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Comía unas uvas que había conseguido de la cocina real mientras Lein me comentaba lo cansado que eran esas clases de físico que me saltaba por mis obligaciones reales. Era mi quinta semana en ese palacio, esa noche pensaba escabullirme al lago y dormir en mi cabaña, se lo había comentado a mi hermano para que avisara de mi ausencia programada cuando me echaran en falta.

—Sigo sin entender cómo eres tan buena en esto.

Miré el arco y sonreí antes de comerme una uva. Desde que tenía uso de razón tuve un arco en la mano, una flecha en la espalda y una diana en algún árbol. Mis padres se empeñaron mucho en que lo dominara.

—Llevo toda la vida haciendo cosas similares.

Mi amigo agarró una de las uvas de mi mano y se la acercó a la boca.

—Tu padre es amigo de la Reina, serás del alto estatus.

Esa mentira era tan complicada de argumentar...

—Es complicado...

—No me digas que eres el fruto de la infidelidad de la Reina porque entonces me desmayo.

Sonreí, esa sería una mentira más fácil para mí y más complicada para la corona. Pero me había tocado la sencilla y llena de agujeros que rezaba que Lein no viera.

—No, loco. Son amigos de la infancia, mi familia es del pueblo del bosque de aquí al lado. Nos dedicábamos a la caza—mentí ligeramente, sí, pero me salió perfecta y creíble.

—¿Y qué os trae ahora por aquí?

Lein, ¿Por qué tan preguntón?

—Vivíamos muy cerca del bosque, han aumentado las manadas de lobos y están tratando de reducirlas.

Era una mentirosa nata y lo acababa de descubrir. Las mentiras salían de mi boca como si fuera natural y automático. Sonaron las trompetas, esta vez me avisaban de la reunión que tenían sobre qué harían con todo el drama montado del Rey falso. Se juntaron todas las semanas que estuve allí pero en ninguna concluyeron algo de interés. Me levanté frustrada, quería seguir conversando con mi mejor amigo un rato más. Me despedí de él como siempre y salí corriendo al palacio.

La reunión finalizó como siempre: el Rey cabreado, los príncipes en silencio, la Reina llorando, mi padre pacífico tratando de calmar todo, los representantes del reino tratando de entender lo que ocurría y yo jugando con mi hermano con los dedos. Últimamente había estado raro conmigo, me hacía preguntas sobre Jungkook que al principio me parecían normales, quiero decir, yo también pregunto cómo le va con San, pero, ¿Por qué quería saber si hablaba del Rey con frecuencia?

—Me volviste a ganar—susurré al ver que a él le quedaban dedos y a mí no—Siempre ganas a esto.

Mi hermano rió, la gracia duró poco. Sentí un fuerte agarre en uno de mis hombros.

—Nos vamos—dijo Jungkook agarrándome del brazo y arrastrándome a duras penas.

Casi caí al tropezar con mi silla, con la de mi hermano y una pata de una otra que fue arrastrada de pronto. No sabía por qué solo me había sacado a mí de allí, mi hermano se había quedado dentro escuchando la gritería que estaba comenzando. Miré la puerta cuando la cerró y soltó mi mano bruscamente. Echó su cabellera hacia atrás, mi mirada fue a su bonito perfil, se acercó al ventanal murmurando al que no pude escuchar con claridad. Iba a acercarme cuando la puerta se abrió y salieron sus hermanos y el mío.

—Esto es lo que provocas cuando abres la boca—dijo San dejando al menor en el suelo.

Mi hermano agarró la mano de Minsoo antes de que este saliera corriendo. San se acercó a Jungkook y empujó al mismo; algo raro viniendo del San que había conocido desde mi llegada. San era tranquilo, me llevaba de paseo por los jardines después de comer y me contaba historias realmente interesantes que le decían de pequeño. Me enseñaba el palacio en el tiempo libre y a veces me decía algún que otro piropo; el San que estaba viendo era más semejante al Jungkook que veía con el resto. Jungkook no hablaba mucho, se dedicaba a mostrarme cosas sin decir nada y de alguna manera me cuidaba discretamente como cuando cambiaba la comida para mí, me buscaba para ir a la habitación o simplemente me acompañaba para dormir porque me daba miedo lo que podría ocurrirme en palacio. Incluso me ayudó a meterme en los entrenamientos de la guardia secreta en vez de aburrirme en las clases de modales como debería estar haciendo. Con pocas palabras expresaba mucho. Pero, con sus hermanos, soldados, etc, era duro, frío y bastante controlador. Si las cosas no estaban como había exigido acababas temiendo por tu vida.

