Revolví su caballera y señalé el castillo. Debía irme, acababa de sonar la alarma de la comida.

Siempre había tensión en la mesa, pero ese día sobre todo. Mi padre comía mirando al emérito Rey y mi hermano parecía estar planeando la caza de Jungkook. Este último comía con prisa, debía encargarse de unos cambios económicos que andaba hablando con un ministro. Por lo que había entendido en breves tenía la reunión.

Jungkook terminó de comer y besó mi frente antes de salir corriendo tras una reverencia. San me miraba, de mala forma. Mi vista fue al menor de los Jeon que pasaba tan desapercibido. Me saludó sonriente, le devolví el saludo haciéndolo reir.

—¿Cómo llevas el puesto?

El Rey emérito parecía tener ganas de hablar conmigo, eso era aterrador.

—Bien—contesté seca.

Jungkook me había recomendado ser como él, contestar de esas formas a San y a el Kerel falso. No me pareció algo alocado así que acaté sus órdenes.

—Jungkook lo está haciendo realmente bien.

La Reina sonrió a mi padre y este a ella. Esos dos realmente se llevaban bien, la Reina era algo extraña a mi parecer. No hablaba mucho y sólo aportaba presencia, aún así se veía que era agradable.

—Lleva semanas y todos los ministros están encantados con él. Dicen que tiene las ideas claras pero es asertivo—la Reina estaba eufórica—Sabía que lo crié bien, ¿Tú qué crees, cariño?

Me levanté del sitio, estaba alegre por las cosas que decía la Reina, bueno, Reina emérita pero yo no tenía ni la mínima intención de escuchar la opinión del falso aquel. Yo sabía que Jungkook era una persona fascinante, no necesitaba que otro me lo dijera.

Salí del comedor echando una vista a mi hermano, su aura se había vuelto oscura... El otro día traté de hablar con él, aparte de saludarme y decirme que se me veía contenta no dijo nada más. Se dedicó a ignorar mis preguntas. 

¿Qué te hicieron Haise?

Anduve por los pasillos hasta escuchar unas voces, estaba en el pasillo de las reuniones por lo que supuse que era Jungkook y sus ministros.

—Tu prometida es...

—Perfecta, no hay más que hablar sobre ese tema.

Perfecta...

Me mordí el labio aguantando la sonrisa que se me escapaba del rostro.

—Le convendría mejor una mujer de alto estatus, incluso nos llegó la solicitud del Reino vecino...

—No les conviene tenerme de mal humor, ministro Lonso.

—Disculpe, Rey.

—Mi prometida será la Reina no porque quiera serlo, sino porque quiere estar conmigo y está dispuesta a renunciar a varias cosas y hacerse responsable de muchas otras; no permitiré que la infravalore, ministro.

Un calor intenso se hizo presente en mi pecho, y tal vez en mis mejillas también.

—Es mi prometida no por lo que aporta al reino sino por lo que me aporta a mí. Por ello le recomiendo que mida sus palabras, no te estás metiendo con cualquiera; es mi mujer.

S-s-su-su mujer ...

Me sonrojé seguro, me abracé avergonzada. Si llegara a estar frente a todos ellos estaría haciendo el ridículo...

—Perdóneme.

—Que no vuelva a pasar.

La puerta se abrió llenándome de pánico. Simplemente me quedé ahí quieta con las manos en la espalda. Jungkook se quedó mirándome antes de sonreír. Por un momento pensé que me diría algo por estar escuchando. Tras él salieron un par de ministros los cuales al verme su rostro se puso blanco, palidecieron por completo.

—¿Qué haces aquí?—preguntó Jungkook abriendo los brazos.

Hundí mi cabeza en su pecho y correspondí a su abrazo. Su calidez, su forma de defenderme...no podía enamorarme más de él.

—Iba a la biblioteca a estudiar—dije levantando la cabeza encontrando su mirada fija en mí.

—¿Qué te toca hoy?

—Ehm...—hice mi moín de pensar—Historia y política, economía hice esta mañana.

Jungkook miró a los ministros con una mirada asesina escalofriante. Volvió su mirada a mí y besó castamente mis labios.

—Espérame despierta.

Revolvió mi cabellera antes de seguir su paso hacia el lado contrario.

—Disculpe lo que-

—No se preocupen, pienso igual que ustedes; no estoy hecha para esto. Pero quiero estar con él, así que espero que me tengan paciencia—me di la vuelta pero antes de andar volví la cabeza hacia atrás —Si necesitáis algo y no lo encontráis, avisadme a mí.

Ellos asintieron sorprendidos y se fueron hablando.

Me la pasé en la biblioteca, ya comenzaba a entender todo lo que decía Jungkook sobre la economía o su manera de tratar las cosas con reuniones. Dejé el libro de política en su estante y abrí la puerta para salir a dar un paseo, se acercaba la hora de la cena. En el mismo instante que salí de la biblioteca una punzada en el pecho me obligó a frenar en pleno pasillo. Dos guardias que estaban custodiando una de las puertas se acercaron alarmados al verme sujetarme la camiseta verde oscura con fuerza en la zona del pecho. Me encogí unos segundos.

—¿Se encuentra bien?

Punzadas, mareos, una sensación para nada agradable...

—Algo no va bien—dije en voz baja.

"Sigue tu instinto"

Salí corriendo con los soldados tras de mí.

Mi padre había estado realmente raro y toda esa charla me daba mala espina, tanto como la tranquilidad del Rey emérito hoy. Cada vez escuchaba más voces y gritos, me estaba empezando a desesperar. Casualmente no me había encontrado con mi padre: el experto en aparecer siempre que no sabía qué hacer.
Vi a muchos sirvientes frente a una habitación, calmé el paso según me acercaba y escuchaba los susurros. No solo había sirvientes y soldados, Jungkook, mi hermano...todos estaban allí. Me abrí paso hasta estar al lado de mi hermano, solo escuchaba sollozos de este. Al poner la mirada en lo que todos miraran no pude evitar que mis ojos se cristalizaran. Frente a mí estaba mi padre ensangrentado.

—¿Qué-que pasó?—pregunté entre cortada.

Mis piernas flaqueaban, me caería en cualquier momento. Jungkook no dudó en acercarse para ayudarme y mis autoreflejos lo empujaron lejos de mí. No porque lo quisiera lejos, sino porque quería seguir teniendo una vista clara de mi padre en aquel frío suelo.

—Cirene, vámonos—murmuró mi hermano tratando de que dejara de ver a nuestro padre ya fallecido.

—¿Quién fue?—pregunté elevando la voz.

Todos se miraban entre sí, murmuraban sin contestar a mi pregunta. No me quedaba nada más que mi hermano, mi madre y padre ya no estaban y me habían arrebatado mi hogar...

—Cirene, cálmate.

Jungkook trató de nuevo de acercarse, mis piernas no dieron para más y mi cuerpo tampoco. Lo último que recuerdo es el cuerpo de mi padre allí postrado.

El Secreto mal Guardado De La Corona- JK  Where stories live. Discover now