𝐕𝐈𝐈

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Una hora después de que terminara la fiesta, todos en el castillo dormían plácidamente, o al menos lo intentaban. Sunoo, acostado en su habitación, no podía conciliar el sueño y solo podía pensar en que su mejor amigo se encontraba en el castillo en estos momentos, durmiendo en una de las habitaciones. Algo que nunca esperó que sucediera.

Se revolvió entre las sábanas mil veces intentando encontrar una posición en la que pudiese dormir. Se levantó a mirar por la ventana cuando se rindió de seguir intentando, observó como la luz de la luna apenas iluminaba el jardín y se quedó pensativo por unos minutos, luego recorrió su habitación de un lado a otro, pero finalmente dejó de contenerse y se decidió por salir.

Caminó por los largos pasillos y escaleras hasta llegar al primer piso de las habitaciones de invitados. Hizo una pausa antes de seguir, sin comprender su acto impulsivo. Sacudió la cabeza para deshacerse de pensamientos extraños y caminó lentamente hacia la última habitación, pero antes de llegar a su destino chocó con cierto castaño.

—¿Jay? ¿Adónde vas? —preguntó el príncipe sorprendido, sobándose el hombro con el que habían chocado, aunque ya sospechara la respuesta.

—¿Adónde vas tú? —preguntó Jay, evadiendo contestar.

—Yo vivo aquí —contestó el pelinegro, encogiéndose de hombros. Se cruzó de brazos y miró con los ojos entrecerrados al rostro del castaño, que a pesar de la poca luz se notaba nervioso.

—Oh, es cierto —respondió, soltando una aguda risita nerviosa.

Sunoo lo miró atento por unos segundos más, era extraño verlo así, y suspiró antes de chasquear la lengua.

—La habitación que buscas está un piso más arriba, la segunda puerta a la derecha.

Jay se rascó la nuca y con un pequeño rubor en sus mejillas le sonrió tímido.

—Gracias.

—Suerte —Sunoo le sonrió, un poco emocionado en su interior.

Cuando el castaño comenzó a subir por las escaleras, el rubio continuó su camino. Se detuvo nuevamente antes de tocar, pero no tuvo tiempo para pensar porque la puerta en frente se abrió de imprevisto, sobresaltando al príncipe. Dio un paso atrás cuando sintió un cuerpo conocido muy cerca.

—¿Sun?

—Hola, Sunghoon —le respondió el príncipe a su confundido amigo, ignorando que se sentía algo intimidado por la mirada fija que tenía sobre él —¿Vas a alguna parte?

El de pelo ceniza le examinó el rostro y sonrió pasa sus adentros.

—No —dijo luego de guardar en su memoria la imagen de su mejor amigo en pijama al otro lado de la puerta con un rostro levemente sonrojado y el cabello desordenado. —Ven, entra.

—¿Despertaste por Jay? —preguntó Sunoo cuando entró a la habitación.

—Algo así. No se dio cuenta que estaba despierto y observé como se escapaba.

—¿Ibas a salir a perseguirlo? —preguntó el pelinegro divertido.

Sunghoon rió.

—Solo le iba a desear suerte.

—Tranquilo, yo lo hice.

Ambos rieron.

—Por lo que sé aún no ha pasado nada pero tal vez mañana deberías preguntarle a Jungwon —dijo Sunghoon y se sentó en el borde de la cama junto a Sunoo, quién asintió.

—Definitivamente.

—Bueno, y... ¿A qué se debe tu visita? —preguntó Sunghoon mirándolo a los ojos, acercándose un poco más sin ser tan notorio.

La Douleur Exquise │ 𝐒𝐔𝐍𝐒𝐔𝐍Where stories live. Discover now