─ ¿Qué pasantía? ─preguntó una confundida cabellera rubia paseando la mirada desde Jisung hasta Chan deteniéndose en mí.

─ Antes de que fundara mi propia marca, trabajé para el padre de Chan durante un tiempo ─comencé hablando para aclarar su duda─. Estuve encargado de diseños y marketing de colecciones del grupo Bang. Un año antes de inaugurar H&H, Jeongin ingresó como pasante a mi cargo. Aún no entiendo por qué, si era estudiante de negocios ─me giré hacia el director de la empresa para hacerle una pregunta antes de continuar con la historia─ ¿Por qué lo asignaron al departamento de ropa?

─ Ese departamento influye también con el marketing de la empresa. Papá sabía lo que hacía ─respondió tomando de su cerveza.

─ En fin, volviendo a la historia. Hizo su pasantía conmigo, me ayudó a mejorar en tantas maneras que no tendría tiempo de explicarlas todas. Nos volvimos cercanos, más que compañeros de trabajo ya nos considerábamos amigos. Cuando renuncié al grupo Bang para abrir mi marca, le pedí que me acompañara en el camino. Sabía que sería difícil y que él recién se había graduado, pero aceptó el reto y es algo por lo que siempre estaré agradecido ─finalicé dando dos palmadas suaves sobre la rodilla de Jeongin más cercana a mí.

Mis ojos se posaron nuevamente sobre Felix quien mantenía la mirada perdida en algún punto sobre la mesa. Su cara detonaba cansancio y tristeza, tal vez era verdad que deberíamos irnos a casa pronto.

─ Era una oportunidad que no iba a desaprovechar ─respondió mi amigo dedicándome otra de sus marcadas sonrisas.

Estuvimos contando anécdotas de nuestros trabajos por un rato más. Felix compartió un poco acerca de su primera semana como modelo oficial, yo escuchaba atentamente hasta que llegó un punto en el que me perdí admirando su cara.

El sonido de su voz sonaba como un eco alejado pues mi atención estaba puesta en cada detalle de su rostro; lo marcado de su mandíbula, la forma en que su nariz se arrugaba cuando sonreía, el movimiento de sus pestañas al parpadear y las tiernas pecas que descansaban sobre sus ojos.

Estaba tan anonadado que no fue hasta que una figura pasó frente a Felix que pude salir de mi trance.

Seguí a Chan con la mirada mientras se iba alejando de nuestra mesa hasta alguna esquina del lugar, llevaba el teléfono pegado a uno de sus oídos y una mano cubriendo el otro para evitar el ruido del lugar. Se le veía preocupado, completamente diferente al ánimo que tenía hace un rato.

Cuando volvió me incliné hacía él para preguntarle qué le pasaba, se encogió de hombros y respondió.

─ Mi abuelo, quiere que lo vea mañana para una conversación importante según él ─pellizcó el puente de su nariz antes de continuar─. Aunque ya sé lo que dirá. Lleva semanas dándome señales diciendo que necesito cerrar una alianza con alguna empresa y, para él, eso solo significa una cosa...

─ Matrimonio.

─ Exacto ¡Agh! Seguramente me obligará ir a citas a ciegas ─el pelinegro pasó sus manos por su cabello, su cara mostraba una combinación de desesperación y frustración. Di una palmada en su hombro y miré a nuestros acompañantes.

─ Creo que es hora de irnos, chicos ─me levanté de mi lugar para acercarme a pagar la cuenta.

Los demás se levantaron a regañadientes recogiendo sus abrigos y tomando los últimos sorbos de sus respectivas bebidas.

Cuando los cinco estuvimos afuera del restaurante vimos como un par de chicas se acercaron a donde estábamos, una llevaba una flor amarilla que le extendió a Felix quien la tomó entre sus manos con una expresión de duda en su cara.

─ ¡Hola, Felix! Te vi en la portada de Heavenly Asian y me gustaron demasiado tu presencia en las fotografías. Leí en el artículo sobre tus flores favoritas, pero solo tenían amarillas. En fin, solo quería decirte que admiro mucho tu esfuerzo y todo lo que dijiste en esa entrevista, te apoyaré de ahora en adelante ¡fighting! ─dijo a manera de trabalenguas una de las chicas, llevaba un uniforme escolar y las mejillas rosadas. Habló con gran rapidez y, con la misma fluidez, salió corriendo del brazo de su amiga apenas y terminó de hablar.

