XLIII

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⎯ Ok, ¿Quién de aquí no ha viajado al espacio? ⎯ preguntó un mapache hablante que pilotaba la nave

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⎯ Ok, ¿Quién de aquí no ha viajado al espacio? ⎯ preguntó un mapache hablante que pilotaba la nave.

Leila no se sentía muy segura con que el estuviese al mando, mucho menos por la aptitud que mostraba. Aún así se recordó porqué estaba allí, y lo que conseguiría con esto.

Suspiró con nerviosismo y levantó la mano al mismo tiempo que Natasha, Steve y Rhodes.

⎯ No vayan a vomitar mi nave. ⎯ exclamó el mapache y se giró nuevamente para tomar los controles.

⎯ Daremos el salto en ¡tres!... ¡dos!...

⎯ ¿Salto? ¿Qué salto? ¿Debemos saltar? ⎯ Preguntó al aire con nervios.

Nadie respondió, todos se tomaron con fuerza de los asientos, incluyéndose a ella misma, presenciando el acto frente a sus ojos. Las estrellas, planetas, lunas y todo el cosmos pasaban a toda velocidad a su alrededor, tan rápido que mareaba, y de un momento a otro solo se detuvieron de golpe.

⎯ Ese salto. ⎯ le respondió Natasha.

Leila sintió las nauseas subir por su garganta y luego devolverse a su estomago dejándolo revuelto. Se colocó una mano en la boca y soltó un suave eructo. 

La nueva chica que se unió al equipo anunció que sondearía la zona y luego podían bajar, y así todos desabrocharon sus cinturones y caminaron de un lado a otro por la nave esperando la señal de que podían bajar. 

Leila decidió no moverse del asiento con miedo de venirse en vomito, así que solo cerró los ojos e intento relajarse antes de partir.

⎯ Se que esto funcionara. ⎯ animó Nat, la ojigris apartó la vista del brillante anilló y forzó una leve sonrisa.

 ⎯ En eso confió. 

Debía funcionar. Era su único escape, la única forma de solucionar las cosas, la única manera de restaurar su corazón roto.

⎯ No hay satelites, no hay naves, no hay tropas, no hay defensas de ningún tipo. Solo está él. ⎯ Anunció la rubia volando desde fuera de la nave.

Todos estaban sorprendidos, se esperaban un gran ejercito que lo defendiera, algo que les hiciera más difícil matarlo. Parecía demasiado fácil, muy sencillo para un monstruo como él.

Algo debía de ir mal.

Pero Leila no se paró a pensar en eso. Escuchó con atención el plan de ataque, y se preparó mental y físicamente para lo que estaban a punto de hacer.

 Hoy Thanos moriría en sus manos y pagaría por todo lo que había hecho.

Leila iba tras Natasha y el Capitán con la ira corriendo por sus venas. Los quejidos de dolor de parte del titan la llenaban de un sentimiento extraño, casi como dicha, como si lo disfrutara.

Rocket volteo el guantelete que había sido cortado por Thor, pero al dejarlo ver descubrieron que en este no había ninguna piedra. Sus esperanzas decayeron una vez más, y con su ida el dolor de pecho había regresado. 

El vacío se volvió más grande, más profundo, y el dolor que le causaba saber que no habría forma de llenarlo no hacía más que profundizar más su pecho. 

Intentó escuchar la explicación, pero su mente estaba muy aturdida como para captar cada palabra. Pero aun así supo de lo que hablaba. La desesperación se metió bajo su piel, haciendo que su respiración se descontrolara.

Todos se negaban a la realidad, ella misma incluso intento luchar contra la inminente verdad. Pero en el fondo lo sabía, por más que no quisiese escucharlo lo sabía.

Él seguía hablando, con su irritante voz, su ronco tono que solo soltaba estupideces, ese soberbio acento que lo hacía creerse el ser más poderoso del universo. No quiso escucharlo más, no podía soportar el hecho que él estuviera allí.

Él no merecía vivir, no merecía sentirse el rey del mundo, no merecía seguir respirando.

Leila lo deseaba muerto.

No se dio cuenta cuando, pero de un minuto a otro sus ojos relucieron en un verde brillante, mucho más fuerte que antes, su manos estaban cubiertas por la misma estela, más reluciente, más peligrosa.

Su pequeño y delgado cuerpo temblaba de pies a cabeza con ira y en un movimiento rápido y grácil, Leila atacó al titan.

Descargó toda su ira, toda su odio y rencor, hasta que no quedó ningún sentimiento en ella más que tristeza, dolor y desesperanza. 

Ese día, todos dijeron que Thanos murió a manos de Leila.

Pero en realidad, ese día, no solo murió Thanos. 

Ese día, junto con él, murió Leila Sweets, juntó a las esperanzas de que su amada volviese a su lado.

𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑¹ ― W. MaximoffWhere stories live. Discover now