23 - Esa noche

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07/04/22 - Contexto: Después de cine en familia.

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Un leve suspiro se escuchó en la sala de estar, revelando nuevamente para Horacio, que Volkov no lograba conciliar el sueño.

— Te dije que no era necesario que te quedes — Horacio habló en voz baja — estarías descansando mejor en el hotel.

— No podía negarme a la insistencia de tu madre Horacio — Volkov estiró los pies y nuevamente estos se escaparon de la manta que Charlotte le había dejado.

— ¿Puedes dejar de mover tus pies en mi cara ruso?

Horacio que se encontraba tumbado en la otra parte del mueble en L se quejó por lo mucho que Volkov se estaba removiendo desde que les cedieron el sillón para pasar la noche.

— Lo siento H...

— ¿Por qué mejor no cambias de posición? De ese modo no tendré que oler tus pies toda la noche.

— Mis pies no huelen.

— Lo sé, solo digo... tal vez te ayude a dormir si cambias de sitio.

Volkov se sentó y recogiendo la manta se acomodó nuevamente, esta vez estaba cabeza con cabeza con Horacio, quien al notar su cercanía giró sobre sí mismo acomodando su propia manta.

— ¿Mejor? — volvió a hablar Horacio.

— Si.

— Insisto, no tenías por qué quedarte.

— ¿Y decirle que no a tu madre? Me rehúso.

— ¿Solo por eso te quedaste?

Un nuevo suspiro llenó la habitación y Horacio imitó sin querer el gesto.

— No.

— ¿Por qué entonces?

— Quería aprovechar el tiempo.

— ¿Conmigo? — Horacio lo dijo en tono de broma sin esperar una respuesta afirmativa.

— Si, para pasar un tiempo juntos.

— Oh.

— No sabemos cuánto tiempo tenemos... las cosas pueden ponerse feas de un momento a otro.

— Ya te dije que no es problema, no te preocupes.

— Claro que es problema H, tu libertad está en juego, tu tranquilidad, tu vida.

— Pero... — Horacio soltó aire de sus pulmones — si logro tener lo que quiero al menos un tiempo... podré pasar el resto del tiempo sin remordimientos, solo esperando lo que tenga que pasar.

— A veces se me es muy difícil entenderte Horacio. Para las cosas que no tienen que ver contigo luchas y buscas todas las opciones, pero cuando se trata de ti... te rindes muy fácil.

— No me estoy rindiendo, solo estoy cansado, y va siendo hora de simplemente dejar que las cosas sucedan y ya.

— Yo no dejaré las cosas ir tan fácil.

— Lo sé, y te lo agradezco, pero repito, tu no tienes la culpa de nada, y si las cosas no salen bien, tampoco será tu responsabilidad.

— De todos modos haré todo lo que esté en mis manos.

— Lo sé, confío en ti.

Luego de un momento de silencio en el que ambos miraban el techo en la oscuridad, Horacio rompió el silencio.

— Mi padre me dio algo.

— Vale, ¿Qué es? ¿Un elemento de tortura o algo por el estilo?

— Bueno... depende como lo mires, y depende quien te lo de, puede ser...

— ¿Cómo?

Horacio se movió y se apoyó sobre uno de sus hombros, desde ahí podía ver la silueta de la oreja de Volkov a corta distancia.

— Así me pase años en la cárcel, ¿me esperarás?

— No digas eso H.

— Solo necesito saberlo, ya que es una posibilidad.

Volkov giró su cuerpo y encaró a Horacio a corta distancia, distinguió su silueta y que lo estaba mirando desde muy cerca, algo nervioso se hizo un poco para atrás pero no le quitó la vista de encima.

— Ahí estaré siempre Horacio, no lo dudes.

Horacio se tragó un suspiro con temor de soplarle en la cara a Volkov, pero luego de eso sonrió aunque el otro no lo pudiera notar.

— Tengo una pregunta que hacerte.

— Vale.

— No ahora.

— Joder ¿y por qué me lo dices entonces?

— Porque quiero que sepas que te haré una pregunta.

— ¿Y me dejarás con la intriga y esperando?

— Tu me has hecho esperar años, te lo mereces.

— ¿Cómo?

— Pero — dijo Horacio obviando el tema — quiero que tu respuesta sea que sí.

— Que sea afirmativa ¿te refieres?

— 10-4.

— Dependería de la pregunta, no puedo dar una respuesta sin saber de que consta la pregunta, y a que me enfrentaré al responder afirmativamente.

— Imagínate que es un juego de verdad o reto.

— Vale...

— Si es verdad, pues tienes que enfrentar tus emociones reales, tus sentimientos. Si es reto... tienes que atreverte a vivir como realmente quieres, tomar esa decisión.

— Vale... entiendo.

— ¿A cuál de los dos le dirías que sí?

Volkov suspiró y Horacio pudo sentir el leve aire en su rostro.

— Pues ambas son opciones algo complicadas, y tienen que ver la una con la otra, dependen mutuamente. En ese caso podría ser cualquiera de las dos.

— ¿Entonces responderías que sí?

— Si.

Horacio dibujó una sonrisa amplia en su rostro emocionado.

— Pues básicamente es eso lo que te preguntaría.

— Vale... ¿entonces por qué tanto misterio?

— Pues ya lo sabrás mejor cuando haga la pregunta realmente — Horacio giró y miró nuevamente el techo.

— Pues tocará esperar.

— Ya te tocaba eh.

— Joder... — Volkov se acomodó y miró el techo también.

— Duerme ruso, o mi madre saldrá a regañarnos.

— 10-4, buenas noches Horacio.

— Buenas noches Volkov.

OjaláWhere stories live. Discover now