↪Veintidosava Bala

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Era de conocimiento público el que Flame era un conjunto de calles y casas donde habitan familias de bajos recursos, que si se adentraba más en el camino de terracería dentro de este territorio darás de lleno con la hacienda "Silvestre"

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Era de conocimiento público el que Flame era un conjunto de calles y casas donde habitan familias de bajos recursos, que si se adentraba más en el camino de terracería dentro de este territorio darás de lleno con la hacienda "Silvestre". Residencia de nuestro querido Jeongin el cual les hacía honor a todos aquellos estereotipos de traficantes latinos, hacienda enorme con flora por doquier, tallados en madera sobre los estantes y todo aquello que la denomina una casucha pintoresca.

A Jeongin esto le gustaba, amaba ocupar aquellos cinturones de cuero que había heredado de su abuelo, las camisas de vestir eran lo suyo junto a un buen par de jeans, sin dudas un sujeto de la mafia.

Así como su bella hacienda era un lugar lleno de colores y ricos aromas naturales de igual forma tenía ciertos lados nada pintorescos, como era su pequeño cobertizo de torturas, aquel del cual Seungmin y Minho habían decidido apoderarse, no le pregunten a él, un día llego y su mucama le informo de las acciones de sus mayores, Jeongin no pregunto, solo los dejo hacerse, de igual casi no lo ocupaba, sus chicos lograban solucionarlo todo en las calles.

Y hablando de chicos, ¿Dónde mierda se había medito Yeonjun?

Iba a llamar a su amigo cuando una mucama se acercó con prisa

—¡Patrón! ¡Patrón!—. Decía la mujer acercándose a pasos apresurados

—¿Qué sucede?—. Cuestiono cruzándose de brazos, cuando se aproximaban a el de esta forma no era exactamente para decirle que aquella camisa le quedaba de infarto

—El joven que trajo ha despertado y no está nada contento, exigió hablar con usted—. Le informo aquella muchacha de negruzca cabellera, Jeongin al escuchar que su bella durmiente por fin había despertado no pudo contener su sonrisa

—Iré de inmediato—. Afirmo, la chica reverencio desapareciendo entre los pasillos de la hacienda, Jeongin acomodo su cinturón y avanzo por los pasillos algo nervioso, sabe que Changbin no estaría nada contento con la situación, pero ¿qué tanto le contaría desarrollar el síndrome de Estocolmo?

Es duda, no es como que quiera que eso paso ni nada similar, es solo que esta cansado de cortejar al mas bajo, paso meses y meses tratando de colarse en el corazón del pequeño hacker sin obtener mayor resultados, sin mentir lo mejor que consiguió fuera que Changbin supiera su nombre.

Con nerviosismo disfrazado de arrogancia avanzo por el pasillo que lo llevaría a la habitación de su pequeño Binnie, si no le escupe en la cara el lo considerará un logro, cuando estuvo tras la puerta podía escuchar el golpeteo de la cabecera contra la pared, lo más seguro por los intentos de Changbin por escapar de ahí. Con un suspiro entro a la habitación y vaya que no fue bien recibido.

—¡Tú maldito pedazo de mierda! ¡Libérame!—. Se removía Changbin sin dejar de gritar, Jeongin avanzo en silencio hasta posicionarse a su lado y dejar una palmada en su muslo haciendo al pelinegro parar de removerse volteando a ver al peliazul

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