27.

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Ya era tarde, más de las diez de la noche y el estaba allí, solo, porque su hermana le había enviado un mensaje por última vez avisándole que ya estaba por salir del trabajo y que iría a casa de una amiga suya que hace mucho no veía.

Así que era un viernes en el que tendría que estar acostado, sin poder hacer nada más que sufrir solo y abandonado.

No se levantó de la cama, no podía aunque quisiera, ya que el dolor se había intensificado y sus costillas apenas le dejaban respirar.

Entonces tuvo que volver a ingerir los fuertes calmantes, lo dejaban medio tonto y drogado, pero prefería sentirse así, que sentir el insoportable dolor.

Tenía muchísimas cosas rondando en su cabeza, lo primero: estuvo a punto de decirle a Liam que era él quien le enviaba los mensajes pero terminó por arrepentirse.

Sabía que no eran amigos con el castaño, pues este jamás lo querría como tal, ni siquiera le consideraría como uno. Pero tampoco quería perder esa cercanía que estaban teniendo gracias a los trabajos que les enviaban en el colegio.

Payne venía a su casa, le entregaba sus trabajos y luego se quedaba con él hasta el atardecer, le gustaba mucho tenerlo en su casa. Le gustaba compartir un momento con el ojimiel, le hacía sentir muy bien. Se olvidaba de prácticamente todo cuando Liam estaba cerca.

No había vuelto a hablar con él por medio de mensajes, no quería molestarle y tampoco Liam intentó hacerlo, aunque fue él mismo quien le pidió que no dejará de hablarle.

Eso le hacía sentirse confundido, pero dudaba de que Payne siquiera sospechara de su persona.

Otra cosa que también rondaba por su cabeza era el cambio que había tenido en su trato, Liam lo trataba como si fueran amigos, sin serlo. Todos los días le preguntaba cómo estaba, si había comido, si necesitaba algo. También le había encontrado en más de una ocasión viéndole fijamente, acción que le hacía poner demasiado nervioso.

No es que no le gustará la atención que el castaño estaba teniendo con él, sino que se le hacía demasiado extraño el drástico cambio.

La tercer situación estresante, era que les habían citado a declarar para enjuiciar a Colton, pero eso no era todo, Yaser Malik aparecería en cualquier jodido momento y él no quería verlo ni siquiera en pintura.

Estaba viendo televisión, cuando su teléfono sonó. Era un mensaje.

Un mensaje de Liam.

Tragó duro y dejó pasar dos minutos, no quería verse desesperado por contestarle.

Dos minutos eran suficiente espera.

My ángel: He estado pensando mucho en todo lo que me has dicho, he leído tus mensajes y todo lo que te he dicho, sobre que esto era una broma, ya no lo creo así, sé que no es así. También se que muchas veces mis actitudes no son las mejores, que soy muy impulsivo. Y entiendo que no quieras decirme quién eres aún. Lo entiendo.
My ángel: Es solo que me gustaría saber quien es la persona que siempre me ha amado desde hace años y que jamás fui capaz de ver.
My ángel: Quisiera poder remediar las veces que he roto tu corazón.
My ángel: Y por sobre todo, al menos quisiera poder abrazarte y agradecerte por amarme.
My ángel: Prometo no lastimarte, ni herirte cuando me digas quién eres, no podría lastimar a quien me ama.

Esta vez, sus lágrimas no se escaparon de sus ojos por el dolor de sus costillas o por el dolor de su corazón cada vez que era herido por la indiferencia del ojimiel.

Esta vez, sus lágrimas habían salido de pura felicidad, de pura alegría y emoción.

Lo leyó, unas cinco veces más y pensó muy bien que respondería.

Lo pensó, pero creyó que las palabras por mensajes no serían suficientes.

Entonces, se decidió por algo. Tal vez fueron

Llamaría a Liam y le diría la verdad.

Él le prometió que no lo lastimaría, ¿Verdad?

Marcó y esperó, tres tonos más tarde, contestaron desde la otra línea.

¿Hola?

Respiró hondo y apretó sus ojos, tratando de que su corazón dejará de latir como loco e intentó sonar lo más tranquilo posible cuando respondió:
Hola, Liam.

Te amo, Liam. (ZIAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora