La no tan querida llegada. Sophie:

5 0 0
                                    

-Buenos días cariño. Debes despertar ya, debemos ir arreglándonos.- Dijo mi madre de muy buena manera.
-Parece que hay alguien de buen humor hoy, qué raro.- Dije mientras me rascaba los ojos con las manos en un intento de puño.  -Por lo que más quieras hoy, por favor, compórtate de buena forma. No quiero que seas mal educada.-
-Me educasteis vosotros, no debería de haber ningún problema, ¿no mamá?- Dije burlándome.
-A veces los hijos salen peor que sus padres, simplemente porque les frustra no ser como ellos.- Dijo mi madre fríamente. Tanto que me dio miedo. -En este caso es al revés.- Dije riéndome, y nos empezamos a reír juntas.
Tan solo 5 minutos después estaba frente a mi armario, buscando ese vestido tan lindo que no comprendía por que me lo había comprado mi madre. Hasta que me di cuenta que lo había echo por hoy, esta ocasión. Me lo puse, junto a unas medias y unas joyas de oro que tanto amaba por como combinaban con mi tono de piel. Cogí mis botas negras que tanto me gustaban y además combinaban con el vestido a la perfección, y me puse colorete, rímel, un poco de eyeliner para acentuar mis ojos achinados y un suave gloss rosado en mis labios. Cuando ya estábamos todos listos, nos dispusimos a ir en coche al restaurante preferido de los Koatch de Canadá. Al llegar tuve un gran flash back a mi pasado, aquel que tanto añoraba. En principio, Tom no había llegado aún, y lo agradecía con todo mi ser, pero eso no duró mucho cuando pasaron unos minutos. El llego en su limpio Porsche negro. Cuando llegó, nuestras miradas se enlazaron y lo vi algo distinto. La última vez que lo vi, hace 3 años, tenía el pelo hacia atrás, tenia los dientes horriblemente descolocados y vestía más a lo pijo friki. Ahora tenía el pelo hacia los lados, la sonrisa perfecta y llevaba una camisa que le favorecía demasiado con su esbelto y fuerte cuerpo. Me llamo tanto la atención lo atractivo que era que no podía parar de mirarlo. Era realmente guapo. Él se sentó al lado mía, y pude notar su brazo rodearme los hombros de forma amigable para saludarme, casi parecía que tonteaba conmigo. ¿Lo estaría haciendo?
-Hola preciosa. ¡Cuanto tiempo!- Dijo él mientras me guiñaba un ojo.
-Hola Tom. Veo que has cambiado. Me alegro.- Dije cordialmente. Realmente nunca me había gustado mucho tener que ser tan buena con él delante de mis padres, pero esta vez me estaba gustando. ¿Era porque me atraía?
-Tú también estás cambiada. Pero para mal.- Dijo seriamente. Segundos después empezó a reírse.
Mi padre tosió en forma de señal, y el señor Koatch riñó rápidamente a Tom.
-¿Qué pasa? ¿No se puede decir la verdad? Es que es eso, está horrible.- Dijo seriamente. Luego volvió a reírse. Yo me levanté rápidamente de la mesa, sentía que me faltaba el aire y mil lágrimas recorrían mi cara. Me dirigí hacia el baño.

La maldición Koatch.Where stories live. Discover now