La ciencia de la pantalla

Coherence

Reseñado por Lobodepeluche

Uno de los problemas de llevar una sección de reseñas es, en realidad, bastante análogo al que cualquier fanático del cine de ciencia ficción se ha tenido que enfrentar alguna vez en su vida. Y es que, el número de potenciales obras de reconocida fama y calidad que se pueden consumir es finito. ¿Qué hacer, entonces, cuando ya has pasado por todas la vacas sagradas del género? ¿Cuando se te agotan los artículos de Las 10 mejores películas de Ciencia Ficción de todos los tiempos? Es el momento en el que uno empieza a indagar entre cintas interesantes que, en su salida, pasasen desapercibidas.

Coherence entraría dentro de este perfil. No puedo vendértela como imperdible; de lo contrario, no se la habría perdido la gran mayoría de su público objetivo. Ni siquiera tiene demasiado que ofrecer más allá de una idea. La cuestión es que dicha idea es bastante buena y oye, al final el desarrollo de la misma queda bastante resultón.

¿En qué consiste esa única carta? Pues se llama... mecánica cuántica. Y esto no va de una señora que trabaja en un taller y cuenta tuercas, sino que es una teoría científica que describe el comportamiento de la materia a nivel microscópico. Así muy resumido, las partículas existirían en todos los posibles estados y ubicaciones, y sería la presencia de un observador lo que las obligaría a concretarse.

Para entendernos, imagina que tiras un dado y, sin mirarlo, lo tapas con un cubilete. Tu lógica de persona te dice que dentro del cubilete se encuentra un dado en un espacio físico concreto, con un resultado concreto. Pero esto, a un nivel microscópico, no funcionaría realmente así. En realidad, dentro el cubilete, hay infinitos dados en infinitas posiciones y valores que no adoptarían una forma concreta hasta que no pase un señor por ahí y lo levante.

Bueno, pues ahora imagina este concepto pero aplicado a una escala más grande. ¿Y si un grupo de personas se quedase encerrado en un espacio en el que el universo fuese gobernado por estas leyes? ¿Y si de pronto existiesen millones de versiones de ti? ¿Y si tú no eres la versión que se convierte en la real cuando pase por ahí un observador y te mire?

A esto precisamente se tienen que enfrentar un grupo de amigos en una simple reunión para cenar, cuando la venida de un cometa aísla su casa del resto del barrio y empiezan a suceder fenómenos extraños.

Esto no solo es una premisa genial para un thriller, sino que también resulta novedoso en un contexto en el que la ficción viene representando la cuántica de formas un poco... cuestionables. Por ejemplo, esto quizá le choque a los que solo conozcan Ant Man por el MCU, pero en esa franquicia hay hasta reinos subatómicos enteros que parecen salidos de un serial kitsch de Flash Gordon.

Aquí, en su lugar, lo que tenemos son unos juegos de guion muy interesantes que se aprovechan de que la cuántica real es básicamente inentendible para nuestros primitivos cerebros de primates, y cuando tratas de aplicarla al mundo que de verdad conocemos... surgen paradojas. Literalmente, eso es todo, o al menos toda la película gira alrededor de eso.

Los protagonistas son un grupo de personajes heterogéneos de carácter fuerte, porque necesitamos un reparto coral para que el experimento con sus ochorrotocientas versiones funcione. Pero el problema de un reparto coral suele ser precisamente que nuestra empatía con cada uno se diluye un poco porque en el escaso metraje de una peli no suele bastar para desarrollarlos adecuadamente, así que... exageramos un poco sus personalidades para que con muy poco tiempo tu mente pueda ir asimilando cuál es cuál, y qué los mueve.

Además, tienen cosas que esconder, porque eso nos va a dar pie a meter luego conflictos que permitan que la trama avance. Ayudarán, también, a darle dinamismo a lo que al final no dejan de ser gente rarita dando vueltas por una casa y un barrio durante hora y media.

Todo es así, construido alrededor de un único gimmick por el que el director tiene que apostarlo todo, ya que resulta evidente que dinero, lo que se dice dinero... no le sobra. Se puede considerar, quizá, un juego arriesgado, pero yo creo que esta decisión es la que precisamente logra que el presupuesto nunca te distraiga de lo que te están contando. Casi como lo que decía cuando reseñaba Los Cronocrímenes, que es algo de lo que sigo pensando que todos podemos aprender.

Y es que abrazar tus propias limitaciones puede esencialmente eliminarlas. Coherence tiene una puesta en escena limitada y casi teatral, unos actores que cumplen sin llegar a destacar y unos efectos especiales nulos. Y a nadie le importa, porque hay otro punto fuerte mucho más interesante que se va a quedar con tu atención.

Por eso, ¿es una imperdible? ¿Es la mejor película que he visto? ¿Deberías dejar todo lo que estás haciendo ahora y ponerte a verla? Probablemente no, pero sí me parece una propuesta interesante y lo bastante novedosa como para mantenerte entretenid@ durante su buena horita y media. De eso se trata esta sección también, de descubrirte algo que quizá pasaste por alto y te pueda gustar.

Cuando ya viste todas la vacas sagradas del género, cuando crees que ninguna película ya te va a sorprender... ser capaz de atraparte un ratito a mí no es algo que me parezca en absoluto poca cosa. Cualquier día que te apetezca ver algo diferente, dale una oportunidad. Total, lo peor que puede pasar es que el universo se divida en dos líneas temporales, una en la que la viste y otra en la que no, y tu versión que no la vio te aceche intentando pegarte en la cabeza con un bate.