Capítulo 27

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Aquel día sonaban las campanas, por fin íbamos a casarnos. La mansión era todo un caos gracias al grupo de personas que se trasladaba de un lado a otro llevando los decorativos, mesas, manteles, flores, todo. Decidimos hacer la boda en el jardín trasero de la mansión, en realidad di la sugerencia y Derek estuvo de acuerdo. Aunque sabía que teníamos una gran lista de invitados importantes, quería que la celebración fuera simple y acogedora. Para mi suerte, la señora Brimsley captó en su totalidad el concepto que deseaba y lo hizo una realidad, mezcló sencillez y elegancia. No negaré que me sentía ansiosa, nerviosa y un tanto estresada, pero además de eso, estaba feliz.

—Señorita Basurto, ¿Qué hace aquí? –La señora Brimsley me atrapó en la cocina comiendo una de las fresas bañadas en chocolate que se servirían como aperitivo. Reí nerviosamente mientras masticaba la fruta. – Debería estar arriba, alistándose. –dijo, acercándose a mí y empujándome luego fuera de la cocina.

—Lo siento, lo siento. –me disculpé mirándola por encima de mi hombro mientras caminaba hacia las escaleras. Ella me lanzó una mirada de desaprobación antes de retirarse para continuar con su trabajo. Hice una mueca de disgusto mientras subía al segundo piso, ante mi visión apareció la señora Amelia.

—¡Querida! ¿Dónde has estado? Te hemos estado esperando. –dijo, sosteniéndome de la muñeca y arrastrándome hacia mi habitación. Ambas entramos, encontrándonos con las demás chicas.

—¿Por qué tanta preocupación? Es solo una boda. –dije en tono divertido, mientras caminaba hacia la cama y me sentaba en una esquina. Las demás me miraron con cara de incredulidad.

—No todos los días una sirvienta se casa con un hombre adinerado. –comentó Flor, provocando que todas riéramos.

—No todos los días se casa una mujer con un hombre que de verdad la ame. –Agregó la señora Amelia. Sonreí bobamente al pensar que era cierto, en una sociedad como la nuestra el amor no era una prioridad al momento de contraer matrimonio.

—Tiene razón. –Contestó Flor, concordando con ella. – Estamos muy felices por ti, Liana. La vida está premiando todo lo bueno que haces. –Negué levemente, difiriendo.

—La vida empezó a premiarme en el momento en que las conocí a cada una de ustedes. –dije, mirándolas a todas. – ¿Saben? Llegué a pensar que no tenía a nadie, que me encontraba sola, pero estaba equivocada. Ustedes me acogieron y me hicieron sentir segura por primera vez en mucho tiempo y, aún sin conocerme, me brindaron esas mismas sonrisas con las que ahora me observan. –expliqué, sintiendo cómo mis ojos empezaban a cristalizarse. – Quiero agradecerles desde el fondo de mi corazón por ser mi familia y por cuidarme. –dije lo último mirando a Stepha, ella asintió con una pequeña sonrisa nostálgica. –Las quiero tanto. –dije finalmente, provocando que todas se acercaran a mí y me rodearan en un abrazo grupal. Aquel momento fue muy emotivo y especial para mí. Allí estábamos, abrazadas, con el rostro empapado de lágrimas, contentas por la ocasión, pero al mismo tiempo tristes por los cambios que darían nuestras vidas después de aquel día. Sin embargo, quejarme habría sido un pecado porque aquellas mujeres eran un regalo del cielo.

...

Me miraba frente al espejo con nerviosismo mientras la señora Amelia terminaba de abotonarme el vestido por detrás. El diseño era indudablemente hermoso, la modista había hecho un estupendo trabajo. La parte superior del vestido era tipo corset, con encaje de flores y escote en forma de corazón. Las mangas eran cortas, su caída de agua lluvia dejaba ver mis hombros y estaban hechas con el mismo encaje que adornaba el corset . Algunas de las flores del encaje se conectaban con la falda del vestido que caía suelta hacia abajo.

—Y, por último, el velo. –dijo la señora Amelia, mientras que con cuidado lo enganchaba encima del moño bajo que tenía. Dejé escapar un pequeño suspiro al ver mi reflejo en el espejo, radiante, hermoso.

TAN SOLO TRES MESES | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora