37: Proteger al buñuelo. Regaño.

150 26 0
                                    

Desde que supo sobre la inesperada vida de su bebé, Liu Xiuyan se había convertido en una persona totalmente distinta. No era su culpa que estuviera asustado después de creer que había perdido a su bebé por envenenamientos, así que nadie realmente quería criticar su manera de actuar en los días recientes. Se sentían preocupados, pero mantenían sus comentarios al mínimo.

Para Liu Xiuyan todo parecía peligroso ahora que llevaba un bebé en su vientre. No quería salir de su habitación más que para ir al comedor o a la habitación de Mo Ting; además de eso también había empezado a utilizar catadores cada vez que iba a tomar algo. No podía ingerir ni una gota de nada sin antes haberla probado otra persona. En su mente cualquier sirviente o cocinero podría estar conspirando para arrebatarle a su bebé otra vez, por lo que no confiaba en nadie. Hasta la familia imperial tenía que probar algo antes de dárselo a él, para que estuviera seguro.

Aunque ésto era una reacción extrema, Mo Ting estaba totalmente de acuerdo en todos los arreglos que había hecho Liu Xiuyan. Él también tenía miedo de que les quitaran a su bebé otra vez y no quería correr ni el más mínimo riesgo. Todo era una amenaza hasta que él viera lo contrario.

Entre ambos, habían tomado una actitud tan paranoica que Liu Xiuyan rara vez comía fuera de su habitación. Ni siquiera iba a Antoine tanto como debería, porque aún recordaba el día que perdió a su bebé. No podía salir sin ser acompañado por Mo Ting, y el principito estaba bastante ocupado últimamente, haciéndose cargo de todo lo que Mo Xian hacía. A pesar de ser el único que no entrenaba para ser emperador, Mo Xian hacía muchas cosas para el imperio. Hablando desde el punto de vista administrativo y social, él era el de mayor influencia en toda su familia. Incluso tenía una censo de nacimientos y defunciones que debía ser revisado cada día.

Permanecer encerrado en su habitación no fue demasiado bueno para la mente paranoica de Liu Xiuyan. En momentos sentía una soledad aplastante, pero ésta se iba cuando veía el pequeño bulto en su abdomen. No necesitaba a nadie más que a su bebé para ser feliz. Eso quería creer. Sin embargo tardó solo un mes en darse cuenta de que no sería tan sencillo. Mo Ting no era su único amigo. Y en algún punto empezó a extrañar sus conversaciones con Shen Lian al igual que las cenas en familia. Por más que quisiera tener eso otra vez, el miedo de perder a su bebé seguía fuerte.

A varios días del tan ansiado regreso de Mo Xian, ahora mejor conocido como príncipe consorte del imperio Sur, Shen Lian decidió visitarle. Claro, no pudo entrar a su habitación sin que Mo Ting lo revisara.

—A-Yan— saludó tan pronto vio al joven sentado en la cama.

—Shen Lian— murmuró Liu Xiuyan con una mano sobre su abdomen. Ya era un hábito.

—¿Cómo estás? ¿El bebé se porta bien?

—Eh, sí…n-no hace mucho. Casi no lo siento.

—Hmm— Shen Lian sonrió. —Eso es bueno. Recuerdo que el principito era muy inquieto cuando estaba en mí. Siempre se movía y me pateaba, solo se detenía cuando el señor Mo me tocaba la panza. Y los gemelos eran peor.

Liu Xiuyan no pudo evitar sonreír. Él había leído sobre el embarazo de Shen Lian y sabía que los tres príncipes Mo eran bebés inquietos. Pero su bebé aún era demasiado pequeño para saber eso.

—A-Yan— llamó Shen Lian gentilmente. —¿Vas a asistir al banquete? Mo Xian quiere verte.

El protagonista se mordió el labio. No sabía muy bien qué iba a hacer la noche del banquete.

—No lo sé.

—Bueno, solo quería decirte eso— Shen Lian se levantó. —Ah, y… el tío Zhang quiere verte.

¡Transmigré a mi novela favorita!Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum