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     Su abuelo reía a carcajadas junto a Wanda, luego de haber contado un buen chiste, al que Leila no le había prestado atención

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     Su abuelo reía a carcajadas junto a Wanda, luego de haber contado un buen chiste, al que Leila no le había prestado atención.

Y es que al parecer ella era la única que recordaba que hasta el día anterior el gobierno aseguraba tener bajo inspección a los vengadores que habían osado estar en su contra. Así que, si esto era cierto ¿Cómo demonios ahora Wanda estaba en su casa?

Tenía demasiadas preguntas sin respuesta y si a esto le agregaba el pequeño rencor que aún mantenía en contra de Wanda, era mucho pedir que tratará de buena manera a su invitada.

Aún así lo intento, solo por su abuelo.

Y para lograrlo decidió solo quedarse callada y perderse en su propios pensamientos. Claro que el estar tan sumergida en su propio mundo traía problemas, entre ellos estaba perderse de la importante conversación que se había formado a su alrededor.

⎯  ¿Y tú, Lei, estás de acuerdo? ⎯  Preguntó su abuelo abruptamente sacándola de sus pensamientos.

⎯  ¿Sobre qué? ⎯  profirió desconcertada mirando a todos los presentes, detuvo su mirada en Wanda distinguiendo un cambio en su postura, estaba tensa, incómoda, a la espera de algo y se interesó más en saber de que trataba la conversación.

⎯  Wanda no tiene dónde quedarse está noche, así que le ofrecí el cuarto de visitas. ¿Estás bien con eso? ⎯  Explico con una gran sonrisa de oreja a oreja.

Todas las alarmas se dispararon en su cabeza y quiso poner objeción ante aquello y Wanda pareció darse cuenta de que la respuesta era un rotundo 'NO'  antes de Leila siquiera pudiese abrir la boca.

⎯  Gracias, sr. Matthew, pero no quiero causarles ninguna molestia. ⎯  Se apresuro a intervenir Wanda directamente hacia el anciano.

⎯  Ay, por dios, muchacha. Tu no eres ninguna molestia ¿Verdad que no Leila?

Fue esa mirada en sus ojos, esa sonrisa amable y toda la presión que ella misma se imponía por lo que negó.

⎯  No, no hay problema. ⎯  Aseguró esforzándose por formar una sonrisa.

Matthew miro a ambas con una sonrisa de oreja a oreja, como un niño que había conseguido justo lo que quería, sin notar lo tenso que se había vuelto el ambiente de un momento a otro.

Solo sería esa noche.

        Leila bufó fuertemente y dió una vuelta en su cama quedando boca arriba.

Las noches de insomnio eran muy comunes para ella, y aunque siempre las había atribuido a su poder, algo en esa noche la hizo creer que era algo más.

Miro el reloj en su mesita de noche en dónde una tenue luz roja marcaba las 12:53. Volvió a soltar un bufido y se levantó de la cama dispuesta a conseguir un vaso de agua.

Caminó en puntillas de pie para hacer el menor ruido posible y así no despertar a nadie, pero al llegar a la puerta de la habitación de invitados paro en seco.

La puerta no estaba del todo cerrada lo que dejaba ver un tenue brillo escarlata que emanaba de la habitación.

¿Qué clase de brujería estaba haciendo Wanda a esas horas de la noche?

Dejándose llevar por su curiosidad empujo la puerta descubriendo a Wanda sentada en la cama jugando con una estela entre sus manos. Ante el ruido de la puerta la sokoviana se sobresalto y el brillo en sus manos desapareció.

⎯  ¿Qué haces? ⎯  preguntó con confusión Leila.

⎯  No podía dormir. ⎯  respondió en voz baja Wanda.

⎯  Ah. ⎯  Musitó sin saber que decir al respecto.

Nuevamente el ambiente tenso apareció entre ellas, asfixiante y silencio, dándole las necesidad a ambas de salir corriendo de allí.

Leila fue la primera en sucumbir ante la tensión girandose entre sus talones para dejar la habitación, aunque tenía la oportunidad de soltar todas aquellas preguntas que habían rondado por su mente toda la tarde.

Pero Wanda la detuvo.

⎯  Lo siento, Leila. Nunca habría pensando que el Sr. Matthew era tu abuelo. ⎯  Dijo lo suficientemente alto como para que la escuchara. ⎯  Se que no quieres que este aquí y prometo que mañana me iré, pero... ⎯  Añadió y Leila la paro.

⎯  Lo que dije es cierto, no tengo problema con que estés aquí, pero lo único que quiero saber es como llegaste, ¿Cómo escapaste de la balsa, Wanda?

Leila la encaró, la tenue luz de la luna se reflejaba en su rostro haciendo que sus ojos relucieran y por un momento Wanda se perdió en ellos.

⎯  El Capitán nos saco de allí. ⎯  respondió con total honestidad.

⎯  Así que eres prófuga.⎯  Determinó Leila. Para su pesar Wanda asintió. ⎯  Y ahora mi abuelo y yo somos cómplices.

⎯  No me quedaré aquí, así que no te preocupes ustedes no tendrán problemas. ⎯  Le aseguró.

Leila asintió repetidas veces aún con el ceño fruncido, pero algo en ella no estaba tranquila con esa respuesta.

⎯  ¿Dónde te quedarás mañana? ⎯  preguntó tratando de sonar indiferente.

⎯  Aún no lo sé, tengo un par de dólares en mi cartera supongo que me quedare en un hotel.

⎯  ¿Es que acaso nunca has visto un película de acción en tu vida? Te atraparan al instante. ⎯  Señaló Leila dejando escapar un tono preocupado.

⎯  ¿Y que propones? ⎯  preguntó sin animos de sonar altiva o sarcástica, si no con verdadera curiosidad.

Leila se calló al instante luchando con las ganas de ser ella misma quien propusiera que se quedara allí, pero al final no pudo contenerse.

⎯  Puedes quedarte aquí. ⎯  Soltó reprendiendose mentalmente.

Wanda frunció el ceño realmente confundida ante el cambio de opinión de la castaña.

⎯  Pero con una condición. ⎯  Añadió.

Allí estaba el truco.

⎯  ¿Cuál?

⎯  Ni mi abuelo, ni yo tendremos problemas por esto.

⎯  Me aseguraré de que eso sea así. ⎯  Prometió.

Leila asintió cerrando silenciosamente un tratado de paz con Wanda. Sin nada más que añadir la castaña se dió la vuelta para salir de la habitación, con la nueva sensación de tranquilidad.

⎯  Leila... ⎯  llamó Wanda deteniendola nuevamente, la nombrada se giró para verla otra vez descubriendo las más hermosa de las sonrisas en su rostro. ⎯  Gracias.

Pero al mismo tiempo en el que firmaba el tratado de paz, aseguraba su perdición.



𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑¹ ― W. MaximoffWhere stories live. Discover now