Capítulo 2

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Pov. Sesshomaru.

Eres tú, no hay duda alguna, eres tú, mi Kagome. Vaya lo grande que es el destino, cuando menos lo pensé apareciste en mi camino y no te pienso dejar escapar. Saliste de ese restaurante y subiste a tu auto, el gimnasio puede esperar, tú no, ya te esperé 13 largos años. Te seguí, fue más de media hora de camino y debo decirte que manejas terriblemente mal, olvidaste encender las intermitentes en varias ocasiones, casi te pasas un alto y te retocaste el labial en un semáforo cuando casualmente cambió a verde. No te das cuenta del riesgo que corres al manejar de esta manera, pero no te preocupes, cuando estés conmigo yo te enseñaré a ser más cuidadosa.

Por fin detuviste el auto y vaya que el destino sigue sorprendiéndome, es casualmente la misma universidad de mi medio hermano Inuyasha. ¿Aquí estudias? No encuentro otra razón por la que tú te encuentres aquí. Aunque por la popularidad que has obtenido gracias a tu carrera, pensé que habías dejado tus estudios o al menos tendrías profesores particulares impartiendo desde la comodidad de tu casa. Pero que tonto soy, tú no harías algo tan soberbio como eso. Bien, ya te encontré Kagome, mi amor y no te dejaré ir...

Narrador Omnisciente

Pasaron algunas horas y Sesshomaru esperó paciente en el estacionamiento de la universidad a volver a tener señal de la joven azabache. El tiempo transcurría tortuosamente lento, le parecía una espera infinita, más sin embargo no se movió de ahí. Muchos alumnos salían del edificio y subían a sus respectivos autos, tenía la esperanza de que Kagome perteneciera a ese grupo de estudiantes y como si sus plegarias fueran escuchadas por algún dios, vio a la joven caminar junto a una chica castaña y un tipo que no le agradó en lo absoluto cómo miraba a Kagome.

El carro de Sesshomaru estaba estacionado exactamente a lado del de Kagome pero al ser sus vidrios completamente polarizados podía pasar desapercibido a las miradas de los estudiantes. La compañera de Kagome se subió al auto de la cantante para así darles la privacidad necesaria a sus compañeros.

-Gracias de nuevo por defenderme de la profesora, Hojo, pero no era necesario. Ahora por mi culpa tendrás más tarea de la necesaria.

-No tienes nada que agradecer, Higurashi, es obvio que esa mujer te odia por el simple hecho de que su vida es un asco. Y sobre el trabajo extra, no me molesta hacerlo si fue por defenderte.

-Muchas gracias, Hojo, eres un gran amigo.

-Auch! Eso duele y lo sabes. - respondió el chico.

-Hojo, sabes que yo solamente te veo como un amigo.

-Es porque no me has dado la oportunidad de demostrarte lo feliz que puedo hacerte.

-Ya me haces feliz. Pero de una manera distinta, te quiero, pero no como tú lo esperas. - Respondió ella aunque en tono dulce, firme en lo que decía.

-Bien, lo acepto por ahora.

La plática estaba siendo atentamente escuchada por un hombre dentro de su auto, tenía el volante fuertemente apretado y con sus ojos dorados escaneaba al joven castaño de pies a cabeza con una mueca de asco. "Hojo" ese nombre le causaba repugnancia pero sabía que tenía que grabárselo y recordarlo. Los había visto despedirse, él se marchó y Kagome entró a su auto.

-Ya dale una oportunidad al pobre. - dijo la otra mujer.

-No puedo, Sango. Sería injusto de mi parte, no puedo verlo como otra cosa que no sea un amigo.

-Kagome, por Dios! Tienes 20 años y no te conozco un solo novio. Dime la verdad ¿tienes otro tipo de preferencias?

-¿Preferencias? ¿Qué quieres decir con eso?

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