—¿A dónde vamos?—pregunté al ver que corría con decisión hacia las murallas del castillo.

Desde fuera se veían descomunalmente grandes debido a que el palacio se situaba sobre una alta colina y efectivamente lo eran. Tenerlas frente a mí, a unos metros, me recordaban mi pequeña existencia.

—Ya te lo dije, Cirene, a tu casa.

Parecía más tranquilo. Dijo mi nombre de manera sutil, incluso llegó a agradarme como salía de sus labios.

—¿Eres bipolar?—pregunté haciéndole reír levemente; no era una broma. Era una pregunta completamente en serio.

Paramos bruscamente frente a una puerta algo escondida entre una de las torres de mando y la pared. Jungkook negó con una sonrisa peculiar en el rostro a mi pregunta.  Me soltó la muñeca para abrir la puerta de madera, se estaba volviendo incómodo el silencio. Una brisa refrescante azotó mi cara cuando salimos del castillo, específicamente era una salida al bosque; sonreí al sentirme libre de nuevo.

—¿Sabes ir desde aquí?—preguntó abrigándose tras colocarse la chaqueta y frotar sus manos.

Yo también notaba el fresco en mis brazos, al fin y al cabo iba en manga corta. Era verano, finales para ser exactos. En las montañas ya comenzaban a bajar las temperaturas.

No respondí, solo bajé los peldaños de unas mal cuidadas escaleras hasta llegar a la tierra del bosque. Miré alrededor, estábamos muy lejos de la zona en la que me movía, siempre evitábamos acercarnos al palacio tanto que prácticamente me sentía perdida en un laberinto.

—No, ¿sabes ir al lago?—pregunté con una mueca al ver el cielo oscurecer aún más.

Giró su cabeza y me ofreció su mano para que la agarrara. Me sonrojé de nuevo, nunca había interactuado con nadie aparte de mi familia y los vendedores de zapatos y especias; vendedores que odiaba. Jungkook rió al ver como desviaba la mirada y me tapaba la boca con la palma de la mano. Había desarrollado un odio complejo hacia las personas, mi hermano decía que seguramente era por el tema de la muerte de mi madre y que interactuábamos poco con otras personas; yo sabía que no era por eso.

—Tienes carácter pero eres tímida—agarró mi mano entrelazando los dedos, de la sorpresa casi suelto el arco de la otra mano—Te ves linda—¿Qué era esa sensación en mi estómago?—pero está anocheciendo y no debería de estar fuera sin guardias.

—¿Por qué los dejaste arriba entonces?

—Para mostrarte que confío en ti y que puedes confiar en mí.

Sus palabras me sentaron bien, ese chico al final sí que me agradaría.

Confiar en él, se me dificultaría demasiado, pero, haber decidido ir al bosque conmigo sabiendo que podía dejarlo tirado o incluso herirle, me daba cierta seguridad; confiaba en mí, al menos lo suficiente para andar de la mano conmigo en la oscuridad del frondoso bosque.  Jungkook parecía una persona confiable, aunque el contraste entre la primera vez que nos vimos y ese momento era demasiado grande; para mí era un misterio. Un misterio que, a pesar de que le decía que se quedara quieto mientras revisaba el área con mi arco debido a algún sonido que me alertaba, seguía despreocupado. No me había percatado de lo lejqno que estaba el castillo del lago, a lo mejor era el silencio entre nosotros lo que hizo el camino tan poco efímero. El lago estaba pacífico, la luna se reflejaba en el agua, una preciosa mangata que junto a la pequeña brisa que movía el agua dejaba un escenario algo nostálgico.

—Es precioso—sonrió antes de cerrar los ojos a la par que el viento se levantaba—Sabía que era todo recto pero no pude venir.

Poder, la realeza tenía la connotación de la palabra que hacía alusión a la influencia que tenían sobre los demás, pero el príncipe frente a mí no podía salir, no podía comportarse como quisiera, no podía escaquearse de sus obligaciones...

El Secreto mal Guardado De La Corona- JK  Where stories live. Discover now