—Te dije que no salieras—dijo mirando como contaba mis flechas, ocho—Nunca obedeces, ¿Y si te hubiera pasado algo de nuevo en mi ausencia? No me lo perdonaría, Cirene.

Hice una mueca de tristeza, él tenía razón.

"si te hubiera pasado algo de nuevo en mi ausencia no me lo perdonaría"

—Siempre fui un alma libre y seguiré siéndolo, te aviso—dije comenzando a caminar hacia el palacio—Pero puede que tenga más cuidado...

Por mucho que él tuviera razón, no podía quedarme allí quieta cuando podía ser de ayuda. Mi naturaleza era esconderme, pero atacar desde la posición, no encogerme al lado de la cama y contar manchas en el techo.

—Mi padre casi -

Agarré una flecha para tenerla lista en cualquier momento. Lo tenía en mente, estaba aterrada aún. Casi me asfixió. Por un segundo me inundó el pánico, recordar sus manos alrededor de mi cuello y su rostro sádico...

Suspiré y sonreí mirando mis botas.

—Pero llegaste—levanté la vista y busqué su rostro—confío en que estarás cuando te necesito y yo estaré para ti—señalé el arco—Así que, vamos.

Jungkook me siguió en silencio, no había más que decir. Éramos el guardaespaldas del otro. Yo iba primero para atacar en caso de encontrar otro infiltrado.

Llevaríamos una hora rondando por palacio, no encontrábamos literalmente a nadie y eso era algo extraño e inquietante, ni soldados ni nadie. Sólo un par de infiltrados que tiré al suelo con una flecha en la rodilla y Jungkook había noqueado.

—¿Quiénes son?—pregunté refiriéndome a los infiltrados.

Giré la esquina bruscamente apuntando con el arco, nadie.

—No te incumbe—dijo con ese tono ronco que me hacía de alguna manera molestarme y temblar.

Jungkook a veces era desagradable, solo a veces.

—Teniendo en cuenta que podrían haberme matado, sí me incumbe.

Destensé el arco y paré en seco mirándolo con el ceño fruncido.

—Cierra la boca y anda.

Nunca me había hablado tan cortante, tal vez cuando me mandó a la celda el primer día, solo ahí.  Me sentó como un cubo de agua fría en invierno, ¿Estaba de broma? No había hecho nada para que me tratara así. Comencé a andar hasta estar a punto de cruzar un pasillo que cortaba por el que estábamos yendo.

—¿Por qué me hablas así? Nunca me dirigiste la palabra de esa forma, ¿Ahora te comportas como con tu hermano conmigo?—dije frenando de golpe.

Esa faceta de: "lo tengo todo bajo control" me estresaba como a nadie. Cuando iba a gritarle en la cara que dejara de tratarme como a una niña de diez años se abrió una puerta frente  a nosotros.

—¿Qué hacéis aquí?—preguntó mi padre con lo que parecía una escopeta en su mano derecha.

El enfado se esfumó y la preocupación ocupó su lugar.

—¿Dónde está Haise?—pregunté.

—Fuera de palacio con los Reyes y príncipes; no desaparecieron como hiciste tú antes de ayer.

Suspiré aliviada, ¿por qué papá seguía allí y no se fue con ellos? Asentí sonriente, mi padre me conocía muy bien, sabía que con saber que estaba mi hermano a salvo ya podría relajarme.

—Jungkook, no deberías estar aquí—dijo con el ceño fruncido—Os buscan a vosotros.

—Buscaba a su hija, señor—dijo rascándose la nuca algo nervioso.

De nuevo la actitud calmada, ¿Por qué me habló a mí cortante antes?

—Buscando en plena caza a una cazadora, seguramente te encontró ella a ti, príncipe.

Se puso en peligro para ir a buscarme, qué lindo de su parte, pero mi padre tenía razón; yo lo encontré a él al borde de la muerte y, teniendo en cuenta lo que dijeron los infiltrados, posible descuartización.

—Ya casi atraparon a todos, quedaos aquí y no salgáis—dijo mirándome fijamente—Te lo digo a ti, no salgas si no quieres visitar la celda de nuevo.

—¿La celda? ¡Pero si no hice nada!

—No salgas.

Bufé asintiendo, entré a la habitación murmurando lo injusto que era que mi padre saliera de caza y yo no. Jungkook cerró la puerta con pestillo y me siguió hasta sentarse en el borde de la cama. La habitación estaba casi vacía, no parecía que nadie durmiera allí. Me senté en una silla que había a un lateral de la ventana y maldije el día en el que me atraparon los soldados.

Seguro que ahora estaría tranquilamente nadando en el lago.

—Gracias por lo de antes, pero no debiste salir.

—¿Desde cuándo sabes que había infiltrados fuera?

Bufó tumbándose en la cama.

—Fui a avisar a mi padre cuando me encontré con...eso.

Parecía más afectado él que yo.

—Ah, ya...

Me toqué el cuello, aún sentía su mano ahí.

—No vuelvas a quedarte sola con él, por favor.

¿Qué loca lo haría? Ya casi me mata una vez, no necesito una segunda.

—¿Tienes miedo de que me pase algo?—pregunté burlona.

Igualmente ya lo tenía calado, nos quería a todos fuera de su vista; a mi familia. No iba a dejar que tocara a nadie, estaría alerta, vigilaría a mi hermano, a mi padre...No dejaría que tocara a los míos.

—Demasiado.

Dejé de sonreír y lo observé, estaba tapándose el rostro con su brazo. Sonaba serio, realmente le preocupaba.

—Ahora que sabe que me importas va a ser peor, perdón.

—¿Por qué me pides perdón?—pregunté levantándome de la silla.

—Por todo, debimos dejaros tranquilamente en el bosque pero insistí en que os quedarais...lo siento.

—No seas idiota, lo echo de menos, pero me gusta estar aquí. Es divertido verte murmurando por los pasillos, conseguí mi primer amigo—y creo que también un sentimiento nuevo más allá de eso...—y estuve un día en el bosque con el príncipe, el sueño de cualquiera.

Rió negando. Yo también sonreí, porque verlo así de feliz me reconfortaba. Por un momento recordé mi primer beso, en mi cabaña, me gustaría darle otro en ese momento exacto.

—Eres increíble, Cirene. Una verdadera caja de sorpresas que no pienso compartir.

El Secreto mal Guardado De La Corona- JK  Where stories live. Discover now