𝐈

4.6K 320 48
                                    



Los matrimonios concertados son una de las cosas más comunes entre las naciones poderosas y el reino Hyanthus era reconocido como el más poderoso por sus vastos territorios y fuertes guerreros, pero sobre todo, por los bienes económicos que poseía. Normalmente, una princesa sería escogida luego de discutir cual de los reinos vecinos sería el trato más favorable y sería presentada en un baile formal junto al príncipe, pero esta generación se ha encontrado en una situación extraña y no vista hace muchos años: Todos los reinos cuentan solo con hombres herederos.

Los acuerdos que solo los vínculos matrimoniales pueden proporcionar siguen siendo necesarios e importantes y la descendencia podía esperar, su esposa aún puede dar a luz a una niña la próxima vez que quede embarazada; es todo lo que tuvo en mente el rey para tomar una decisión al respecto.

Por supuesto, nadie se opuso cuando anunció que su hijo se casaría con otro príncipe, indicando que sería decidido después de ver las capacidades de los candidatos mediante un torneo que evaluaría su fuerza, destreza y valor.

Detrás de esta decisión, ocultó el enorme e injustificado odio que tenía hacía los plebeyos, a pesar de que en sus discursos hablara de cuanto amaba a su pueblo. Asimismo, repudió la elección de otros reinos cuando el mismo problema se había presentado y habían casado a sus hijos con plebeyas. No, prefería mil veces a otro príncipe a que algún pueblerino se metiera en su familia.

Aún cuando algunos reinos se negaron a casar a sus hijos con otro hombre, muchos reinos habían enviado cartas con una opinión positiva. El rey no habría esperado lo opuesto, sabía que cualquiera en su sano juicio, desearía ser parte de la competencia para casarse con el heredero a su trono. El único que no deseaba esto, sin duda, era el propio príncipe, que nunca se sintió cómodo con un matrimonio arreglado que le arrebataría su felicidad solo por conveniencia y beneficio de otros. Pero el rey decidió conscientemente no ponerle atención.

Solo faltaba una semana para el gran evento y todos en el castillo corrían de un lado a otro, con rostros nerviosos, haciendo los últimos preparativos para cuando los invitados reales llegaran de sus largos viajes.

Sunoo había madrugado como siempre que iba al pueblo, y observaba el torbellino de gente que había en el gran salón, suspirando pesadamente. No le gustaba mentir, así que, prefería no toparse con nadie que le preguntara mil veces a dónde se dirigía porque sabía que no podría responder con la verdad, pero para su mala suerte, desde que se había anunciado el torneo de príncipes a nombre de su mano se le hacía cada vez más difícil.

—Amo Sunoo, que extraño es verlo despierto a tan tempranas horas. ¿Ha pasado algo? —preguntó una de las amables sirvientas que se topó en el camino.

Se rascó la cabeza un poco incómodo y bostezó a propósito, indicando que había despertado recientemente.

—Oh, no se preocupe. Solo he venido por un vaso de agua y me distraje. Planeo seguir durmiendo mientras pueda disfrutar de mi libertad —dijo, haciendo su voz un poco más grave de lo normal. Maldijo en su cabeza por la pequeña mentira, pero agradeció que la mujer en frente solo sonriera y se alejara, sin siquiera darse cuenta que ya estaba vestido.

Así que, como siempre cuando su fuga era complicada, caminó hacia las largas escaleras para regresar a su habitación pero nuevamente alguien lo detuvo, solo que esta vez no era un problema.

—Hey, Sun.

—Binie, ¿Qué haces despierto tan temprano? —le preguntó a su medio hermano, aunque para Sunoo el "medio" sobrara. Sabía que algunas personas usaban un término más fuerte para referirse a su nacimiento ilegítimo.

La Douleur Exquise │ 𝐒𝐔𝐍𝐒𝐔𝐍Where stories live. Discover now