Capítulo 23

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Narra Derek:

Nos habíamos desviado del camino antes de llegar a la mansión para dirigirnos al lugar secreto de Liana, que se encontraba entre los árboles, junto al rio. Dejamos las cosas encima de una grandes rocas y tomamos asiento en otras, mientras conversábamos. Estuve intentando todo el día pensar en mi responsabilidad, en mi misión, en enfocar mi mente en lo que necesitaba hacer, pero se me resultaba cada vez más difícil. La gentileza, la dulzura y la pureza que emanaban de esa mujer eran nuevas para mí y a las vez tan familiares, cosas que conocí alguna vez y que pensé jamás volvería a encontrar, pero allí estaba ella, brindándome todo aquello y más, haciéndome quererla.

—Fue así como perdí a mis padres aquella noche. –terminó con aquellas palabras su historia mientras miraba fijamente el agua del río que se iba moviendo lentamente por la corriente. – Desde aquel entonces las noches lluviosas no me parecen placenteras, mucho menos relajantes como a muchas otras personas. –dijo, negando levemente y llevando su vista hacia mí. Sus ojos estaban llenos de tristeza, y aquel dolor que sentía era algo que había logrado ocultar casi a la perfección durante años. Siempre se miraba contenta, era amable, empática y condescendiente con los demás, pero luchaba sola con su pasado, y la entendía completamente. – Pensé que con los años sería menos difícil, juraba que lo tenía todo controlado...

—Ese es el problema, Liana, no podemos controlarlo todo, ni siquiera cómo nos sentimos. –dije, mirándola mientras negaba levemente con la cabeza.

—Y creo que es algo que todos aprendemos de un modo u otro. – Concordó conmigo, ladeando una leve sonrisa, yo asentí ante sus palabras. – Anoche sentí mucho miedo. –continuó diciendo. Era normal, había sido una experiencia traumatizante para ella. – Pero no sabía si lo que me aterraba tanto eran los truenos, la lluvia, o tal vez los recuerdos revividos en mi mente. – Fruncí ligeramente el ceño, ¿Qué otra razón podría haber? –Pero luego de darle tantas vueltas al asunto, me di cuenta de que, en aquel momento, mi mayor miedo era perderlo a usted de la misma manera. –confesó, bajando la mirada por algunos segundos, tal vez por vergüenza. Aquellas palabras me sorprendieron y provocaron que el corazón me latiera con fuerza, pero me hacían sentido por su reacción ante la situación y por cómo logró calmarse al verificar que me encontraba bien, a salvo.

—Creo que la comprendo, Liana. –asentí levemente. – Pero no piense que va a librarse de mí con tanta facilidad. –dije en tono gracioso, tratando de alivianar el ambiente y la tensión. Ella me miró, riendo levemente. Me alegraba verla contenta. – Espero haberla ayudado, sé que fui algo torpe al actuar, debo admitir que también sentí miedo y...

—Hizo lo mejor que pudo, Derek. –Liana me interrumpió, sonriéndome con dulzura. – Y eso fue suficiente. –Afirmó, acercándose a mí y plantando un suave beso en mi mejilla. – Se lo agradezco mucho. –Alcé ligeramente las cejas sorprendido. No sé qué demonios me había hecho esa mujer, pero me estaba volviendo loco. Dejé escapar una suave carcajada, llevando mi vista al río y asentí.

—No hay de que. –murmuré.

—Derek. –me llamó después de algunos segundos, provocando que la mirara expectante. – Usted conoce mucho sobre mí, pero siento que aún no sé nada sobre usted. – Era cierto, no solía hablar de mí, ni de mis sentimientos, ni de nada que tuviera que ver con mi vida personal, pero con ella había corrido una milla extra y, aunque sabía muy poco, conocía más de mí que cualquier otra persona.

—¿Qué quiere que le cuente? –pregunté, apoyando las palmas de mis manos detrás de mí sobre la roca en la que estábamos sentados y me incliné ligeramente hacia atrás, sin dejar de mirarla. Ella lo pensó por algunos segundos antes de volver a hablar, parecía estar dudosa, pero al final tomó el valor.

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