Capítulo 18 - Disney

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El sábado nos levantamos muy temprano, apenas salió el sol. Todos se sorprendieron al ver a Salvador, y les explicamos que había llegado tarde la noche anterior, cuando ya todos estaban durmiendo.

Fuimos a desayunar al comedor y volvimos para cambiarnos y aprovechar el día de playa. Lo bueno de este lugar es que era bastante solitario, aunque tenía todas las comodidades y entretenimientos de las grandes playas.

Llegamos a la playa, y para nuestra sorpresa, lo primero que hizo Ailén fue quitarse la parte superior del bikini y alentarnos a hacer lo mismo

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Llegamos a la playa, y para nuestra sorpresa, lo primero que hizo Ailén fue quitarse la parte superior del bikini y alentarnos a hacer lo mismo. Bea se animó y también se lo quitó. Jime y yo, algo pacatas, nos negamos rotundamente. No les mostraría a nadie mis chichis. Bueno...hay alguien a quien sí me gustaría mostrárselas... ¡Basta, Lola, contrólate!

Me quité el vestido que llevaba, pero no me saqué nada más. Salva se quitó la remera que tenía puesta, y cuando vi su espalda me llamó mucho la atención ver que tenía un enorme tatuaje, que ocupaba más de la mitad de su dorso. Anoche en el dormitorio no lo había visto de espaldas, y hoy de mañana se había vestido antes que me despertara. Era una gran cruz, con un diseño extraño de entramado, y un círculo alrededor de la intersección del árbol y el travesaño. Me dio la sensación de haberla visto en algún sitio, quizá en alguna iglesia o en el templo de la universidad. O tal vez en alguna película. Más tarde le preguntaría qué significado tenía.

Así que, con las dos osadas chicas haciendo topless, nos metimos al mar a divertirnos

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Así que, con las dos osadas chicas haciendo topless, nos metimos al mar a divertirnos. Salva se acercó a mí cuando estábamos en el agua y me interrogó acerca del nudismo.

—¿Así que no te va el topless? —preguntó, mirando mis pechos con cero discreción. —No te voy a negar que me encantaría verte...

Me puse colorada por su comentario y miré para otro lado, pero antes de que pudiera reaccionar, Salva se tiró sobre mí y me hundió bajo el agua. Tragué medio mar, y luego tomé mi pequeña venganza y me subí sobre él, hundiéndolo a su vez.

Después de un rato de juego acuático, volvimos a la orilla y nos juntamos los seis allí. Charlamos y tomamos algunas fotos, y luego nos tumbamos en la arena a descansar un rato y tomar el sol.

Secretos en la AlhambraWhere stories live. Discover now