Nuestro grupo de amigo se quedó estático en su lugar sin creer lo que habíamos presenciado, el silencio era sepulcral hasta que Jisung soltó una risa nasal que nos provocó reír a todos los demás.

Aunque el momento había sido gracioso, no pude evitar sentir como mi estómago se revolvía y mi pecho se presionaba.

Esperaba que solo haya sido la comida.

A los pocos minutos llegaron los respectivos autos de Chan y Jisung para ser llevados a sus casas, yo me ofrecí a llegar a Jeongin y a Felix para que mis amigos pudieran descansar.

Está bien, sí, lo admito. Quería pasar tiempo con Felix.

Pero mi plan no salió como lo esperaba pues el chico de las pecas se subió en el asiento del copiloto junto al señor Park. Mi asistente tampoco era mala compañía, pero esto no era lo que había planeado.

─ Gracias por traerme, nos vemos mañana ─dijo Jeongin una vez llegamos a su edificio. Ambos nos despedimos de él desde el interior del auto y esperamos a que entrara en el lugar para poder marcharnos.

Durante todo el trayecto hacia Jingeon, Felix conversó con mi chofer. Era un tipo extremadamente social, a diferencia de mí que no solía hablar mucho a menos que fuera necesario. Admiraba la forma en la que el rubio podía desenvolverse con tanta facilidad, yo siempre tenía que planear mil y una veces lo que iba a decir porque sino sentía que algo me saldría mal.

Cuando el auto se estacionó nuevamente frente a casa de sus abuelos, seguí a Felix al bajar del auto y caminé junto a él hasta la puerta, hubo un instante en el que el alcohol y la casualidad estuvieron a mi favor pues dio un pequeño tambaleo que me hizo atraparlo entre mis brazos a manera de reflejo para evitar su caía.

Me quedé estático por una fracción de segundos, esperando que se incorporara, pero el chico estaba en el mismo estado que yo; sin señal de movimiento.

Gracias a la pequeña diferencia de altura pude ver con detalle sus ojos oscuros que, a pesar de su color, notaba como sus pupilas estaban algo dilatas y el reflejo de la luz de las farolas en la calle los hacían ver más grandes y angelicales, pero la cereza del pastel yacía esparcida desde sus párpados hasta sus mejillas.

Pequeños puntos de color café claro estaban repartidas al azar por casi todo su rostro, había algo en mí que me obligaba a inclinarme hacia él, queriendo ver más de cerca las mini constelaciones de las que era dueño. Contra todo pronóstico o plan sentía nuestros rostros cada vez más cerca, hasta que el sonido de la puerta abriéndose nos obligó a separarnos de golpe.

Ambos nos sacudimos los abrigos como si eso hiciera que el momento desapareciera.

De la puerta salió una señora de edad ya avanzada y el cabello grisáceo sosteniendo entre sus manos una bolsa de papel con un logo que nunca había visto.

─ Felix, que gusto verte de nuevo ─el chico y nos hicimos una reverencia para saludar a la mayor.

─ Igualmente, señora Min. Me disculpo pero ya debo entrar a casa ─el rubio comenzó a caminar hacia la puerta de su casa pasando junto a la ahora nombrada señora Min. Se detuvo al abrir la puerta y tratando de tener el menor contacto visual conmigo se despidió─ Gracias por traerme, sunbaenim. Que pasen buena noche.

Y, sin más palabras de por medio, entró a su hogar.

La mujer también se despidió perdiéndose entre la oscuridad de la noche a un paso muy rápido para la edad que aparentaba.

Mi corazón y mis pies se quedaron frente a la casa de Felix, creando tantos escenarios donde imaginaba lo que podía haber pasado.

Solté un suspiro pesado antes de empezar a caminar de vuelta a mi coche, sin entender la revoltura de emociones y pensamientos que me atacaban a más no poder. Volví a suspirar.

¿Qué me estás haciendo, Lee Felix?

Hilos & Agujas [HR #1] | HYUNLIXWhere stories live. Discover now