33: El enemigo oculto.

120 29 2
                                    

Liu Xiuyan no tenía ánimos de mucho.

A pesar de que ya había sido dado de alta por el médico, había una inmensa sensación de cansancio que Liu Xiuyan no podía eliminar sin importar cuánto deseara hacerlo. Todo lo que hacía terminaba haciéndole sentir como si hubiera corrido durante horas, sus miembros adormecidos y ojos pesados por el agotamiento. Sentía que iba a caer dormido en cualquier momento, por lo que prefería mantenerse acostado y reposar. Nada le causaba emoción. Gris y aburrido.

Mo Ting se había ido. Cuando lo vio despierto, no tardó mucho en despedirse y abandonar la habitación sin decirle mucho más. Aunque Antoine intentó decirle que Mo Ting no estaba molesto por lo del bebé, era imposible no pensar en ello. Lo único que podía creer era que el principito lo resentia por haber sido tan descuidado como para no darse cuenta de que alguien envenenó su té. Cualquier otro miembro de la familia imperial lo habría notado, pero él dejó que asesinaran a su bebé sin siquiera saberlo.

Patético.

Era su culpa.

Tonto.

Perdió a su bebé.

Estúpido.

Lo dejó morir.

Esas ideas se repetían en su cabeza una y otra vez, como una canción que era incapaz de olvidar. Dolía pensar que tanto sufrimiento era culpa suya. No pudo defender a su hijo. 

Liu Xiuyan estaba tan triste que ni siquiera le alegró ver a Mo Xian varios días después, trayendole una bandeja con comida francesa que Antoine preparó para él. Ver a Mo Xian así de nervioso le habría causado mucha gracia si no se sintiera vacío en el interior. Llorar ya ni siquiera podía aliviarlo. Todo era vacío.

El protagonista observó el aspecto de Mo Xian durante un rato ya que no había nada más que hacer en su habitación. Notó que había algo raro en su manera de caminar. Un ligero cojeo…

—¡¿Tuviste sexo?!— chilló por accidente, haciendo que Mo Xian derramara todo de la impresión.

—¡¿Qué?!— Mo Xian estaba rojo. —¡N-No! ¡¿Por qué dices eso?!

—Caminas raro— dijo Liu Xiuyan después de que la emoción temporal se fuera. Volvió a ser triste.

—Nosotros no hacemos esas cosas.

—Pero Z-Zhao Leji es tu prometido…eh, es normal que hicieran eso.

Mo Xian tenía el rostro ruborizado. No podía ni alzar la mirada.

—H-Hablemos de otra cosa— sugirió Mo Xian con una sonrisa forzada. —¿Cómo te sientes?

—Hmm— la voz de Liu Xiuyan estaba vacía, sin emoción alguna.

—Eh, Mo Ting-

—No quiero hablar de tu hermano.

Eso los silenció a ambos.

Mo Xian terminó yéndose una vez entendió que hoy tampoco era el día en que Liu Xiuyan recuperaba la alegría. Verlo en ese estado era demasiado doloroso, sabiendo que hace una semana era el alegre y nervioso muchacho que ahora no parecía más que una ilusión. El dolor en su mirada no podía deshacerse. Estaba deprimido.

Liu Xiuyan miró la puerta durante un rato, casi deseando que el principito entrara con esa sonrisa que tanto había anhelado desde que se conocieron. Su madre una vez le dijo que el amor de su vida sería un hombre egoísta, que vería sus fallas como un error imperdonable. Las palabras de su madre siempre fueron amargas hacía él, que nació siendo varón cuando ella deseaba una niña, pero no fue hasta ese duro momento que Liu Xiuyan empezó a creerlas. Todas las malas palabras de su madre ahora las veía como una verdad. Un triste y deprimente verdad.

¡Transmigré a mi novela favorita!Where stories live. Discover now