Capítulo 24 Un ¡Feliz cumpleaños!

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Les planteo la escena casi a la hora de mi encuentro con Alex. Mi madre sentada frente al TV viendo uno de esos reality shows que le gustan. Mi hermano sentado con su celular en las manos sonriendo como tonto. (Como siempre hacía últimamente.) Y yo..bueno, yo estaba ideando algún plan rápido para no decir a donde iba. Es que era tarde y a esa hora no acostumbraba salir. Conocía a mi madre, ella siempre había sido muy desconfiada.

Entonces se me ocurrió un plan, pasé por el lado de ellos con la bolsa de la basura en las manos, caminé despacio evitando hacer el menor ruido posible. Solo faltaban unos metros para llegar a la puerta y todo estaría bien.

—¿Se puede saber a donde vas a esta hora?

Y sí, mi madre me sorprendió. Me di la vuelta lentamente fingiendo cara de inocente.

—Voy a tirar la basura, hoy me toca a mí y no lo hice.

—Es tarde, lo haces mañana.

—Insisto, casi soy mayor de edad y debo ser responsable de mis actos, o eso me dices a cada rato, ¿no?

Juro que estuvo a punto de secarse una lágrima. Me sentí culpable por mentir de esa forma, pero debía hacerlo. Quería saber lo que tenía por decir mi querido vecino.

Continué mi camino, salí de casa hasta el elevador. Como siempre no funcionaba a esa hora. En mi querido edificio los vecinos acordaron en una reunión que después de las 11:00 el elevador estaría cerrado por el ahorro de la electricidad, o eso me dijo mi madre. Caminé hacia las escaleras y subí los tres pisos restantes a toda prisa. Como era tarde llevaba unos pantalanes anchos de algodón a juego con un suéter, ambos rosados. Sabía que me veía patética, pero no me iba a vestir elegante para ir "a tirar la basura". Hablando de eso, dejé la bolsa de la basura a un lado de la escalerita que daba a la azotea y subí.

Mi mirada buscó a Alex. Lo encontré sentado en el muro del límite del edificio con las piernas colgadas hacia abajo. Estaba observando las luces de la ciudad y entendía por qué lo hacía, era una vista hermosa, como si alguien hubiera esparcido luces en colores por doquier.

—Pensé que no vendrías —Me dijo mientras se volteaba. Estaba un poco oscuro, aun así logré ver su sonrisa. Llevaba su chaqueta de cuero y unos vaqueros oscuros. Era increíble, pero con cada cosa que se ponía se veía estúpidamente apuesto.

—¿En estos momentos eres Edu, o el idiota de Alex? —Medio bromeé.

—No le digas idiota a Alex que se que babeas por él en secreto. Igual tienes razón, Edu es mucho mejor.

—Pero, ¿en verdad quién eres? —Repetí la pregunta mientras me sentaba a su lado con las piernas colgadas hacia el lado contrario, no era tan valiente como él.

—Ya te lo dije una vez, soy quien quieras que sea. Puedo ser Alex y convertirme en tu perversión —Me dio una mirada seductora, tomó el cuello de mi suéter y me atrajo hacia él. Mi respiración se volvió pesada, no sabía qué decir y sus labios estuvieron a solo centímetros de los míos, pero me soltó y se alejó de mí. —También puedo ser Edu y ser un romántico sin remedio. Y decirte que no se lo que estoy sintiendo, pero quiero descubrirlo. Quiero armar nuestro rompecabezas y demostrarte que puedo ser alguien diferente a lo que siempre fui. —Bajó la mirada y sentí que estaba triste. —No se si lo logre, pero lo quiero intentar —Levantó su mano derecha y acarició mi rostro. Tomó un mechón de pelo rebelde que colgaba a un lado de mi rostro y lo colocó detrás de mi oreja sin despegar sus ojos azules de los míos. Sin darme cuenta sacó como los magos una rosa roja fosforescente de la parte de atrás de mi rostro y continuó hablando —A veces la magia está frente a nosotros, solo debemos saber buscarla. Es entonces Miseria Elizabeth, que lo imposible se vuelve posible y un día cualquiera se puede convertir en un recuerdo inolvidable. 

El chico del segundo B © ✔Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang