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Entramos a la casa-bodega de Katashi seguidos de sus guardaespaldas.

— Caballeros, creo que el señor Katashi nos espera — me mordí varias zonas de mi boca ahogando las ganas de reírme

Eso es lo que hago siempre que estoy nerviosa. Reír

Controlate.

Eso intento.

— Yo los espero. — un hombre vestido completamente de negro bajó las escaleras

Pellizqué discretamente a Isaac para que viera sus garras. El señor era un hombre lobo, pero Isaac no me hizo mucho caso. 

Colocamos el arma de Argent en una mesa frente a nosotros.

— Veo que nuestro vendedor tuvo el valor suficiente de traer a una chica para acompañarlo, ¿no es así? — tragué con fuerza

— O él tuvo el valor suficiente de acompañarme — me crucé de brazos y abrí la caja del arma — Vinimos a venderles esto, nada más — abrió ligeramente los ojos, sorprendido

— Bueno, pues comiencen. — pateé a Isaac para que hablara

— Lo que estamos viendo aquí, es una pistola de rotación francesa Flintlock creada a mediados de siglo XVII que fue un regalo de Luis XIV para una importante familia francesa — me miró de reojo

— Solo se ha disparado una vez — seguí

— En un duelo entre hermanos, en los jardines del... —

— Palacio de Versalles, lo sabemos — intervine sabiendo que la historia no era real

Veremos como acaba esto. 

Miré a Isaac para que se diera cuenta, pero estaba demasiado nervioso como para notarme.

— Así que parece saber — tartamudeó al decirlo

— Ah, el señor Katashi sabe lo que quiere. Nos la llevaremos —

Entré en pánico, mentiría si digo que no.

¡¡Haz algo!!.

¡¡Tu eres la conciencia, el cerebro!!

Abrió el maletín donde estaba el dinero.

— 150 mil dólares —

Los miramos sin saber qué hacer.

— Creo que vamos a tener que contarlo — dijo nervioso

— ¿Enserio? —

— Si el señor Katashi sabe lo que quiere, nuestro jefe también y lo que quiere es su dinero. Así que sí, lo contaremos — les dije. 

Después le hice una señal a Isaac para que sacara la máquina de contar dinero.

— Sabes mucho de negocios —

— Se me da bien — metimos lentamente y de una por una las pajas de dinero en la máquina

Estábamos a medio de contar el dinero cuando la mano con garras del tipo frente a nosotros cerró el maletín con fuerza.

— No conoces la historia completa de la pistola, ¿o si? Porque al parecer tu compañera sí. Te dio varias miradas para que te dieras cuenta — cerré los ojos.

Estamos jodidos.

— No hubo un duelo entre hermanos. Era una historia falsa para encubrir la verdad: fue el encuentro en un bosque con un animal agresivo. Su mordedura hizo que uno de los hombres se convirtiera en algo... Monstruoso. Con el código de su familia, el hermano lo mató con esta misma arma. — 

Cielo Sin Estrellas [Isaac Lahey y tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora