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Al día siguiente la castaña se encargaba de limpiar el cristal de una de las tiendas que estaba en aquella calle llena de comerciantes

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Al día siguiente la castaña se encargaba de limpiar el cristal de una de las tiendas que estaba en aquella calle llena de comerciantes.

Mantenía puesto un pañuelo rosado en su cabeza y traía un spray en una de sus manos, estaba terminando de secar cuando a través del vidrio observó a Lisa haciendo lo mismo en la tienda de enfrente.

Jennie sonrió con solo verla, Lisa estaba parada sobre un pequeño banco para poder alcanzar la esquinas, se veía demasiada tierna mientras limpiaba y tenía parte de su lengua fuera, como si estuviera concentrada.

La castaña desvió su mirada rápidamente cuando Lisa giró a verla, pudo jurar que sintió una mirada pero Jennie estaba trabajando, que extraño.

Esta vez iban a regresar temprano ya que tenían que ir a la feria que se habían instalo cerca de su barrio por unos días.

Cuando el día estaba terminando, cada una recibió su paga y se retiraron en la bicicleta de Lisa, Jennie había comprado comida para los animales y la pelinegra se encargaría de la cena de ambas, ese había sido su trato desde que la castaña los adoptó.

_¿Cenamos o comemos en la feria? - preguntó Lisa mientras manejaba.

_Comemos en la feria - respondió Jennie sujetando su cintura - si cenamos llegamos con el estómago lleno y no vamos a disfrutar de la comida que venden.

_Vaya, eres inteligente - rió, le gustaba molestarla. Jennie frunció los ceños y le peñizco ambas partes de su cintura, Lisa se sacudió perdiendo casi el control de la bicicleta, yendo en zig zag - ¡Jennie! - retomó el control cuando por poco chocan con una pared - ¡No hagas esto!

_Ya no aguantas nada.

Al llegar a casa lo primero que hizo Jennie fue correr al baño mientras Lisa metía la bicicleta con cuidado de no aplastar a esos tontos gallos.

_Al menos hubieran sido gallinas - Lisa los regañó - así pondrían huevos, pero no, debieron ser gallos - dejó la bicicleta a un lado - encima son chaparros y feos, y tú - señaló al más pequeño - tenías que ser pelón.

_¡Lisa! - la castaña gritó desde el baño - ¡¿Otra vez los estás regañando?!

_Eh...- se puso nerviosa - ¡No! ¡Estoy hablando sola!

_¡Más te vale! 

_¡Más te vale! 

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