1

3.6K 219 160
                                    

.

Amigo

.

Desde el clima, hasta las atracciones, Boston era completamente diferente de Star City.

Cualquiera podría decirlo, aunque, la verdad, cuando Malcolm se mudó allí a causa de la Universidad, ni siquiera le prestó demasiada atención.

Cambridge era bastante costosa como para alquilar un departamento en la zona, así que resultaba más factible rentar uno en una ciudad aledaña y trasladarse todos los días hasta allá, antes que quedarse a cinco minutos del campus en un lugar que no podría pagar ni doblando sus horas de trabajo.

Su departamento era pequeño, con no mucho más de lo que se consideraría lo esencial, y, aun así, lo suficientemente cómodo como para que Malcolm pudiese intentar llamarlo hogar.

Claro que nunca sería como el verdadero, pero, al menos por ahora, no necesitaba nada más.

No mientras siguiera manteniendo esa distancia de más de 4,000 kilómetros a California y específicamente a sus habitantes.

No mientras eso le alejara de todo aquello que no podía y no debía tocar...

Y en realidad, luego de casi tres años ahí, Malcolm había empezado a creer que podría hacerlo funcionar. Su vida era una rutina bien establecida; iba a la escuela por las mañanas, hacía sus deberes en sus tiempos libres, y trabajaba usualmente los fines de semana, a diferencia de su primer año estudiantil.

Por fortuna, la necesidad de trabajar todos los días se había reducido considerablemente, gracias, entre otras cosas, al programa de asistencia financiera al que su Coordinador Académico lo había inscrito con una amplia y grandilocuente recomendación.

Claro que la ayuda extra le había costado tener que abandonar el dormitorio, pero, después de hacer números, y tomando en cuenta que tanto su compañero como él no parecían soportarse en lo más mínimo..., la verdad no resultó ser una decisión tan complicada.

Malcolm había aprendido al poco tiempo de estar ahí que una escuela de "ensueño" como esa tenía el título bien merecido. Porque, para casi todos, seguir con el mismo desempeño impecable con el que llegaban era técnicamente una odisea onírica.

La mayoría de sus compañeros habían sido estudiantes perfectos en preparatoria, y la misma mayoría, apenas entrar, habían obtenido notas que con suerte sólo llegaban al suficiente cuando antes estaban acostumbrados a calificaciones significativamente altas.

Tampoco era un secreto que la mayor cantidad de personas ahí eran adineradas. Claramente no eran las únicas, pero sí el grupo más abundante, y, justamente eso, junto con el innegable ego de persistir en cierta clase de podio intelectual gracias a la presión social, o incluso familiar y auto inducida, los convertía en individuos ridículamente susceptibles y dispuestos a pagar lo que fuera necesario para conseguirlo.

Honestamente, Malcolm no podía sentirse mal, ni tampoco un estafador, diciendo que el dinero que ganaba como tutor de un montón de chicos ricos le servía bien para vivir donde lo hacía y como lo hacía.

Así que, sí, de alguna forma, cosas como esa en verdad habían mejorado con el tiempo.

Sin embargo, también había otras que habían empeorado...

Por ejemplo, su soledad.

Malcolm apenas y convivía con sus compañeros de clases más allá de lo visto como necesario o convencional. No había nadie lo suficientemente cercano a él. No como Stevie, a quien seguía viendo cada que podía cuando llegaba a visitarlo, y que era, a su vez, la única persona conocida desde su vida en California con la que se comunicaba continuamente de una u otra manera.

Serotonina [Wilkercest]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora