—No negaré que verte sin ropa me resulta interesante y tentador—besó mi muslo erizando mi piel— pero lo digo por que te incomoda y no debería de darte vergüenza estando conmigo.

Miré horrorizada a Jungkook, seguramente roja de la vergüenza. Estaba algo confundida, el hecho de que quisiera verme sin ella era chocante, como cuando veía un ciervo y al pestañear ya no estaba; pero la frase de después fue...reconfortante, como un buen cuenco de fruta por la mañana.

¿Qué clase de declaración es esa! ¿Para qué quería verme sin ropa exactamente? No se me ocurría ninguna razón, mi padre sólo me enseñó que sin ropa sólo podía verme una persona especial para mí y para mi corazón; no lo entendía del todo, pero estaba claro que sin camiseta no debía ir por ahí. Mi cerebro estaba ardiendo de pensar, si me viera desnuda, ¿Qué pasaría?

—Cirene, no me hagas repetirlo —sonrió travieso acariciando mis muslos entremeciéndome al notar las gotas frías de sus manos bajar por mi piel—¿Cuántos años tienes?

Ya comenté que el lago caía de pronto a la profundidad, no había casi margen entre la orilla y el fondo, tal vez medio metro o así de bajada antes del precipicio; por ellos pudo elevarse en vertical posando sus manos a cada lado de mis piernas. Su rostro estaba a centímetros del mío.

—Te detesto, lobo de mala calaña—murmuré al no poder quitar la vista de sus labios.

Saltó sobre mí tumbándome por completo. Las gotas de su cabellera caían sobre mi rostro, su cuerpo goteaba sobre el mío. Sentí un escalofrío por mi cuerpo, sobre todo en la zona baja de mi estómago.

—¿No era la presa?—giró la cabeza— ¿De pronto soy un cazador?—acercó su rostro al hueco de mi cuello y rozando con su nariz bajó lentamente—¿Ahora eres mi presa?

Esa pregunta calentó de un golpe mi cuerpo completo. Nunca había sentido algo semejante, la curiosidad de saber hasta donde llegaba esa sensación me mataba. Tenía impulsos, unos que nunca había tenido. Mi cuerpo se movía solo. Pasé mis manos por sus brazos, fuertes y marcados,  hasta llegar a su nuca, lugar en donde me detuve para acariciar su cabellera. Con él todo era nuevo, no sabía qué decir o qué hacer; actuaba sin pensar.

—Eres tan inocente que no sabes lo que estás provocando, Cirene.

¿Él lo sabía? ¿Él entendía esa sensación sin nombre?

—No lo sé —admití viendo sus labios acercarse a los míos —Pero quiero saberlo...—murmuré.

—Entonces estamos de acuerdo en que la camiseta sobra y que este no es un buen lugar—susurró.

Y no diré lo bien que sonaba su voz cuando susurraba en ese tono rudo. Gruñí inconscientemente cuando se alejó de mi cuerpo; frustada. Como si tuviera a tiro un ciervo en pleno invierno y fallara porque alguien hubiera hecho ruido.

Se puso de pie y fue directo a la roca a por nuestras cosas. Me quedé en el mismo sitio mirando las nubes pasar mientras trataba de asimilar todo, se movían lentamente. Esa sensación cálida, mi boca salivando como si acabara de ver el filete más apetitoso, una incomodidad desesperante en mi zona baja...incluso notaba mis labios secos.

—¿Cirene?

Me levanté nerviosa, seguro que pensaría que soy una idiota por reaccionar así; me había quedado tiesa. Agarré la toalla que me tiró y me comencé a secar, desgraciadamente el fuego que me estaba quemando no se estaba disipando, todo lo contrario. Mis ojos, hipnotizados, no salían de los brazos de Jungkook, de su pecho descubierto, de su cuello...

¡Joder, ¿Qué es esto!—grité por dentro colocándome la toalla en la cara tratando de evitar que mi mirada siguiera alimentándose de esas vistas.

Estaba acostumbrada a verlo con la ropa real, no marcaba sus músculos como debería. Aún habiéndolo visto nadando, no me había fijado con precisión en lo marcado que estaban y lo bien que se veía.

El Secreto mal Guardado De La Corona- JK  Where stories live. Discover now