Jungkook rió con ironía tras el empujón, se colocó la ropa real y miró retador a su hermano.  No había atendido en la reunión pero al parecer la pelea la originó Jungkook.

—Parece que no eres fiel a la corona, Jungkook. Decir que el Rey era un fraude y que no tardaría en llegar al pueblo y ser destronado frente a toda la corte, ¿no te deja como un traidor de la corona?

¿Eso es lo que Jungkook había dicho allá dentro?

—Soy realista, ¿Prefieres mentir a la población completa? Yo entiendo que no queráis el caos y la desconfianza a la corona—agarró del cuello del traje a su hermano—pero se acabarán enterando y es mejor que sea por nuestra boca o el resultado será el mismo.

Lo soltó y comenzó a andar lejos de allí. Miré indecisa, ¿Seguirlo o no hacerlo?

—Quédate—dijo San agarrando mi mano.

Una corriente de peligro recorrió mi cuerpo. Me mordí el labio al dudar unos segundos. Miré a mi hermano tras San, sabía que con esa mirada me estaba diciendo que me quedara, perl una corazonada me advertía de que no debía hacerlo.

—Tengo que ir—dije bajo soltándome de su mano lentamente.

Jungkook tenía razón y seguramente tenía tanto peso sobre sus hombros que explotó. Esas noches por el jardín me enseñaron lo estresado que estaba con el tema del palacio, cada dos frases contrastaba su felicidad de niño con un: "ahora no tengo tiempo", o un, "Ojalá tener un día libre completo".  Corrí en su busca hasta interceptarlo bajando unas escaleras de caracol que llevaban al jardín. Era aún por la tarde, no hacía más de tres horas que había comido y ya me entraba hambre de nuevo.

Recordé al instante mi plan de ir a mi cabaña y no dudé en realizar esa loca idea que se me atravesó. Agarré la mano de Jungkook sorprendiéndole en las escaleras.

—¿Por qué me seguiste?

Parecía enfadado por el acto pero su voz parecía agradecida de verme allí.

—No sabría decirte, pero ahora vas a seguirme tú —dije sonriente.

Tiré de él escaleras abajo ignorando sus órdenes de soltarlo. Él hacía fuerza para evitar que lo llevara arrastras, al menos hasta que llegué a salir al jardín.

—Te seguiré, si me dices dónde me llevas—dijo parando en seco obligándome a frenar.

—Pensaba ir a mi cabaña hasta mañana—me rasqué el brazo nerviosa—creo que también necesitas un receso de este castillo y sus obligaciones—miré su rostro serio y sus cejas fruncidas, recordé el día que lloró en mi espalda, sus constantes deseos de días libres...—Creí que te convenía un día en el bosque, vivir una vida diferente para olvidarte de todo eso que te hizo llegar al borde de-

—Cirene—me cortó.

Tragué en seco nerviosa, no fue una buena idea. Era un príncipe y quería llevarlo a un bosque con el peligro que eso conllevaba sin un solo guardia. Solté su brazo apenada.

—Deja de hablar tanto y vamos, llévame—dijo sonriendo ligeramente—Tal vez, sí que necesite ese receso del que hablas. Un día, ¿Prometido?

—No pensaba secuestrarte y retenerte en la pequeña cabaña, Jungkook—bromeé.

—Lo digo porque no sé ir y volver sin perderme...—se sonrojó, tan adorable.

No pude evitar reír por su rostro enrojecido.

Jungkook tenía algo, no sabía qué era. Su sonrisa, su mirada, su voz, sus actos clandestinos para ayudarme...no sabía qué era de todo pero me causaba un revuelo en el estómago y una sensación cálida y agradable; me daba seguridad en aquel lugar lleno de peligros.

—Príncipe, te invito a vivir un día como un cazador.

Jungkook agarró mi mano y besó el dorso de la misma.

—Sería un placer, linda Cirene.

El Secreto mal Guardado De La Corona- JK  Where stories live. Discover now