—¿Te pasa algo conmigo?—preguntó dejando las hojas en su mesa—Dicen que has solicitado hablar conmigo todos los días a todas horas.

Todas horas, cada minuto, cada segundo...

—Me pasan varias cosas contigo—declaré con firmeza.

—¿Conmigo?—preguntó con una sonrisa sarcástica.

Se levantó de la silla e hizo salir a los soldados. Seguramente en esos momentos también tenía unas enormes ojeras ya que seguía sin dormir.

—¿Te llevas bien con mi hermano?

Toda la firmeza que quería aparentar se fue a cazar al escuchar esa pregunta.

—¿Eso qué tiene que ver? Hablo con tu hermano, ¿Y qué? no vine a eso.

Me crucé de brazos y sonreí ligeramente; me recordaba a una escena de celos y me pareció tierno.

Jungkook maldijo en voz baja antes de sentarse sobre la mesa.

—¿Vas a seguir evitándome toda la vida? No pensé que fueras un cobarde.

—Oye, no me hables así—dijo serio—Soy mayor que tú.

Se me había olvidado, por completo. Bufé, si se me había olvidado a mí era porque nunca fue un impedimento para nada.

—¿Desde cuándo te importó eso?

Rodé los ojos y me adentré más en aquella, poco iluminada, sala. Todo lo que mi cansada vista alcanzaba a ver eran papeles y más papeles.

—Mi padre quiere dejarme todo a mí, y no tengo ni la más mínima idea de qué hacer con el tema del Rey. Así que agradecería que me dejaras trabajar.

—Ese no es tu mayor problema, Jungkook. ¿Has pensado en que a lo mejor su propósito no es ese?

Silencio, di dos pisotones al suelo y me frustré aún más, ¡El estúpido ni se lo planteó! ¡Era inteligente para lo que quería! Había estado teniendo citas para casarse de verdad...

—¿Te divierten las citas que tienes?

Hice como él, metí en plena conversación una pregunta de la cual tenía la necesidad de escuchar una respuesta a pesar de no tener nada que ver con el tema.

—¿Qué tiene eso que ver?—replicó con molestia—Tengo que casarme para heredar el trono que de pronto mi padre quiere dejar.

—¿El plan no era que me casara contigo?

Llevé mi mano al brazo contrario. Mi voz había dejado de ser esa tan segura y dura, se había vuelto dubitativa y suave.

—¿Con quién hiciste ese plan? Porque solo recuerdo que dudaste en el lago—estaba comenzando a perder el autocontrol, suspiró y se llevó las manos a la cabellera—Mira, Cirene, no concilio el sueño de toda la responsabilidad que tengo encima y el tiempo que se me echa encima. No tengo tiempo para esto, vete por favor.

—Yo no duermo porque me dejaste sola—susurré en alto, demasiado alto.

—¿Qué?

—En la habitación...

—No sabía que tenías tres años, Cirene.

Me estaban doliendo sus palabras. Sentía una presión en el pecho cada vez que decía mi nombre en ese tono tan cortante. ¡Incluso una niña de tres años tendría miedo en mi posición! ¡Seguro que él estaría igual si estuviera en mi lugar!

—¡Te odio!—dije dándome la vuelta a punto de salir de allí por la impotencia.

—Yo también.

Me quedé paralizada con la mano en el pomo. Sentí como algo se rompía, juraría que lo escuché quebrarse dentro de mí. Mis manos temblaron por unos momentos y una oleada de una sensación, hasta ese momento desconocida, me inundó, y lo digo así porque parecía que el agua había llegado a llenarme e iba a rebosar saliendo por mis ojos. La primera lágrima no tardó en salir. Me odiaba...y yo queriéndolo como una idiota.

—Te vas a casar con mi hermano y-

—¿Quién dijo eso?—me giré con los ojos cristalizados—¿Quién? Yo no dije nada, Jungkook.

—Te lo pensaste.

—¿El qué?—silencio—¿Qué dices que he pensado?

—Casarte conmigo.

—Has interpretado todo como has querido, Jungkook. ¡Yo me quería casar contigo! miento, ¡Quiero hacerlo porque me he enamorado de ti!

Me bloqueé, acababa de gritarlo. Miré con miedo su rostro, estaba sorprendido. Me señaló con la boca abierta.

—¿Conmigo?¿Estás enamorada de... mí? Pero no respondiste cuando-

—Necesitaba tiempo.

—¿Para qué?—gritó desesperado.

—¡Hace tres meses era una cazadora que vivía en el bosque, Jungkook! ¡Reina! ¡Me quieren hacer Reina!

Silencio, mis lágrimas ya salían de mi rostro sin pudor. Toda esa presión que había estado conteniendo salió de mí.

—Tenía que mentalizarme, no es fácil...

—Yo, lo interpreté...

—Ya sé que lo interpretaste mal, pero no me dejaste explicártelo—me abracé a mí misma—Me dejaste sola.

—Igualmente, no tienes cinco años Cirene...

Ojalá tener cinco años de nuevo y estar en el bosque tranquilamente...

—Tu padre nos odia y trató de matarme, Jungkook; creo que se te olvidó ese detalle cuando decidiste dejarme sola en el dormitorio.

Otro silencio. Caminó pensativo hacia mí, como si realmente tuviera miedo de avanzar. Cuando estuvo frente a mí me abrazó, con fuerza. Me hundí en su pecho y agarré su ropaje por la espalda, no tardé en llorar desconsoladamente.

—Perdóname—acarició mi espalda—Pensé que era el único que sentía la presión en el pecho cuando te alejabas y-

—No importa—susurré de vuelta.

Estuvimos así hasta que me calmé, tardé un largo tiempo en conseguir dejar de llorar. Lo había necesitado tanto, ese abrazo, había estado buscando ese contacto tanto tiempo. Me daba igual lo mal que me hizo sentir, sólo con ese momento acababa de sanar todo lo que me había dañado esos días.

—Tu padre, quiere que gobierne San.

—Me lo imaginaba, pero si me caso...

—Era una trampa, si no te casabas conmigo nunca tendrías el trono—murmuré levantando la cabeza para ver su rostro confuso—Todo estaba planeado para que San acabara como Rey aunque consiguieras prometida o no lo hicieras.

—¿Eso tratabas de decirme en los pasillos?

—Sí, idiota.

Sonrió desviando la vista. Agarró mi nuca y me acercó bruscamente a él para dejar un beso de pocos segundos sobre los míos. Fue un contacto simple, una presión de labios de unos tres segundos en los cuales pude notar que me extrañó, aunque no más que yo.

Después acarició mi cabeza y sonrió.

—Perdóname, soy un idiota.

—Lo sé—dije sin apartar la vista de sus labios.

En mi mente estaba rondando el beso de la cabaña y el del lago, sobretodo este último. La sensación que me invadió era indescriptible y por eso quería volverla a sentir.

—Igualmente estuviste pegada a mi hermano.

Negué. Si hubiera sido así yo estaría tras él en esos momentos.

—Él se pegaba a mí—rectifiqué.

Escuché su risa, esa que tanto extrañé.

—¿Cual es el plan entonces?

—Sigue ignorándome, que crea que lo tiene todo bajo control. Mañana tengo que decidir supuestamente y por lo que he entendido también abdicará el mismo día. Vamos a darle una sorpresa.

—Te extrañé, cazadora.

Besó mi frente transmitiéndome calidez.

—Yo también.

El Secreto mal Guardado De La Corona- JK  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora