegra tanto verle. –confesé, mientras me separaba de él y lo miraba hacia arriba. –Gracias por venir. – él asintió con una pequeña sonrisa. Phillip traía puesto un elegante traje azul marino y su cabello dorado estaba peinado nítidamente hacia atrás.

—Está hermosa, Liana. –halagó. Bajé la mirada por un instante, y luego le sonreí levemente.

—Se lo agradezco. –contesté. Phillip se mantuvo en silencio por algunos segundos mientras aún me miraba, parecía querer decir algo, pero no estaba segura.

—Solo quería felicitarla personalmente. –dijo finalmente. – Verla feliz me brinda cierta tranquilidad. –agregó, dejando escapar una leve carcajada.

—También deseo verlo ser feliz. –contesté, él asintió levemente.

—Lo soy, Liana. –aseguró, brindándome una dulce sonrisa. – Será mejor que me retire antes de que alguien pueda malinterpretar la situación. –dijo, luego acercó su rostro a mí y plantó un gentil beso en mi frente. – Le deseo suerte. –se despidió, inclinando su cabeza e hice lo mismo.

TAN SOLO TRES MESES | COMPLETAWhere stories live. Discover now