Mudanza, Tom:

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La vi salir de su casa, tan contenta como una niña. Era preciosa.
-Hola preciosa- Dije agarrando su cuello y besándole con fuerza. Nuestras lenguas se cruzaron por primera vez.
-Es mejor que paremos- dijo quitándome mis manos de su cuello. -No quiero que mis padres nos vean.-
-Como quieras.-
Abrí la puerta del copiloto y ella entró. Se quedó embobada en los asientos del coche por un rato y después se dispuso a mirar por la ventana. Después entré yo y comencé a conducir.
Ella observaba el paisaje. Bajé mi mano derecha a su muslo y comencé a acariciarlo. Ella empezó a mirarme muy vergonzosa y le sonreí.
-¿Qué? ¿Te gusta esto mariposilla?-
-Si...- dijo inocentemente, joder...era espectacular verla.

Llegamos a mi casa. Mis padres no habían llegado aun, así que seguí con lo que empecé en el coche.  La cogí de las caderas y la puse en la pared.
-¿Y eso? ¿Te gusta?-
-Si...- La empecé a besar muy fuerte. Quería hacerla mía.  Ella cogió mis hombros y me echó para atrás, me choqué con la pared de atrás de mí.
-¿Qué haces?- Dije enfadado. Se me olvidaba que Sophie no era como las demás, Sophie no solo me quería para eso y no era tan fácil.
-Esto no está bien.-
-¡¿Qué?! ¿Por qué?-
-Tú... eres rico, guapo, orgulloso, conocido...- dijo casi llorando- yo no soy nadie, y menos en esta ciudad.-
-Preciosa, no digas eso. No es verdad, además. Si eres algo, eres mi mariposilla, a la que más amo.- Cogí su barbilla y la besé dulcemente y con delicadeza.

La maldición Koatch.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon