—Bien, bien. –dijo ella con una sonrisa divertida mientras terminaba de batir la mezcla. – El siguiente paso es verter la masa en los moldes. –Explicó, y en aquel momento decidí entrar en la cocina.

—Buenos días. –saludé con una amplia sonrisa. Los ojos de todos se posaron en mí, sorprendidos al verme allí, en especial Derek.

—¡Liana! ¿Qué hace despierta tan temprano? –preguntó la señora Amelia dejando el envase a un lado y acercándose a mí. Derek se rascó la nuca con nerviosismo mientras me brindaba una pequeña sonrisa, qué tierno se veía.

—La emoción no me permitió seguir durmiendo. –contesté en tono gracioso. – Hoy es un día muy especial, ¿o lo olvidaron? –pregunté cruzándome de brazos.

—¡Claro que no! –exclamó Flor mientras se acercaba a mí junto a las demás. – Bien chicas, como lo ensayamos: ¡uno, dos, y tres! –entonces todas en la cocina empezaron a cantarme una canción de cumpleaños. "Cumpleaños feliz, te deseamos a ti, cumpleaños, querida Liana, cumpleaños feliz" se escuchaba mientras aplaudían al son de la melodía. Derek, que se encontraba aún detrás, también aplaudía con una sonrisa divertida mientras me miraba.

—Muchas gracias, chicas. Las quiero demasiado. –dije mientras ellas me envolvían en un abrazo.

—Sabes que eres muy valiosa para nosotras, Liana. –contestó Stepha mientras nos separábamos. Las miré llena de felicidad, me honraba poder llamarlas hermanas.

—Y ustedes lo son para mí, de veras. –dije tratando de besarles las mejillas a todas. Derek carraspeó la garganta, provocando que llevara a mi vista hacia él.

—¿No guarda nada para mí? –preguntó, cruzándose de brazos al mismo tiempo que se recostaba de la encimera. Alcé las cejas mientras las chicas se apartaban de mí dejando escapar algunas risitas.

—Usted es quien debería darme algo, soy la festejada. –contesté en forma de broma mientras me acercaba a él. Rodeé su torso con mis brazos, mirándole hacia arriba. Él dejó escapar una suave carcajada mientras pasaba sus brazos alrededor de mis hombros y plantaba un corto beso en mi frente.

—Ese era el plan, pero nos ha interrumpido. –objetó, encogiéndose de hombros y luego procedió a propinarme otro beso, pero ahora en la mejilla. – Feliz cumpleaños, señorita Basurto.

—No por mucho. –contesté, provocando que ambos riéramos. Mordí ligeramente mi labio inferior mirándole con dulzura, amaba a ese hombre y me provocaba un montón de sensaciones. – Muchas gracias, señor Leblanc. Ahora déjeme ayudarle con ese pastel. –dije en tono burlesco, separándome de él. Derek me miró con sorpresa.

—¿Cómo lo...

—Las paredes tienen oídos. –respondí simplemente, mientras que las demás chicas empezaron a reír y yo con ellas.

Entre risas, algunos accidentes y un poco de desorden terminamos de preparar el bizcocho, con algo de ayuda de la señora Amelia, por supuesto. Luego de comprobar que estaban cocinados, sacamos del horno los dos moldes y los dejamos enfriar por unos minutos. Posamos los bizcochos uno encima del otro, el de arriba siendo el más pequeño, haciéndolo de dos pisos y procedimos a decorarlo con una manga pastelera. Ciertamente Derek no poseía el arte de la repostería, pero se estaba esforzando y, con un poco de asistencia y trabajo en equipo, el pastel resultó todo un éxito.

—¿Qué le parece? –preguntó él, mirando el postre con las manos posadas debajo de su cintura en forma de jarra y luego llevando su vista a mí. – No luce tan mal.

—Es perfecto. –respondí con una gran sonrisa y me atreví a volver a abrazarle. Él me rodeó con sus brazos y plantó un suave beso en la coronilla de mi cabeza.

TAN SOLO TRES MESES | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora