CAPÍTULO 1 NOTICIAS ANGUSTIANTES

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Mi respiración era muy agitada. Cómo no, si venía corriendo doce cuadras, en pleno invierno, a las cinco de la mañana rumbo al hospital. Me habían avisado que papá estaba mal otra vez. Esas doce cuadras parecieron kilómetros interminables por la intransitable y bella Inglaterra. En este momento no tan bella para mí, pues la maldita distancia me estaba separando de papá, del viejo como yo le llamaba y a él le molestaba. Finalmente, entre sudores secos, agobios, maldiciones, fatigas y mucha angustia, llegué al bendito lugar. Todo parecía en calma, todo menos yo, claro.

¿Cómo podría estarlo, con aquella trágica llamada? Y allí mismo, resultaba confusa aquella escena, como salida de una película de suspenso, donde la víctima, en este caso era yo, Camila Cabello esperaba lo peor.

Luego de mi llegada no ocurrió nada. Creo que en mi interior esperaba encontrar un completo caos en el hospital, al igual que el caos en mi mente, a la cual no podía detener, ya que parecía tener vida propia, ser muy catastrófica y sobretodo, negativa. Pero no. No pasó nada de lo que imaginaba, así que, para cortar el suspenso y el drama, decidí acercarme a la recepción. Ahí estaba Cassie, la novia/mujer de Charlie, "la metiche", como le apodaba desde que la había conocido. Realmente parecía un mar de lágrimas, no dejaba de llorar y clamar como un alma en pena, juro que eso me aterraba. No el hecho de que llorara, porque era muy común en ella, tenía una facilidad para armar y desarmar teatros que impresionaba. Lo que me asustaba era la forma en la que lo hacía está vez. Lloraba como si estuviera muriendo por dentro, como si le estuvieran arrancando un pedazo de sí misma. Ahí comprendí que aquella mujer frívola y ridícula como yo la llamaba, realmente quería a mi padre. No era tan mala después de todo... Y yo que pensaba que estaba con él para que la mantuviera. Y es que Charlie nunca fue un galán, más bien era un solitario. Sencillo y observador. Bastante gruñón y de pocas palabras, a decir verdad. No puedo decir lo mismo de mí, ya que el sarcasmo es mayor que todo mi delgado cuerpo, mi boca nunca se queda cerrada, y por supuesto, tampoco puedo dejar de meterme con las personas. ¿Qué puedo decir? No puedo evitarlo. Me gustan las personas, la mayor parte del tiempo, claro.

Físicamente, no sé a quién me parezco. Comparándome con el viejo, soy su opuesto, ya que Charlie, con su metro ochenta, cuerpo robusto y manos ásperas debido a tantos años de trabajo forzado, con unos bonitos ojos color azules, intimidantes, y sobre todo, sinceros. Al mirarlo puedes saber qué piensa. Creo que es lo que más amo del viejo, esa pureza que hay en sus ojos. Su cabello rubio, tintado con algunos tonos grises, producto de una larga vida vivida, siempre con el mismo corte recto y parejo. Nada de cosas exuberantes, mucho menos llamativas. Suficiente tiene conmigo, su extravagante hija de ojos, justamente hazel. Cabello castaño, el cual, casi siempre se encuentra al natural, con sus típicas ondas. Un cuerpo delgado por el esfuerzo físico al cual siempre me he sometido, un metro cincuenta y cinco orgullosamente, y sonrisa fácil. Me gusta sonreír a pesar de todo. Me enseñaron a erguir la cabeza pese a los problemas, y así lo he hecho.

No tengo como comparar mi parecido físico con mi supuesta madre, ya que jamás la conocí. No es algo realmente interesante, mucho menos relevante, por lo cual no es mencionada. ¿Para qué? Hay que concentrarse en las personas que están presentes. Como mis amigos, o debería decir, familia. Los hermanos Dinah Jane, y Zayn Malik. Mi verdadera familia junto al viejo. Él me enseñó que la familia no son los lazos de sangre, sino a quien sientes en tu corazón. Esas personas que llegan a tu vida por casualidad y se convierten en todo. Hay un dicho con el cual, siempre me he identificado. La sangre hace parientes, el amor familia. No imagino qué sería de mi vida sin el viejo, el hombre que me hizo creer de nuevo. Por eso, verlo así de pálido, casi sin cabello, sin vida, es desgarrador. No parece mi Charlie. Acostado en esa cama de hospital, entubado y cableado a más no poder. Cuando me ve, sube las cejas y sonríe con cierta dificultad, pero de forma conciliadora, haciendo que me tranquilice momentáneamente. El está bien, o al menos, estable. Tengo la esperanza, y seguridad de que pasara un día más conmigo. Mi Charlie es un hombre fuerte.

Alguien toca mi hombro, haciéndome sobresaltar. El médico me hace una seña para salir de la habitación, y le sigo de forma apresurada.

—¿Cómo está?—pregunto nerviosa, cruzándome de brazos. Él me mira y da un largo suspiro. Intento mentalizarme para lo que quiera decirme.

—No quiero mentirte, Camila...—un nudo se forma en mi estómago y mis ojos se cristalizan, haciéndome sentir un leve ardor al retener las lágrimas.—Está muy delicado—trago duro y él continúa.—Ha estado aceptando la medicación, pero no será por mucho, escucha... —suspira pesadamente.— Debe empezar cuanto antes con el tratamiento...

—¿¡Pues qué espera para hacérselo!?—grito exasperada, sobresaltándolo por mi arrebato. ¿Qué demonios espera? ¿Una invitación? Debería dejar de estar aquí perdiendo el tiempo conmigo, y...

—Ese es el problema...—dice interrumpiendo mis feroces pensamientos. — El tratamiento es muy caro Camila, no lo cubre el seguro. Y tampoco lo podemos tratar aquí. Lo mejor sería transportarlo a Roma, Italia. Allí podrá ser atendido con lo mejor de lo mejor. Primero, se debería hacer la transferencia de dólares a Estados Unidos, donde queda la cede principal.—Lo miro sorprendida por lo que acaba de decir ¿Roma? ¿Italia? ¿Dinero? ¿Tratamiento?. Mi cabeza intentaba asimilar toda la información.

—¿Hay posibilidades de que sobreviva con ese...procedimiento, doctor?—pregunto mirándole esperanzada. Por favor Dios. Por favor. No me abandones ahora...

—Existe una posibilidad del 74%—trago duro, y el doctor Gerard pone su mano en mi hombro suavemente. —Estoy seguro de que lo logrará, Camila. Es un hombre joven y fuerte. Tiene mucho por delante y....—

—Pues entonces lo haremos—le miro decidida, cortando su discurso. La decisión fue tomada en el momento que existió una luz de esperanza.

Como que ahora mismo soy Camila Hazel Cabello, mi padre recibirá el jodido tratamiento y se salvará. Aunque tenga que venderle mi alma al mismísimo diablo otra vez...

Lo inquietante e importante es, ¿de dónde sacaré un millón de dólares? No es algo que te encuentres en los árboles, mucho menos que te choque de frente...

"Cuidado con el diablo, querida Hazel, él siempre está cerca, al acecho de oportunidades como la tuya."

Hazel (Camren)Where stories live. Discover now