Capítulo 11 Un beso robado.

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Una llamada hizo que me despertara. Era Betty una compañera de mi clase de tango. Me extrañó que me estuviera llamando cuando casi ni intercambiábamos palabra alguna en el instituto. Vi la hora, eran las 9 de la noche. No supe cuándo me dormí, pero lo había hecho. Una música llegó detrás de la puerta y supuse que era Piter así que decidí contestar la llamada.

—¿Hola?

—Hola, Miseria, quería preguntarte si podía ir a tu fiesta.

—¿Qué? —Me senté en la cama y abrí los ojos.

—Joder tu fiesta, es que vi que invitaste a los demás menos a mí y creí que lo habías olvidado.

—Betty espera un segundo. No sé de que fiesta me estás hablando.

—Vamos Miseria no tienes que mentirme, si no quieres que vaya pues dímelo y ya. No tienes que estar inventando excusas.

La chica parecía alterada y más lo estaba yo que no entendía de qué hablaba.

Colgué la llamada y salí de mi cuarto. La música se escuchó aún más alta y no procedía de la habitación de mi hermano sino de la sala. ¡De mi sala! Corrí de prisa y mis ojos se abrieron como platos.

¡En mi casa había una fiesta!

Literal había un montón de adolescentes bailando con luces y todo. Parecía una discoteca en medio de aquella sala tan pequeña. Por todo el piso había vasos de plásticos regados y recé porque no fuera alcohol lo que contenían.

Un chico pasó por mi lado borracho y respondió a mi interrogante. —¡Miseria! Gracias por... invitarme a tu fiesta...

Me quedé pasmada. Yo no había invitado a nadie. Busqué con la mirada al causante de todo, pero no lo vi. Al que vi fue a Piter.

Corrí hacia él y le arrebaté el baso que tenía en su mano. —¡Me puedes explicar qué está pasando aquí!

—¡Una fiesta! —Mi hermano estaba dando saltos raros con los ojos cerrados.

—¡¿Piter estás borracho?! —Grité y lo tomé por un brazo.

Vi a un chico que no conocía manoseando a otra chica que tampoco conocía en el sofá y les grité que dejaran de hacer eso en mi casa pero me ignoraron.

Mi mandíbula calló al suelo cuando vi a mi mejor amigo bailando como si no hubiera un mañana encima de la mesa mientras los demás gritaban. Ese sí que estaba borracho, tanto que por un segundo creí que se caería. Corrí hacia él.

—¿Ethan se puede saber qué haces?

Su mirada se enfocó en la mía y estiró su mano. La tomé suponiendo que era para bajar pero no. Me sostuvo con fuerza y me levantó hasta quedar junto a él.

—¡Bailemos! —Dijo y siguió bailándo pegado a mi cuerpo.

—No quiero bailar, quiero que esta locura termine. ¿Dónde está Alex?

—¿Alex? Él te gusta a que sí...

—¡Claro que no!

—¡Claro que si!

—Dios santo estás muy borracho

—Y tú muy enamorada.

—¡¡¡Chicooooooos!!! —El grito de Lía me sorprendió. La miré y me puse la mano en la cabeza. Ella también estaba borracha. De inmediato se subió junto a nosotros y empezó a bailar. —¿Pensaban bailar sin mí? O sea. ¡¡¡Sin la reina de esta fiesta!!!

Un coro de chicos borrachos gritó tras escuchar a mi amiga.

—Esto no me puede estar pasando —me lamenté y suspiré. —Lía por favor me puedes decir dónde está Alex.

El chico del segundo B © ✔Where stories live. Discover now