Capítulo 31 Una última clase.

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—¡¿Entonces lo viste desnudo?! —La dramática de Lía estaba gritando.

Las dos estábamos en su habitación.

—¡Claro que no!

—¿Si se le calló la toalla no es obvio que lo viste?

Me sonrojé —Bueno algo vi, pero no quiero hablar de ello. Lo que no entiendo es qué hacía Alex dos ahí en su casa si supuestamente estaba en el gimnasio.

—Bueno, eso me dijo el idiota de tu mejor amigo. Me dijo que los dos quedaron en ir juntos al gimnasio y cuando lo llamé me aseguró que estaban juntos.

—Entonces te mintió. —Me acosté en la cama atravesada, Lía hizo lo mismo. —Ethan está más raro que nunca. Nos está ocultando algo.

—¿Sabes? Ayer discutí con Gustavo.

Me di la vuelta y la miré a los ojos —¿Qué hiciste ahora Lianet?

—¿Por qué soy yo la que siempre tiene que hacer algo? —Se cruzó de brazos.

Entre cerré los ojos para presionarla —Bueno estábamos en lo que tú sabes...—Me dio una mirada pícara y entendí a lo que se refería —Sucede que le dije el nombre de otro chico.

Esta vez la que gritó fui yo —¿¡Qué!? ¿Cómo lo llamaste?

—No es importante.

—Claro que es importante, hasta hace dos minutos creía que lo amabas.

—Sí lo amo, solo que me equivoqué, ¿vale? Le dije Ethan —Abrí la boca en una O y se apresuró a hablar —Pero solo fue porque como ese idiota y yo vivimos discutiendo su nombre me salió de repente.

—Si, si yo le vivo cambiando el nombre a todos. —Solté una risita al ver su cara.

—Como sea, no quiero hablar de eso mejor hablemos de ti, tu vida es más interesante. Deja ponerme al día con los últimos acontecimientos. Estás enamorada de dos chicos porque creías que era uno solo y resulta que te engañaron sin obviar que puede que tengan nombres falsos y sean unos asesinos en serie o algo así. Y lo peor de todo, después de crear un plan fallido de venganza lo único que conseguiste fue ver las bolas de tu enemigo. Ahora viene lo más importante ¿Cuál es el siguiente paso que darás en tu venganza contra ellos?

Me quedé en silencio. No sabía qué iba a hacer. Por un lado quería ir y enfrentarlos, pero me ganaba el miedo a sentirme más utilizada. Aunque quisiera decir lo contrario Alex se había convertido en algo muy importante para mí y quería creer que al menos uno de ellos sí había sido sincero. 

El resto de la tarde estuvimos hablando de temas al azar hasta que al fin Lía me dejó en paz y se marchó a su casa. Yo intenté contactar con mi mejor amigo, pero su teléfono daba apagado o fuera del área así que tomé las llaves de mi auto y fui a su casa. Al llegar me sorprendió ver un cartel de (se vende) en su puerta, pero no hice ninguna pregunta a sus padres, preferí que fuera mi amigo el que me hablara del tema, si es que quería hablarlo. Él no estaba así que regresé a mi edificio.

Me extrañó que Ethan no nos hubiera dicho que se pensaba mudar, e imaginé que quizás sus padres seguían con problemas. Desde que conocía a Ethan y eso era desde hacía mucho tiempo sus padres vivían discutiendo por todo. Nosotros casi nunca íbamos a su casa por eso y me dolía que tuviera que vivir toda eso solo, ya que su único hermano vivía lejos de casa. Al final, él, Lía y yo nos llevábamos tan bien por eso, porque nuestras vidas y familias eran muy complicadas. Quizás eso era lo que nos unía a los tres.

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Lunes 3 de la tarde, de nuevo me tocaba dar clases de Tango y eso conllevaba ver a uno de los ciertos chicos que llevaba evitando ver. Me encontraba nerviosa, mis manos estaban sudando y pensé en no ir, pero Lía me arrastró alegando que debía enfrentarlo y lo hice. Mi amiga era muy insistente a veces.

Al entrar al salón de baile me di cuenta de que ya estaba ahí de espaldas mirando la nada por la ventana, justo como el día que me contó toda la verdad. Un escalofrío me dio cuando se dio la vuelta y me enfocó con sus ojos azules.

—Chicos acérquense, tengo que decirles algo —Nuestra profesora empezó a hablar y todos nos reunimos a su alrededor —pronto terminarán el instituto y muchos de ustedes se marcharán. Tomarán nuevos caminos en busca de esos sueños que tanto anhelan así que este es el momento de elegir quienes quieren ser. El instituto solo fue una lucha constante mientras descubrían quiénes eran como personas. Ahora llegará un momento clave donde por decisión propia pueden reinventarse, armarse de valor y perseguir sus sueños. En todos estos meses han creado un vínculo con sus parejas de baile, unos más fuertes que otros, pero de igual forma han pasado mucho tiempo juntos y es momento de dar las gracias, agradecer por todo eso que aprendieron. Después de eso quiero que se abracen para que sus vidas estén más conectadas. Dicen que en un abrazo podemos trasmitir diversos sentimientos y eso es lo que quiero hoy, que antes de empezar la clase se den ese abrazo que quizás algunos nunca se han dado y así se trasmitan buenas energías para lo que está por venir.

Todos empezaron a moverse de un lado a otro en busca de su pareja. Algunos hasta lloraron mientras hablaban sobre lo bien que la habían pasado. Yo no logré moverme del lugar, pero él si lo hizo, vi como empezó a cruzar el salón de clase hacia mí y al llegar se detuvo justo en frente mío.

—No es necesario que hagamos es... —Me interrumpió por completo cuando sus brazos me envolvieron en un abrazo apretado y juro que sentí los latidos de su corazón, estaban acelerados. El mío al sentir ese contacto también se aceleró.

Sentí el calor de su cuerpo y quise seguir así, fundida con él. Era bueno estar de esa manera, sin pensar en nada, sin recordar lo que sucedió. Este era Alex, el Alex que me había hecho amar. Y sí, era una putada y estaba loca, pero me había enamorado de alguien como él. Un mentiroso, un manipulador, alguien que jugó por meses conmigo fingiendo ser alguien que no era. Quizás necesitaba ir a un psicólogo porque no era normal que después de lo que sucedió, después de saber que quizás besé a dos chicos que todo el tiempo jugaron conmigo de una forma vil y siniestra aún sintiera cosas por él o quizás por ellos. No sabía si amaba al Alex del chat, al Alex arrogante o al Alex romántico. Definitivamente me estaba volviendo loca.

De pronto empezó a susurrarme al oído con esa voz tan sexi que tenía, pero esta vez no estaba siendo arrogante sino más bien como una despedida o eso fue lo que sentí —Gracias por existir, por aparecer en mi vida, por cambiar mis planes y recordarme lo maravilloso que puede llegar a ser este mundo. Nunca olvidaré cada minuto que pasé junto a ti y quisiera creer que al menos te hice feliz en algún momento. No sé si fui una huella en esta etapa de tu vida, para mí si lo fuiste... —Se separó de mí lentamente y odié que lo hiciera. Sus ojos volvieron a los míos y noté que estaba a punto de llorar o al menos eso sentí. Se veía vulnerable, tan sincero que llegué a creer por un minuto que decía la verdad.

La clase continuó tranquila, yo no pude decir nada y no porque no hubiera querido sino porque si lo hacía iba a quedar expuesta frente a él y no quería hacerme ver frágil. Si mostraba lo débil que era podría usar eso en mi contra y no lo podía permitir. Hubiera querido decir que él también había sido importante para mí, que volvió el instituto la etapa más mágica de mi vida y que pasara lo que pasara nunca lo olvidaría, pero no lo hice, no dije nada más. Fue triste ver como nos estábamos separando aunque había una última presentación en la fiesta de fin de curso. Bailaríamos una última vez antes de que toda esta etapa acabara para siempre. Y aunque sabía lo que había sucedido lo quería hacer, quería disfrutar ese último baile con el chico que había roto mi corazón.




El chico del segundo B © ✔Where stories live. Discover now