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Sasuke se encontraba de pie a menos de un metro de distancia de la cama donde reposaba su hermano menor.
Naruto mantenía los ojos cerrados y una expresión serena, mientras se dejaba llevar por el mundo de los sueños, respirando pausadamente y luciendo una pequeña sonrisa en su rostro.
El azabache suspiró y continúo pensando en lo que su faltaba de atención provocó. Sasuke en ningún momento llegó a creer que Naruto terminaría embarazado, debido a esto no veía necesito usar protección, ni mucho menos algún tipo de pastilla.
Al instante de enterarse de la “gran” noticia, su interior se sintió feliz al pensar que una pequeña vida crecía dentro de su hermano, una la cual fue creada por ambos y como muchos decían, sería la prueba de amor.
Sin embargo mientras los minutos pasaban, su ánimo desaparecía al saber que esa pequeña vida podría ser un obstáculo para él.
Para empezar, debía llevar a Naruto a un hospital para hacerle el control prenatal necesario, de esta manera el bebé nacería sin ninguna dificultad.
Si dejaba que Naruto saliera muchos lo verían, demasiadas personas sabrían que los ángeles eran reales y más de uno intentaría quitárselo.
Además, si lo llevaba con algún otro doctor, este lo tocaría, no importaba si era debido a su trabajo. De todas formas terminaría tocando a Naruto y eso no lo iba a permitir.
Sólo él podía tocar a Naruto.
Sus pensamientos traspasaban su mente y no sabía que decisión tomar. Los puntos negativos superaban a los positivos, haciendo que la opción de dejar ese niño naciera se esfumará con el viento.
Naruto comenzó a moverse anunciando que estaba por despertar. Sasuke sonrió al ver como su hermano se frotaba los ojitos, mientras intentaba abrirlos y sonreía naturalmente al haber tenido un buen descanso durante un par de horas.
La sonrisa en el rostro de Sasuke se fue esfumando al saber que su hermano era demasiado puro como para hacerle daño a alguien. Si él le contaba la verdad y le decía que estaba esperando un bebé, Naruto por nada del mundo dejaría que algo le pasará. Lo cuidaría con todo su ser y hasta llegaría a dar su vida por ese pequeño.
El alma de Naruto era tan cálida y a la vez incapaz de hacer daño. Siendo una en un millón, comparándola claramente con la de un ángel.
—Teme... —musitó el rubio mostrándole una de sus lindas sonrisas.
—¿Dormiste bien? —Preguntó Sasuke sentándose en la cama y acariciando tiernamente los cabellos dorados de su hermano.
—Sí, tuve un sueño demasiado bonito. —Respondió Naruto haciendo que sus ojitos desaparecieran para volver a sonreír.
—¿Aún lo recuerdas? —Preguntó el azabache dejando de acariciar para acunar su mejilla.
—No en realidad... —Mintió el rubio mirándose inocente. — Pero sé que fue bonito.
