Capítulo 25

2.7K 406 84
                                    

Sin palabras, atónita, pasmada, así estuve por algunos segundos. Nunca, ni en mis más grandes sueños, imaginé algo como esto, en mi cabeza no cabía lo que estaba sucediendo. Cubrí mi boca con una de mis manos en señal de sorpresa. Miré primero a Derek, luego al señor Leblanc, quien también me miraba asombrado y, por último, al señor Smith, quien tenía una pequeña sonrisa divertida en su rostro.

—¿Está seguro de que todo eso me pertenece? –pregunté frunciendo ligeramente el ceño. Estaba en estado de negación. – Es demasiado.

—No me cuestione a mí, su padre lo quiso así. –contestó el abogado, deslizando el maletín abierto sobre la mesa que había entre nosotros. – Aquí se encuentran las copias de los papeles que certifican su potestad sobre todo lo mencionado. Me gustaría que los revisase con detenimiento cuando tenga el tiempo y sugiero que nos encontremos luego para explicarle con más calma lo que desee saber. –dijo mientras yo, con cuidado, hojeaba aquellos documentos, era real.

—Yo... no sé qué decirle, señor Smith. –Contesté, dejando escapar una leve carcajada de incredulidad, pero, finalmente, me permití alegrarme. – Se lo agradezco tanto. –Él me sonrió, negando levemente.

—Solo hago mi trabajo, señorita Basurto. –contestó poniéndose de pie. Los tres imitamos su acción. – Bien, sin más nada que agregar, es hora de retirarme.

—Muchas gracias, señor Smith. –dijo el señor Leblanc mientras estrechaba su mano, Derek hizo lo mismo mientras inclinaba su cabeza en forma de agradecimiento. Me acerqué a él para estrechar también su mano, pero no me contuve y me tomé el atrevimiento de abrazarle.

—Gracias. –murmuré, y escuché cómo el señor Smith se reía levemente, dándome algunas palmaditas en la espalda correspondiendo mi abrazo. Me separé de él mirándole hacia arriba con una sonrisa.

—La veo luego. –contestó, inclinando su cabeza ante todos nosotros. El señor Smith hizo el amago de irse, pero se detuvo de repente, como si hubiera recordado algo. –Casi lo olvido. –dijo, buscando alguna cosa en sus bolsillos. Segundos después sacó una llave de uno de ellos y me la extendió. – Esto le pertenece. –Fruncí ligeramente el ceño mientras la tomaba con una de mis manos. – Es la llave de su casa materna, señorita Basurto, puede ir cuando guste. –Explicó. –Oh, y feliz cumpleaños. –dijo, por último, antes de darse la vuelta y caminar hacia la puerta.

—Lo acompaño a la salida. –dijo el señor Leblanc, caminando a su lado y saliendo luego del salón. Observé la llave con detenimiento y no pude evitar sonreír, mi antiguo hogar. Derek se acercó a mí y llevé mi vista a él, mis ojos volvieron a cristalizarse y me abalancé entre sus brazos, rodeándole el cuello con los míos en un fuerte abrazo. Por fin tenía algo que me pertenecía.

—Esto es increíble. –susurré entre lágrimas mientras mi prometido me apretaba contra él con sus brazos.

—Se lo merece, Liana. –dijo, plantando un suave beso en una de mis sienes. Toda mi vida, desde la muerte de mis padres, esperé con tanto anhelo este día sin imaginar las sorpresas que traería consigo. – Creo que este regalo ha superado por mucho el pastel. –Agregó Derek en tono gracioso mientras se separaba un poco de mí y gentilmente removió las lágrimas que se deslizaban por mi rostro con sus pulgares. Reí levemente ante su comentario mientras me sorbía la nariz. – No me gusta verla llorar.

—Son lágrimas de felicidad. –le aseguré, estirando mi mano para acariciar su mejilla. Él inclinó ligeramente la cabeza hacia mi toque. – Ahora podré devolverles todo lo que han hecho por mí. –dije. Él negó levemente, desviando la mirada de mis ojos por algunos segundos.

—Usted no nos debe nada. –respondió con seriedad, volviendo a mirarme. – Y jamás debió trabajar para ganarse su lugar en esta mansión. –negó nuevamente con su cabeza. –Usted llegó aquí en contra de su voluntad, indefensa, triste, pero nunca se mostró ingrata o irrespetuosa. Mi padre decidió cuidar de usted, pero ese favor pareció darnos el derecho de excluirla y maltratarla, y por ello le reitero mis disculpas, aunque reconozco que no serán suficientes para cambiar lo que pasó. –dijo finalmente, dejando escapar un suspiro casi imperceptible.

TAN SOLO TRES MESES | COMPLETAWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu